Medusario: 21 años de una muestra

Editada originalmente en 1996, Medusario fue una muestra de poesía latinoamericana que causó un impacto de enorme importancia en la lengua castellana. Tanto por las tesis empleadas en los prólogos que la preceden como en la radicalidad conceptual de los autores incluidos (y los mencionados). Ril editores ha decidido editar una tercera edición de la muestra, tanto en Chile como en su sede española. La edición incluye los escritos originales: Selección y notas de Roberto Echavarren, José Kozer y Jacobo Sefamí. Prólogos de Néstor Perlongher y Roberto Echavarren (con una nota nueva por la tercera edición) y un epílogo de Tamara Kamenszain. Recientemente, la presentación de esta muestra, que ya es un clásico de referencia para comprender la poesía latinoamericana de los últimos 30 años, ocurrió en la Universidad de Zaragoza. En un acto organizado por la revista zaragozana La caja nocturna en conjunto con Ril Editores y la Librería Antígona.

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UNO: INCIPIT

Una de los asuntos más interesantes planteados tanto por Roberto Echavarren en el prólogo y en su artículo académico publicado en la revista italiana Confluenzi Barroco y Neobarroco y por José Kozer en variadas entrevistas es el tema por la temporalidad del barroco (En diversos ensayos, Eduardo Milán también examina la cuestión neobarroca). En el citado artículo, Echavarren contextualizada al lector actual, para exponer como era la travesía del libro y su circulación por correo en los noventa. Autores nacionales que no podían cruzar de forma constante las aceras aduaneras para presentar a públicos vecinos el trabajo poético. Era, Nueva York, como no cabía de otra forma, el núcleo en donde desembocaba la información, los autores, los textos, la revistas impresas… a mediados de esta década era complicado por ejemplo para un chileno leer poesía uruguaya o boliviana. O para un peruano leer poesía mexicana o venezolana. Hubieron dos muestras anteriores antes de Medusario: Caribe Trasplatino (1991) a cargo de Néstor Perlongher y Trasplatinos (1990) de Echavarren. Ambos trabajos se únen en Medusario. En este sentido, podemos intuir que esta imprescindible muestra de poesía tiene como primer eje de acción el visibilizar lo que ya es visible, pero no se conoce.

El otro asunto de la temporalidad se plantea tanto en el prólogo como en el artículo citado. Para sondear lo barroco se hace vital leer el célebre ensayo Renacimiento y Barroco (1888) escrito por el crítico de arte suizo Heinrich Wölfflin. Una de las tesis principales habla de la independencia del arte respecto al contexto social. Wölfflin centra su análisis en una historia de los estilos. Desde el siglo XIX, comienza a extenderse el vocablo que definirá a una manifestación caracterizada por el movimiento, los contrastes de luz y sombra, lo transdisciplinar y por la mezcla; la búsqueda de la sugerencia más que de la significancia. La obsesión por saber si hubo o si hay “barrocos” en diversos tiempos obsesiona a los críticos según Perlongher. Así, Deleuze atisba en Mallarmé la idea del pliegue de acuerdo a su máxima Je suis un syntaxier. En América Latina, Echavarren establece dos evoluciones de la poesía latinoamericana: Una línea Huidobro-Girondo-Paz-Noigandres (los concretistas brasileños) y otra signada por el Canto General de Neruda y los textos de Ernesto Cardenal (Nicanor parra se adscribe a lo conversacional pero no comporta una coloquialismo comprometido). Si bien Echavarren establece elementos comunes con las vanguardias, el Neobarroco se articula como una reacción contra el sentido de militancia en la vanguardia y el coloquialismo comprometido de la época.

Desde Europa tanto ensayistas como Aurora Egido u Omar Calabrese han analizado el tema de un barroco que reaparece constantemente en ciertos periodos concretos. Egido contextualiza en El barroco de los modernos (2009) como las tesis de  Wölfflin pasan a la intelectualidad española y como mucho antes del homenaje a Góngora del 27 ya existe un interés programático por el barroco, analizando casos como por ejemplo los de de Azorin y Machado, los cuales coinciden en que el culteranismo es en la literatura el movimiento. Además aparece la figura de Alfonso Reyes quien atisba que tanto culteranos como conceptistas no inician dos modelos programáticos contrapuestos, sino que más bien se desarrolla en ambos el concepto de intesificación. En los ensayos del libro, la académica aragonesa plantea la urgente exigencia epistemológica de superar el análisis exclusivo de las formas y escudriñar de forma más eficiente en el contexto en el que estas se crean. Egido considera necesario examinar las correspondencias entre el siglo XVII y el XX, en el escenario y el clima de como los escritores españoles e hispanoamericanos estudiaron el barroco y como vivieron los años previos a la conmemoración de la triple centuria del óbito de Góngora. Por su parte, Calabrese en La era barroca señala que en la Europa del fin de milenio prevalece un gusto similar  a lo sucede hace tres siglos. Esto sitúa a occidente en una era de tipo neobarroca. Una era sistematizada por las comunicaciones de masas y globalizada pero donde se viven tensiones de tipo fragmentarias, dispares, con poca tolerancia a la definición y más propia de la singularidad, el movimiento y el escape de lo determinado. El semiologo italiano sostenía en los noventa que no se trata de la repetición de una manera artística, sino de una misma forma exterior del gusto que puede darse en la ciencia, tecnología, arte, literatura, etc.

DOS: MEDUSARIO EN ZARAGOZA

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En la expresión americana, José Lezama Lima inicia el libro con la decisiva claúsula: “Solo lo difícil es estimulante”. El barroco americano es anterior o paralelo al europeo. La América prehispánica ya dispone de su barroco y su modo de operar por los pliegues, antes de la llegada de Colón. Podríamos entender que a su modo y por supuesto, sin articularse como tal, Lezama Lima ya plantea una cuestión decolonial. Leer a Góngora o a su agudo rival, Juan de Jauregui, o su célebre rival, Francisco de Quevedo, es la insistencia por la formas, por una nueva herencia venida desde España. Por su parte Perlongher diferencia al barroco español del americano en la medida de que a diferencia del barroco del Siglo de Oro, pavimentado su suelo con una profunda base grecolatina, el barroco contemporáneo latinoamericano carece de suelo literario para montar el “entretejido de sus minas”. De una posible base de apoyo y de las características de algunos de los autores incluidos en la muestra fue de lo que se conversó en Zaragoza la semana pasada.

El pasado jueves 29 de noviembre a las 19:30 horas se realizó en la Universidad de Zaragoza la nueva presentación de Medusario, Muestra de poesía latinoamericana. El acto fue organizado por la revista literaria zaragozana La Caja Nocturna, con participación de Ril Editores y Librería Antígona. El acto fue presentado por Jaime Montañés Ascaso. La mesa fue moderada por Diego Palmath e intervinieron Paco Najarro, Alfredo Saldaña y Cristián Gómez Olivares. Durante una hora y media, los autores examinaron la muestra y valoraron el aporte de esta en el presente de las escrituras poéticas en castellano desde diferentes perspectivas. Además de un posterior debate con parte del público asistente.

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Izquierda a derecha: Alfredo Saldaña, Cristián Gómez Olivares, Paco Najarro y Diego Palmath

Editada por primera vez en 1996, Medusario fue la gran apuesta a finales del milenio por reunir a una serie de escrituras circulantes en América Latina que estaban caracterizadas por un empleo ambicioso, enérgico del lenguaje y de todas sus posibilidades fonéticas, semánticas, morfológicas y pragmáticas. Con el telón de fondo del neobarroco con el que había explorado Lezama Lima, la presencia de las formas y del adorno convergen en una serie de textos provenientes de poetas de varias naciones latinoamericanas, quizás más cercanos entre sí que con varios coétanios. Kozer señala en una entrevista que sin ánimo de proponerse escuela, los poetas que puede adscribirse no solo plantean la superficie sino que tienden a una desesquematización, pese a que todo entramado escritural tienda a convertirse en una retórica. Cuando se publica esta muestra por primera vez, la presencia de Internet era nula, por lo que supuso una logística acertada ya que extendió el conocmiento del trabajo de autores que llevaban bastantes años trabajando, pero que aún no era excesivamente conocidos. Hoy, a 21 años y con una tercera edición, hablamos de autores fundamentales que todo usuario de la lengua debiera conocer.

En la moderación, Diego Palmath expresó su gran satisfacción por presentar en Zaragoza una muestra de esta importancia, además de expresar brevemente su experiencia como lector de este libro, para posteriormente presentar a los poetas y teóricos participantes. El primero en intervenir fue Paco Najarro, a cargo de la sede española de la chilena Ril Editores. Najarro puso énfasis en que dado como se están dando las cosas en España, es un momento propicio para presentarle al lector español una muestra de poesía latinoamericana de estas características. Se refirió a que los autores estaban unidos por ciertas características del tratamiento del lenguaje, pero tanto él como los otros interventores, coinciden en que no se puede hablar de que todos los autores se adscriben a un movimiento concreto. Por lo tanto, no es posible hablar de una Generación o movimiento literario organizado. Agregó además un especial análisis sobre la presencia y las características de las autoras neobarrocas presentes en Medusario.

Alfredo Saldaña destacó la importancia y urgencia de conocer a estos autores para los lectores actuales en España. En su exposición, examinó ciertas particularidades de los autores, estableciendo además un diálogo con los textos introductorios de Perlongher y Echavarren. Destacó la singularidad de las escrituras de Wilson Bueno, Paulo Leminski y Haroldo de Campos por comulgar en la muestra con el guaraní y el portugués respectivamente. Además de mencionar que estas escrituras tiene plena vigencia, como en otro sentido, la poesía de Roberto Juarroz, a la que también observa elementos de tensión con el lenguaje.

Cristián Gómez Olivares centró su examen en el contexto histórico de los autores incluidos. Recordando que tanto en la Cuba de los setenta y en España durante los ochenta hubo una intención desde ciertas instituciones por dar mayor relevancia a la poesía de corte más coloquial, que apostaba por una radical legibilidad expresiva, ajena a claúsulas cercanas a la sintaxis neobarroca. También mencionó a poetas como Rogelio Saunders (fue el ejemplo con el que estableció los paralelos en Cuba y España) y como Emeterio Cerro y Juan Luis Martínez, ambos mencionados en la muestra pero que no figuran con textos. Finalmente, Gómez expone acerca de las peculiaridades sobre el neobarroco rioplatense y sobre ciertas características que pueden unir o pueden separar a estos autores con el texto neobarroco, mencionando los ejemplos de Néstor Perlongher, Eduardo Espina, Raúl Zurita, Eduardo Milán, Arturo Carrera, etc.

Para Perlongher, al carecer de la base clásica de apoyo del barroco europeo, el neobarroco -o neobarroso – se monta en la base de cualquier estilo ya que la dispersión de los estilos contemporáneos así lo articulan. La amplia (u hostil) amplitud de estilos en la muestra, es la que le da su riqueza y su lugar en los estudios latinoamericanos. En esto más o menos concordaron los expositores de la presentación. Citando a Perlongher, concluiré la crónica así. Barroco: perla irregular, nódulo de barro.

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