Campus

Antes del mediodía, cuando el sol todavía está frío, vamos a dar un paseo por el campus. Nos gusta ver los mismos árboles sin hojas, las mismas canchas de tenis descuidadas, el auto azul abandonado y las bicicletas en alquiler. Contamos los pasos desde la residencia hasta el pino más grande.

En el camino hay una casa de muñecas tamaño real, es rosada y cubierta de enredaderas. Desde la ventana vemos que hay estatuas y pinturas clásicas, un piano sin teclas, pelos de gatos, tanta basura a punto de explotar. Nos miramos y pensamos que si viviéramos aquí, haríamos fiestas de té todos los jueves después de las tres.

Seguimos paseando por el Campus, avanzamos unas cuadras más y vemos la casa que más nos gusta, en la puerta dice Lindavista sobre un letrero de madera. Ya habíamos visto esta casa antes y descubrimos que por las noches hacían fiestas, jugaban billar mientras escuchaban éxitos de los ochenta y comían aceitunas, nosotros mirábamos y deseábamos estar con ellos.

Ayer se incendió el cuarto donde hacían las fiestas. Ahora nosotros nos quedamos viendo, imaginándonos ahí, dentro del cuarto, jugando billar en medio del incendio.

 

Fotografía: Aino Siiroinen

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