Plástico*

Plástico es una obra ideada, dirigida e interpretada por Emiliano Larea, actor, bailarín y autor. Dividida en varias partes, a manera de capítulos, Plástico se propone indagar, desde la danza, en la naturaleza del ser humano, haciendo un recorrido histórico sobre el desarrollo del hombre desde su origen natural hasta nuestros días. Origen, Pensamiento, Creencia, Industria, Vínculos, Guerra, Consumo, son los «movimientos» que conforman la obra e interrogan al espectador sobre su condición humana y sobre su propia existencia.
Desde que el ser humano emergió de su condición animal, ha ido cambiando y creando en función de su propia necesidad; así, gracias al hombre, surgió la técnica para transformar la naturaleza, los mitos y religiones para explicar lo que no se comprendía, y por fin, las estructuras de poder sobre las que esa técnica y creencias se fundamentan y son a su vez, fundamentadas.
Según Larea, las indagaciones que lo llevaron a montar Plástico comenzaron en el año 2011, y lo condujeron, después de un año de trabajo personal y el ojo atento de varios colaboradores, a conformar la primera versión de la obra en formato dramático -sólo compuesta de luces- que derivó hacia el año 2013 en una versión performática con proyecciones, que es la versión actual. «En 2013 surge mi inquietud de querer agregarle un sistema audiovisual, y ahi es donde me conecto con Chevy Contreras y Frank Robles y empezamos a indagar en escenas de a una por vez»- declara el autor.
Apenas comenzado el espectáculo y antes de la puesta del cuerpo en escena propiamente dicha, se pueden ver distintas proyecciones de Larea bailando en bellísimos paisajes naturales de Chile y Argentina, pero también en un paisaje tan desolador y antinatural como la ex-ESMA. Según sus palabras estos videos son «la búsqueda de un lenguaje, en donde la experimentación consistía en meter el cuerpo y el movimiento en lugares específicos, ya sea por su historia, situación geográfica o contexto (…) videos de una única toma en donde se improvisa una temática por vez».
Plástico está construida como un relato físico hecho por un único personaje, un único cuerpo en el cual podría encarnar cualquiera de nosotros y que se ofrece, como las antiguas pitonisas griegas, en pos de que el consultante-espectador pueda develar el misterio de su actual situación. Pero así como en aquella época era el mismo consultante el que portaba en sí las respuestas, ahora podemos darnos cuenta de que por nosotros vaga aún el ritmo frenético de los primeros hombres alrededor de sus fogatas; el temblor de las guerras que en el mejor de los casos no vivimos pero que conforman nuestra historia como humanidad; el cosquilleo de los dispositivos electrónicos con los que día a día pasamos más y más tiempo de nuestra vida; las tensiones, poses y rictus a los que nos prestamos con tal de gustar o sobresalir, pensando que acaso así no nos sentiremos tan solos y sin embargo, caminando indefectiblemente en esa dirección.
Según palabras de su autor, director e intérprete, la obra es «resultado de una búsqueda personal, filosófica y artística en donde se combinan mi búsqueda del movimiento como lenguaje de expresión y mi búsqueda de indagación antropológica y filosófica del ser humano (…) una visión de la historia occidental del hombre usando el lenguaje físico como expresión, para que el público, independientemente de su nivel sociocultural pueda comprender el mensaje».
Por eso esta obra es un complejo entramado de varios estudios y técnicas: danzas urbanas, antropología teatral, hip hop, danza contemporánea y experimental, y un fuerte contenido dramático que la atraviesa; todo esto montado sobre un espacio intervenido con video y animaciones en tiempo real, un escenario siempre cambiante y a su vez en perfecta sincronía con los diferentes momentos narrativos. Así, en aproximadamente una hora reloj y encarnados en un mismo cuerpo, atravesamos nuestra propia humanidad por la carne viva del bailarín que se lanza hacia sí mismo sin temor a sacudirnos con su movimiento.

El cuerpo constituye el primer foco de nuestras impresiones: frío, calor, hambre, miedo, sensaciones todas que sentimos el día que llegamos a este mundo, quién sabe para qué. Pero precisamente desde ahí, desde ese núcleo inimaginable y permeable a la vez, es desde donde conocemos y podemos pensar las cosas del mundo y, si tenemos suerte, pensarnos en nuestro cuerpo y conocernos a nosotros mismos. Así, utilizando la metáfora del plástico como elemento desechable, la obra mueve al espectador desde lo sensorial más que desde el pensamiento. Y no porque no apele a esto último, sino porque en definitiva resulta más certero acceder a la reflexión desde allí;  porque como diría su autor: «Plástico es reflexión en movimiento».  A fin de cuentas, «plástico» no es sólo un sinónimo, sino también un adjetivo; significa «dúctil, blando, moldeable». Así es el despliegue físico y dramático de Larea sobre el escenario y así sea ojalá -todavía- nuestro propio destino como humanidad.

*Esta obra fue presenciada hacia mitad del año 2017 en El Excéntrico de la 18, dentro del marco de Formación de Espectadores. Agradecemos la colaboración del artista Emiliano Larea, quien generosamente compartió información sobre su obra con nosotros e hizo posible la escritura de este texto.
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