Quiasma óptico: una mirada a los cómics de Edna Prieto

Lamer la cara de una persona jamás nos revelará la existencia de un lunar en su mejilla. Estamos lejos de adivinar con nuestra nariz el nuevo corte de cabello de algún conocido. Nuestra casa a oscuras es un laberinto del que no sabremos la salida si la brújula es nuestra oreja. La atracción entre dos personas con frecuencia es un acto de palparse las pupilas. Parece indiscutible, nos acostumbramos a sujetar el mundo con los ojos: alfileres que sostienen nuestra vida cotidiana y que Edna se propone explorar. De niña, en sus cuadernos dibujó sus sueños. Cuando adquirió una cámara fotográfica, le fascinó el mecanismo de prender un paisaje urbano al film. Ahora que tiene treinta años, ha refinado esta búsqueda mediante los cómics. Edna crea historietas. Este gusto por tomar fragmentos visuales para representarlos en papel se gestó en el taller de ojos que tienen sus padres en la ciudad de Monterrey en donde ella trabaja. El oficio de su familia es el de elaborar prótesis de ojos para quienes han perdido alguno por enfermedades congénitas o traumatismos. Para que el órgano postizo tenga una buena calidad es necesario recurrir a técnicas y materiales que produzcan objetos semejantes al original. Un ojo tallado con la precisión de un artista del hiperrealismo, me explica mientras me enseña un ojo de acrílico malformado, uno que jamás podrá colocarse en la cuenca vacía de ningún ojo humano. Mira, hice un ojo de pez, bromea. Edna es una artesana de globos oculares.

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También es una artífice cuando ilustra a sus personajes en los cómics. Pero su manufactura atiende a los sueños. Le gusta el efecto que provocan cuando son relatados: situaciones absurdas como las que le suceden a Magda la loca, protagonista de su primer tira cómica. La intención de este proyecto es construir viñetas en las cuales sólo la secuencia de varias imágenes transmita un relato. Prescinde del texto para serle fiel al lenguaje onírico. Le interesa generar un mensaje gráficamente. Veo algunas de sus viñetas y pienso en las historietas que disfruté cuando leí la sección de monitos en las páginas El Norte –un periódico de la capital regiomontana–, y en nada se asemejan a los que ella hace. Las tiras que leí eran copias traducidas al español de las que aparecían en los periódicos gringos. El mago Mandrake, Ferdinand, Dick Tracy y mi favorita: Nunca falta alguien así. El entretenimiento de los norteños que habitamos en esta ciudad tiene una cercanía cultural con el american way of life, principalmente de Texas, el estado más próximo, y que vemos en los programas de televisión. Tenemos algunas costumbres como ir de shopping a McAllen o Laredo para adquirir chucherías por un dólar. Ningún regio está limitado a conseguir productos yanquis porque incluso en los mercados locales hay un puesto que los pone a nuestro alcance. La venta de ropa extranjera, por ejemplo, es uno de los más redituables negocios. Así, algún incauto del idioma inglés se ha puesto una camiseta que dice I wish you were beer sin entender el mensaje que transmite. Si las tiras cómicas tienen la posibilidad de trabajar con el imaginario social, una parte de mi psique está trazada por una pluma gringa. Quizá por eso me parece tan distinto el trabajo que hace Edna con los cómics. Estoy acostumbrada a las historias lineales, explícitas, encerradas con dibujos en cuatro cuadros y el texto encerrado en un globo.

Para hacerse visibles entre la cultura regiomontana, los ilustradores de cómics publican en fanzines que producen ellos mismos. Son tirajes de mínimos ejemplares que venden en las ferias de publicaciones independientes. La manera más eficaz para ser leídos es publicar una edición electrónica en páginas web y tener un sitio propio en internet. Edna mantiene un blog en donde muestra sus cómics. Las primeras colaboraciones que hizo con otros historietistas de la ciudad fueron con los Fantoches de fin de siglo, una revista con edición impresa y electrónica, que hace homenaje al semanario Fantoches creado por Leoncio Martínez –humorista y periodista venezolano– en donde se retratan diez desgracias de la vida cotidiana. Fue la primera vez que Edna publicó un magdatoscopio: cuando Magda la loca conoce los caleidoscopios. Mediante la animación, se propuso darle movimiento a las historias de su personaje. Me cuenta que la mayoría de las colaboraciones que acepta realizar es con colectivos que trabajan con comunidades alejadas de la ciudad y en temas específicos que abordan con humor. ¿Te das cuenta que en Monterrey tienen más peso las tiras políticas?, dice Edna. Yo prefiero pertenecer a los historietistas que no se toman en serio, que dibujan desde géneros menos centralizados por la publicidad como el sci-fi y lo fantástico. No se refiere a que estos géneros excluyen la situación social ni gubernamental, aclara que le interesa utilizarlos para confrontar de una manera distinta a la que nos tienen acostumbrados los medios de comunicación. Incluso ha participado en publicaciones que invitan a una reflexión sobre la ciudad. Es el caso de su ilustración Malestar del automóvil que acompaña a un texto dedicado a promover el uso de nuestras piernas como motor para desplazarnos por las calles.

malestardelautomovilEs integrante del fanzine Troposcopio junto a otros dibujantes y escritores locales que conciben al trabajo colaborativo como puente para compartir sus ideas entre ellos y la comunidad. A diferencia de otros proyectos, éste se dirige al imaginario infantil. El contenido del primer número está dedicado a los mutantes, refiriéndose a todo lo que se transforma, incluyendo a los humanos y huevos. Hay un espacio reservado para los niños que quisieron publicar sus creaciones representadas en dibujos y esculturas. Me gusta este gesto de los editores: hay demasiados proyectos culturales hechos para los niños en comparación con los que son hechos por los niños.

En la viñeta de su vida privada, Edna trabaja en su novela gráfica Fábrica de ojos. Es un ensayo sobre la mirada: la evolución científica del ojo en las especies, su anatomía y la construcción de personajes que carecen del sentido de la vista. La clave es cuestionar la forma en que nos relacionamos sin los ojos. Para explorar la anatomía del ojo, imita su funcionamiento en el papel. A simple vista, en Quiasma Óptico, una pequeña historieta que forma parte de la novela, el orden de lectura parece desordenado. Las imágenes que construyen el relato se entrecruzan para asemejarse al procesamiento visual de esta área cerebral que tenemos los seres vertebrados. A Edna le gusta jugar con el lector de cómics estableciendo conexiones entre la forma y el contenido. Me gustaría hacer esta novela en formato braille, me dice. Yo entiendo que desea proponer una alternativa de lectura para incluir a quienes no tienen ojos en la tradición del cómic.

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Sus intereses no terminan en las historias que ilustra ni en los proyectos comunitarios, también moldea la arcilla para realizar esculturas de seres que aparecen en sus sueños o cuando los improvisa en un pensamiento. No tiene ninguna intención particular para sus criaturas. Es parte de su idea sobre la creación: no hay nada más tedioso que tomarse en serio. Edna coloca el ojo de pez en una escultura con forma de dragón.

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