Las palabras de Paz H. Páramo, autora en Liberoamérica, fluyen como el mar de sus poemas y transmiten un mensaje positivo y altruista
«Somos amables/ Girando incesantes, aún dormidos/ en la pradera de la existencia», escribe Paz H. Páramo en el poema «El amor es lo que el amor hace». Se nota en todos los poemarios de Paz que para ella la existencia es una pradera. Su poesía está colmada de amapolas, frutos, margaritas, ardillas y piñas. Cuando no es pradera, es la pureza del agua. La existencia es naturaleza, lo natural. Solo se hace mención indirecta a la muerte en uno de sus poemas y ni siquiera es la protagonista. De hecho, en la entrevista de la página Proyecto Genoma Poético, ella afirma que su estilo es vitalista y que el hecho de ser es fuente de orgullo. En el ensayo «El reto de amar», que se puede ubicar dentro del feminismo, ella explica que el amor justamente dista de ser violencia o destrucción: el amor auténtico es una experiencia reconfortante dotada de confianza, libertad y alegría que empodera a las mujeres en lugar de debilitarlas o llevarlas hacia el Tánatos.
En El amor es un lugar común, un poema empieza con ese sentimiento tan usual de querer lo que no se puede tener: «Qué fabuloso lo que no nos pertenece/ Porque siempre está al alcance/ Y no lo perderemos nunca». Lo bello es que no lo utiliza para referirse a una persona, como podría esperarse, sino que en el poema describe la utopía de los paisajes. Y ella contempla, al igual que en otros poemas, extasiada. Esa clase de contemplación de la naturaleza me recuerda al contenido de los haikus: «La piedra angular del haiku es el aware, una emoción profunda provocada por la percepción de la naturaleza (…). Se trata de una conmoción espiritual, que es a la vez estética y sentimental».
Dos de los poemas más extensos son «Nana para un hombre» y «Nana para una mujer». Al igual que la mayoría de las nanas, los dos son de un tono apaciguador. Solo que lo interesante es que están destinadas a adultos, en lugar de niños. El concepto de que los adultos también puedan necesitar nanas es maravilloso. Si bien los dos poemas tienen títulos similares, la diferencia entre los dos es que en «Nana para una mujer» hay una comparación entre la mujer y el yo poético y tiene una vuelta de tuerca. En este, al igual que en otros poemas, observamos reflexiones acerca de la felicidad y lo interno.
«Generaciones» es un poema conmovedor de formato narrativo que trata sobre el amor y la procreación como fuente de vida. De nuevo, la vida se asoma en su poesía. Otro poema que posee la relación con los hijos reza «Me doy entera a la tarea de vivir/ con la entrega de un gorrión/ que alimenta a sus crías». Vemos acá algo instintivo e incondicional.
Si en El amor es un lugar común ya había cierta alusión a la naturaleza como en los poemas «Yo también soy un animal salvaje» o «Puré de verduras», en El trabajo del agua establece una relación más explícita. Este poemario habla de un paisaje paradisíaco y reparador que se lleva las sombras y te llena de Paz. Es un paisaje que la invita a una a «Sumergirse en las cuevas del ser» de la autora y de sí misma. Encontramos muy buenas imágenes como «En la piel/ Los rastros de la risa/ Calendario de pleamares» y «Recibir significa bajar las manos/ Sentir/ en los caracoles de las orejas/la cántiga sumergida/ de la corriente». En estos versos, se nota que hay un buen manejo de la pausa y el encabalgamiento. Dado que últimamente hay una tendencia en poesía a abusar de la pausa, este manejo comedido es valioso y causa su efecto.
Es muy sencillo imaginarse toda la vegetación y los animales que la autora propone. Se vislumbran con facilidad, es como irse de viaje a tierras exóticas. En la poesía de Paz, descubrimos una voz sosegada pero firme. La palabra le otorga sentido a la existencia en estos tiempos en los que la palabra está a veces tan vacía. También muestra gratitud. Al comienzo de uno de sus libros, ella escribe «Amar a alguien es sentir agradecimiento por su propia existencia, en ese sentido son muchas personas a las que amo». Si tomamos esta última idea, es cierto que el amor es un lugar común; ¿y qué si lo es?