Todos los caminos que no llevan a casa: La cosa perdida

Estar perdido es estar fuera de casa o del camino que lleva a ella; entendiendo como casa a aquel sitio que amamos, del que nos sentimos o somos parte. Así, pues, estar perdido es no estar o estar ausente, sea de ese propio sitio o de nosotros mismos, asumiendo también a nuestro cuerpo como nuestra propia casa: es no saber dónde estamos ni cómo encontrar el camino de vuelta, puesto que a veces tal camino ya no existe. Es por ello que la memoria, en ese proceso de búsqueda, juega un papel importante: es nuestro mapa; aun con todo, hay siempre sitios y emociones desconocidas por nosotros, espacios donde podemos sentirnos, por estas mismas razones, perdidos.

En consecuencia, cuando uno se pierde, se desconoce y al desconocerse pone en duda todo aquello de lo que creía formar parte; o bien, cuando uno pierde aquello de lo que creía formar parte, comienza dudar de quién es y, con ello, a desconocerse, es decir, a perderse. Solemos usar entonces “lo perdido” para nombrar aquello que no volvió —que no encontró el camino de vuelta o que encontró su camino fuera del nuestro—, aquello que fue olvidado momentáneamente, por voluntad o por descuido, aquello que dejó de pertenecemos, de ser parte de nosotros; o aquello que no encuentra ni tiene lugar en ningún sitio, que no guarda un sentimiento de pertenencia hacia nada ni hacia nadie.

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Ilustraciones: Shaun Tan

El artista australiano Shaun Tan (1974) en el álbum ilustrado La cosa perdida (Barbara Fiore, 2005) recupera la historia de un personaje observador que mientras trabaja en su colección de corcholatas encuentra en la playa a un objeto perdido, pero este objeto no es como otros objetos (o tal vez sí) puesto que tiene vida. El protagonista quiere ayudar a “la cosa” a encontrar su casa, y mientras lo hace la lleva a la suya y busca ayuda, pero nadie sabe exactamente qué hacer con ella: desconocen su origen y no les interesa. Algunos de los que lo aconsejan le dan soluciones fáciles: llevarla a un sitio donde hay otras cosas perdidas, pero es obvio que no es ahí a donde pertenece.

‘Estoy intentando descubrir de quién es’, le dije. ‘Ni idea’, dijo Pete. ‘Es bastante rara. Tal vez no sea de nadie. Tal vez no haya salido de ninguna parte. Algunas cosas son así…’

Shaun Tan

Sin embargo, el personaje lleva hasta el final el deseo de ayudar a la cosa, poniendo siempre mucha atención en cada uno de sus gestos, en las personas a las que les hace las preguntas y en los lugares que visita; sólo así da con el sitio en el que habrá de decirle a adiós a su nuevo amigo, aunque aún le queden dudas sobre si ése era el lugar del que la cosa había salido. No obstante, ésta se ve feliz al llegar finalmente a ese destino.

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Shaun Tan en El árbol rojo

Las ilustraciones, por su parte, nos dejan ver los matices del espacio en el que se ubica la historia: los colores nos presentan a los personajes y sus actitudes, y a través de su lenguaje corporal se nos revela el universo emocional de los mismos. No está de más mencionar que esta historia adquirió vida en el cortometraje The Lost Thing, que ganó un Oscar en 2011 por mejor corto animado y en el que Tan trabajó junto con el productor Andrew Ruhemann.

Y si bien es cierto que los libros de Tan no necesitan recomendación, es bueno recordar sus historias con el fin de observar las obsesiones y constantes en su obra, una de ellas es la de un personaje extranjero, sea por patria o sensibilidad; la de un personaje cuya identidad está siempre en duda —recordemos El árbol rojo (2001) y Emigrantes (2006)—, que no encaja y que, como la cosa, parece estar “perdidamente perdido”.

 

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