Parte I
Mis días se retuercen,
aquí las manos no se juntan,
apenas tocan la estación purísima de los cuerpos desesperados,
aquí las estrellas han callado las voces ásperas y las han vuelto un murmullo.
Dialogamos de pronto con su espalda mis manos y yo.
Tengo los senos hinchados y preciosos y los cantan sus manos de
amapola como una canción
a la muerte.
Debajo están los pies más hermosos que he visto.
Debajo está la tierra seca esperando ser regada.
Estoy temblando porque olvidé sonreír.
Veo la noche y el día juntarse.
Todos me saludan pero nadie conoce estas malditas noches.
Todos me saludan pero nadie puede ver mi desesperación.
Me busco entre los muertos.
Las palabras cantan la muerte,
Yo canto a todos mis hermanos.
Aún me quedan los abrazos de aquellos que cantan desde otro país.
Los ojos tristes de mi desventurado amor.
Unas manos oscuras irrumpiendo con el silencio del poema.
La calidez que guarda la voz de mamá.
El cielo que no termina.
Las despedidas.
He visto las manos de mis hermanos quemarse,
He visto su calma destruida y sucia,
He visto miradas que no albergan ni un mínimo de esperanza,
He visto a mamá llorar por las noches,
La he visto lamentarse,
He visto a mi padre perder la cordura,
He visto a mi hermano intentando volar,
He visto cómo le cortan las alas y lo hacen miserable.
Lo he visto perderse, igual que yo.
Me encuentro inconsolable en esta habitación y nadie puede probarlo.
He visto a mi abuela rezar todas las noches para que yo no sea una puta ni mi hermano un maricón.
He visto partir la belleza de unos ojos tristes.
He visto un cuerpo desprenderse de las marcas de un baño de caricias tan numeroso como los asesinatos en mi país, Todo ha desaparecido.
Tengo miedo de ver mi rostro romperse como una ventana,
De perder mi nombre en unas manos mugrientas, marchitas.
Los viajes me cuelgan entre los dedos y el ron barato me acompaña.
Aquí las palabras no existen,
Han perdido la pelea con el silencio.
Parece que tengo todo el tiempo del mundo para perderlo escribiendo.
Escribo.
Escribo.
Por esas noches de atrasadas despedidas,
Por esas noches de atrasados besos,
Por los rostros.
Porque los hombres sólo creen en los rostros.
Parte II
Mi herida es mi retrato.
Mi hermano es mi herida.
Traigo empañada la memoria.
Mi cuerpo no existe, pero arde.
El silencio es la ceremonia de los muertos.
Oh, noches de mi existencia.
Oh, hermano.
Los poetas poseen las máscaras vagabundas.
Los poetas son los borrachos que cantan en coro.
Escuché que alguien cantaba a la noche, y aún ciega supe que eran mis amigas.
Soy la suspensión de la imagen que todos creen que existe.
Vengo de la noche.
Estoy vacía de mí.
Mi hermano es mi herida.
Mi hermano es mi herida.
Mi hermano tiene los ojos tristes.
Mi hermano tiene las manos rotas.
Mi hermano se arrancó el corazón y lo vendió por un pedazo de cielo.
Mi único cielo es mi hermano.
Mi hermano es una multiplicación de luces.
Mi hermano baila con los pies torpes en el aire.
Mi hermano vive en el silencio y sonríe.
Mi hermano es una isla.
Mi hermano es un barranco.
Mi hermano es la música.
Mi hermano es el rocío de la tarde entre las flores.
Mi hermano tiene los ojos rojos.
Mi hermano no sabe que existe.
Mi hermano tiene los sueños rotos entre el corazón y la garganta.
Mi hermano es mi danza.
Mi hermano es mi herida.
Mi hermano es mi herida.
Mi hermano carne.
Mi hermano salsa.
Mi hermano roca.
Mi hermano úlcera.
Mi hermano sangre.
Mi hermano molino.
Mi hermano domingo.
Mi hermano ojalá.
Mi hermano es mi herida.
Mi hermano es mi herida.
Mi hermano le devuelve a una flor sus pétalos.
Mi hermano es el reflejo del océano.
Mi hermano tiene los ojos vendados por el tiempo.
Mi hermano canta.
Mi hermano ríe.
Mi hermano es un cisne.
Mi hermano es el mundo anestesiado y maldito contemplándose en un espejo.
Mi hermano es un vaso que se liquida.
Mi hermano es la espuma en el pecho.
Tengo ciegos los pies.
Mi hermano es mi herida.
Mi hermano es mi herida.
Mi hermano es la ciudad que tiene miedo de morirse.