Leopardi, el pájaro de Recanati

Leopardi, el pájaro de Recanati, es de esos poetas nostálgicos o tormentosos, de esos que un lector puede leer en un sillón, acompañado con la música de Haydn y con un café. Escribir reseñas de libros y hablar de escritores es complicado, más cuando intentamos conocer sus historias.

“Me dicen que yo, a la edad de tres o cuatro años, andaba siempre detrás de ésta o aquella persona para que me contara cuentos”. Leer la antología poética de Giacomo Leopardi fue un trabajo complicado, puse a volar la imaginación para trasladarme virtualmente a la biblioteca del poeta. A primera impresión lo percibía sentado en su escritorio con dos libros, uno de Dante y otro de Petrarca.

La ciudad de Recanati se destaca por su turismo, cuenta con La Piazza Leopardi, la Torre del Borgo (siglo XII), el Museo y la Biblioteca de Leopardi. Recanati es una ciudad antigua que data del siglo XII.

El bardo italiano tenía un nombre bastante largo: Giacomo Taldegardo Francesco di Sales Saverio Pietro Leopardi (nombre completo), así de extenso era su nombre, similar a una línea de tiempo que traza un maestro de historia.

Leopardi nació un 29 de junio de 1798, sus padres fueron el conde Ronaldo y Adelaida Antici, ambos aristócratas, “…desde niño, tuvo en gran parte carácter autodidacta y se vio muy favorecida por la espléndida biblioteca del padre gracias a la cual pudo profundizar en sus estudios de latín, griego, hebreo y francés, llevando a cabo importantes investigaciones filológicas.”

Era un soñador áureo, alegóricamente cabalgaba hacia nuevos caminos en el terreno de la poesía, en su prosa hay dolor, no una dolencia común, sino más bien esas cosas que duelen en el alma. Aconsejaba que cuando leas o escuches un discurso prestes atención excesiva para que se te facilite su comprensión, el buen uso el tiempo, mantenerse ocupado en cosas y evitar aburrirse (la no existencia), en sus poemas hay abundantes imágenes de la guerra de Troya.

Fue un escritor noctámbulo, duerme de día y escribe de noche, su vida cotidiana un tanto solitaria, un hombre cívico en su actuar y pensar (algo similar a nuestros abuelitos), en ocasiones tosco y contradictorio, poco amigable y dramático. “La suma felicidad posible del hombre en este mundo es, cuando él vive serenamente en su estado con una esperanza reposada y cierta de un porvenir mucho mejor”.

Su primera obra fue “Al pie del monumento de Dante”, escrita en el año de 1819. Me parece que escribía en forma simbólica, describía los paisajes que visitaba, esos momentos donde desde su ventana contemplaba el horizonte. Cabe resaltar que vivió una infancia complicada, padecía la enfermedad de Pott y murió de tuberculosis en la ciudad de Nápoles el día 14 de junio del año 1837, sus restos mortales reposan junto a la tumba de Virgilio en Margellina.

Si fuera pintor como Luis Valero o Ricardo Ranz, lo dibujaría como un pájaro primitivo que vuela Troya. Saltillo al igual que Recanati es una ciudad con cultura, tuvimos poetas importantes como Manuel Acuña y escritores valiosos como Artemio de Valle Arizpe y Julio Torri.

Las sociedades vivimos un mundo deshumanizado, hay numerosas muertes a causa de la guerra entre Trump y el mundo musulmán, Europa vive el problema de los atentados terroristas, y México, en plena ruptura histórica, vive una segunda Revolución cultural, algo similar a lo que hicieron Obregón y Vasconcelos en el año de 1921.

Hablar de libros en tiempos bélicos es complejo, te pueden juzgar, pero la lectura es una ventana hacia nuevos mundos, abres tu imaginación y te ayuda a olvidar los problemas. Hablar de Leopardi, figurativamente, es como si pelearas con los gladiadores del Coliseo, dificultoso como demoler una ruina azteca, agradable como caminar por un bosque luego de una lluvia, detallado como el tiempo y tierno como la sonrisa de Geraldine.

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