Feminismo en El rey Lear

Entre las obras de Shakespeare, El rey Lear es considerada, actualmente, como una de las tragedias más intensas, profundas y llenas de significado de la literatura, a pesar de que fue escrita hacia 1605.

Al contextualizar la obra, debemos partir desde el tipo de sociedad que imperaba en aquella época y en la que se desarrolla la acción de la obra. Así, podremos delimitar mejor las características de los personajes que se nos muestran; de este modo, vemos una sociedad jerarquizada, feudal y estamental, en la que en el rango superior está el monarca, rey Lear, al que todos le rinden pleitesía y vasallaje. Es una sociedad patriarcal, en la que, la mujer está relegada al segundo plano, así Goneril, Regan y Cordelia han de mostrar respeto al hombre, en cuyas manos está el poder y del que depende su supervivencia y defensa. Las tres mujeres se crían, como era natural y al igual que el resto de las mujeres de su época, con la idea de profesar un profundo respeto hacia la figura masculina, hacia su padre y marido. Su vida está rodeada de lujos debido a su alta alcurnia y ellas más que ninguna, deberán dar ejemplo a las demás mujeres con su actitud de sometimiento completo (obediencia ciega) a la figura del hombre. Así pues, tenemos ante nosotros a tres mujeres, a tres principales personajes de la obra, que desde su infancia han estado sometidas a las convicciones establecidas por un entendimiento patriarcal, en la que como hijas del rey todopoderoso tenían que acatar todos sus órdenes, mantenerse al margen de la política y ser obedientes, cultas y bellas, sin otra ambición que la de ser buenas hijas para agradar al padre y unas buenas esposas para el marido.

En la obra se hace un especial hincapié en la importancia de la obediencia; el enfado de Lear con Cordelia se debe a su silencio. Lear se enfada con Cordelia por no decir lo que quiere escuchar, ya que, su pregunta exige que ella diga aquello que le ha sido inculcado: un amor ciego hacia el progenitor. Lear es un hombre que espera ser adulado por sus hijas, pero Cordelia es la única incapaz de hacerlo como sus hermanas; es, en cierto sentido, la única sincera: le dice que lo quiere mucho, pero en el momento en el que contraiga matrimonio ese amor se verá dividido entre su padre y su marido. Al no cumplir las expectativas de su padre, Cordelia queda desheredada (la herencia se divide entre las hermanas mayores, Goneril y Regan): «Vos, Cornualles, y vos, duque de Albany, repartíos el tercer lote, añadiéndolo a la dote de mis otras dos hijas. Sírvale a ella de esposo el orgullo que nos vende como ingenuidad.» y recibe unas duras palabras de su padre: «(…) Abjuro desde ahora de todos mis sentimientos paternales, rompo todos los lazos de la naturaleza y de la sangre y te destierro para siempre de mi corazón», es decir, la declara muerta para él. Este fustigamiento se debe a que le ha avergonzado delante de sus vasallos, puesto que un solo error de las mujeres significaba la deshonra del patriarca de la familia. Cordelia a pesar de los desagravios injustamente recibidos, se ve incapaz de responder o rebatir, ya que eso habría significado una falta grave para con un rey y padre. Ella, debido a su educación, a su posición de inferioridad, debe respetar a su superior y debe someterse a su voluntad. No replicar no se debe solo a su posible turbación, se debe a que a pesar de considerarse inocente, sabe que es una subordinada y no posee el derecho de rebatir; también es muy conocido, históricamente, el hecho de que las mujeres no debían hablar si no se les preguntaba o se les permitía expresar su opinión.
Goneril y Regan también están sometidas a la autoridad de Lear, ya que le dicen lo que él quiere escuchar: «(…) decidme cuál de vosotras ama más a su padre. Nuestra benevolencia prodigará sus más ricos dones a aquella cuya gratitud y bondad natural más los merezcan. Vos, Goneril, primogénita nuestra, contestad la primera.» Sin embargo, ellas conocen los procedimientos, el protocolo de la época, son más astutas y saben cómo responder para calmar las ansias del ego masculino. Utilizan su conocimiento, precisamente, para desligarse de la opresión, menosprecio y dominio.
La diferencia de Cordelia de sus hermanas radica, en que, ella nunca sale del papel de la mujer sometida, sigue siempre el rol impuesto por la sociedad patriarcal. Ella nunca deja de estar de lado de su padre, ni aún después de haber sido maltratada verbalmente y desheredada; ni siquiera se inmuta ante su adverso porvenir al ver que sus pretendientes huyen en desbandada y no muestra el menor signo de pugna ante su aciago fin, en el que, su único salvador es el rey de Francia, un hombre que la rescata del abismo. Es más, tal es su grado de sometimiento que, la única vez que toma las riendas es al saber que sus hermanas se han deshecho de su padre y ahora ellas son las que gobiernan, por lo tanto, ella regresa a su tierra natal para luchar no solo contra sus hermanas por la «injusticia» cometida, sino también para poner el trono, otra vez, en manos de los hombres. Podemos decir que, Cordelia lucha por la restauración del poder patriarcal. Sin embargo, Goneril y Regan son completamente diferentes: están en contra de su padre, dedicadas a la búsqueda de sus propios beneficios, desean el poder y no muestran respeto a la unión del matrimonio.
Los estereotipos de la mujer, también son bastante claras en El rey Lear, de hecho, podemos distinguir a dos tipos de mujeres, la buena y las malas:
La buena mujer, obviamente, es Cordelia y son obvias estas características, porque no cesan los calificativos buenos hacía ella en toda la obra, esto lo podemos ver en las palabras de Kent al intentar defenderla ante su padre: «(…) Te aseguro, bajo mi fe, que tu hija menor no es la que menos te ama; un timbre de voz tímido y modesto no es, ordinariamente, eco de un corazón vacío e insensible.», porque la considera una «princesa buena y bienhechora» y una hija que realmente ama a su padre, por ello, Kent también la considera la mujer perfecta: «Sí, la influencia de los astros, de esos astros del cielo, rige nuestra suerte y decide los caracteres; si así no fuera, una pareja de esposos semejantes no podría engendrar hijos de tan distinta naturaleza.» Así pues, podemos decir que Cordelia es el prototipo de la mujer ideal que se buscaba en una sociedad patriarcal.

Dentro del estereotipo de las mujeres malas, estarían Goneril y Regan. Ellas son el prototipo de lo que no se debe ser y contra quien todos deben luchar. Son el mal y sobre ellas siempre triunfará en bien. Vemos cómo es percibida Goneril por el bufón de la corte, que puede estar expresando una opinión extendida entre los de su clase social: «(…) Mira ahí tienes uno de tus desperdicios.» Kent, por su parte, la define como una mujerzuela cualquiera: «¡Conque vienes provisto de cartas contra el rey! Te declaras campeón de una vana mujerzuela contra la autoridad de su padre.» El propio rey Lear también describe a su hija y lo hace contándole a su otra hija, Regan, que su hermana es una persona con muy malas intenciones y un alma corrupta y depravada, llegándola a comparar con el mismo buitre que atormentaba a Prometeo. Por su parte, Regan también es descrita como perversa y traidora. Tal es la semejanza de las dos hermanas en cuanto a descalificativos y modo de obrar que, parecen la misma persona, de la misma naturaleza vil.
Desde el punto de vista tradicional, podemos decir que, la mujer es vista como un desastre, un caos. Desde que una mujer ocupa el trono nace una grave crisis, que trae consigo la desdicha general. El mundo entra en guerra y la única posibilidad es la muerte. Por lo tanto, podemos traducir esto en que un Estado en manos de una mujer corre graves peligros, ya que la mujer no es capaz de asumir el gobierno al carecer de conocimientos  suficientes y al no poner comedimiento en sus actos. El reino en manos de una mujer está condenado a la desaparición, al desastre y a la destrucción. El bufón piensa que desde que Goneril y Regan están al cargo del gobierno, las cosas van cada vez peor: «(…) No esperes días plácidas de la región donde sopla el huracán (…)». Incluso uno de los sirvientes (exactamente el segundo criado) ve a Regan como un monstruo y teme que si ella continúa en el poder, el futuro será un lugar lleno de mujeres malvadas: «Si esa mujer alcanza larga vida y no encuentra la muerte sino al término de apacible vejez, todas las mujeres van a convertirse en monstruos.» Por lo tanto, la mujer es el monstruo aniquilador, la destrucción y la barbarie; pero todo vuelve a su cauce natural, por la gracia de los dioses, cuando las derrocan y tanto el poder como el trono, vuelven a manos del hombre.

Bibliografía:

  • Dos Santos Fernández, Mirta, La lectura feminista en la literatura: el caso de Delmira Agustini. UNED.
  • González González, Luis, La mujer en el teatro del Siglo de Oro español.
  • Grandes clásicos: Shakespeare. Editorial Labor, S.A., Barcelona. HIDALGO, Pilar, Shakespeare posmoderno, UNIVERSIDAD DE SEVILLA. Sevilla, 1997.
  • Shakespeare, William. El rey Lear. Editorial Planeta, Barcelona, 1980.
  • SHAKESPEARE, William, King Lear, WORDSWORTH CLASSICS, edited by Cedric Watts, 2004.
  • SHAKESPEARE, William, El rey Lear, BIBLIOTECA EDAF. Prólogo de Antonio Ballesteros. Madrid, 2007.
  • Vollendorf, Lisa, Literatura y feminismo en España (ss. XV-XXI), Ed.Icaria, Barcelona, 2005.

 

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