“¡Infelices!, repuse con trabajo,
¡cuánto dulce deseo y pensamiento
a tan amarga situación les trajo!”
Dante Alighieri (Inf. V. 112-114)
El amor o lo que conocemos como tal es siempre tema de actualidad. Lo vemos en los libros, en las revistas, está por todos lados. ¿Quién no ha estado enamorado alguna vez? ¿Quién no ha sufrido el tormento de un desamor o mantenido la esperanza de volver a ver al ser amado aunque sea en la otra vida?
Hoy se celebra el día del amor y por tanto vamos a hablar de él y de su importancia en muchas manifestaciones artísticas y culturales. Debido a su relevancia en la vida de los seres humanos, es uno de los contenidos más presentes en artes creativas como el cine, la pintura, la literatura o la música. Teniendo como referente principal la literatura, acompañada de algunas representaciones pictóricas, conoceremos a las siete parejas a las que el poeta Dante Alighieri consintió permanecer unidas tras la muerte, eso sí condenados a una eternidad en el Infierno.
Es interesante vislumbrar algunos detalles sobre la evolución en la historia de lo que hoy llamamos “amor”.
En Grecia y Roma el amor como lo entendemos hoy en día no existía. Los matrimonios no estaban ligados a este y, generalmente, eran concertados por el jefe del clan familiar o pater familias. El casamiento tenía como objetivo único perpetuar el linaje y forjar alianzas políticas y sociales. El amor entre esposos era algo que no se contemplaba tal y como lo hacemos actualmente.
Más adelante, durante la Edad Media y con la proliferación del cristianismo, dichas uniones debían ser aceptadas por la Iglesia y las relaciones previas al matrimonio estaban prohibidas. Como contrapunto a esto, durante en siglo XII surge una nueva manera de ver el amor que, a partir de entonces, va a estar definido por la pasión y el instinto. Se trata de la idea del amor cortés: una concepción platónica y mística del amor, una forma de amor secreta (que en muchos casos implicaba adulterio). Los trovadores se interesaron especialmente por la psicología del amor y fueron los pioneros en pensar en él tal y como lo hacemos ahora: como una relación de persona a persona. Estos fueron los primeros indicios del amor que se conocerá más tarde como amor romántico.
Comienza entonces una nueva forma de ver y representar el amor y las pasiones aunque, por mucho tiempo, se seguirán censurando las actitudes que se alejasen de la norma socialmente preestablecida. Sin embargo ya nada sería lo mismo, porque a partir de entonces y citando a Campbell (1988): “El amor no tiene nada que ver con el orden social: Es una experiencia espiritual más elevada que la del matrimonio socialmente organizado”.
El amor trágico
En relación con lo anterior surge el amor trágico que va a ser, desde entonces, uno de los amores más estudiados y tratados en la literatura de todos los tiempos. Es un amor intrínsecamente ligado a la fatalidad. Un amor irreprimible y prohibido en el que el destino juega un papel crucial, imponiéndose frente a los deseos de los amantes. Este es, con frecuencia, un sino trágico de soledad y muerte del cual los personajes no son capaces de escapar. Es el amor castigado. Un amor imposible, que condena a aquellos amantes que pretenden estar juntos y satisfacer sus deseos, en contra de todo lo demás.
El amor trágico culmina pues con la muerte del ser amado o incluso con la de los dos amantes. Es la muerte la que distingue el destino trágico, más allá de la mera separación. Si solo uno de los amantes muere, por norma general, el otro suele acabar también con su vida, al ver la imposibilidad de que su amor continúe. Tras la muerte es característico que los amantes se encuentren en el más allá y puedan seguir juntos.
El castigo por amar
El castigo por amar en exceso está presente desde el principio de los tiempos. Ya en los escritos sagrados se representaba a Satán como el mayor amante de Dios. La historia persa cuenta que cuando Dios crea al hombre, ordena a sus ángeles que se inclinen ante su nueva creación. El Diablo no podía inclinarse ante el hombre a causa de su excesivo amor a Dios: no podía reverenciar a nadie más que a Dios. Dios había cambiado sus órdenes. Pero Satán se había comprometido hasta tal punto con la primera orden de Dios que ya no podía violarla y en su mente, no aceptaba inclinarse ante nadie más que Dios, al que amaba sin límites. Entonces Dios le dice: «Sal fuera de mi vista». Y ese es el peor de los dolores del Infierno, en la medida en que el Infierno ha sido descrito, la ausencia del Amado, que es Dios. ¿Cómo soporta Satán esta situación a la que se le condena? Gracias al recuerdo del eco de la voz de Dios, cuando Dios le dijo: «Vete al infierno». Ese es un gran signo de amor. (Campbell, 2011)
El poeta italiano Dante Aligheri (Florencia, c. 29 de mayo de 1265 – Rávena, 14 de septiembre de 1321), escribió en los últimos años de su vida una de las obras más célebres de la literatura universal, el poema conocido como la Divina Comedia. Dante, como personaje principal de su propia historia comienza un viaje imaginario, “perdido en una selva oscura” (alegoría de la vida humana, sus dificultades y tentaciones) y es guiado por el poeta latino Virgilio para conseguir salir de esa selva, atravesando el Infierno, el Purgatorio y el Paraíso. El poeta mezcla los elementos simbólicos con múltiples referencias a personajes históricos y mitológicos, para construir una equilibrada y grandiosa síntesis del saber acumulado por el hombre desde la Antigüedad clásica hasta la Edad Media.
En una de las partes dedicadas a describir el Infierno, presenta algunos célebres amantes de la historia que sucumbieron a los placeres del amor y, por tanto, fueron castigados. La obra de Dante pretende presentar y resolver algunos de los problemas lógicos y éticos del ser humano y, en concreto, los relativos al amor y las pasiones.
Dante fue un fiel defensor del amor espiritual hacia una sola mujer y por eso condenará las pasiones carnales y adúlteras. Sus objetivos reales detrás de esto eran denunciar la corrupción eclesiástica de Roma, cuyo poder no reconocía, defendiendo una religión mucho más espiritual que la que estaba transmitiendo la Iglesia en aquellos momentos. Pretendía alcanzar el conocimiento de Dios a través del amor a una sola mujer idealizada y endiosada que encontrará su insignia en su amada Beatriz.
Es concretamente en el segundo círculo del Infierno (Acto V), donde los amantes pasionales se encuentran cumpliendo condena. Dante habla de que allí se hallan aquellos que han pecado de lujuria, aquellos que dejaron que sus apetitos sobrepasaran a su razón. Esos seres humanos que han amado demasiado, como ya lo hizo Satanás con Dios. El amor se convierte por tanto en un acto de rebeldía ante la norma. Y así, serán estos amantes los primeros que aparecen verdaderamente castigados en el Infierno de Dante.
En el segundo círculo del Infierno el castigo es ser infinitamente arrebatado y golpeado por el viento en un voraz torbellino. Este viento incansable y violento representa al instinto que domina y arrastra la voluntad y la razón del hombre, haciéndole perder todo dominio de sí mismo. Dice Dante: “En este oscuro lugar, donde abundan los llantos, se siente rugir el viento como cuando en el mar comienza una tormenta por fuerza de los vientos contrarios que chocan. Pero esta tempestad no se aplaca nunca y golpea a los espíritus con su violencia, en particular cuando ellos pasan delante a su propia ruina aumentan los gritos, el llanto y los lamentos y las blasfemias”.
Segundo círculo del Infierno de Dante
Los amantes del segundo círculo
Son siete los amantes que aparecen citados en el canto V de la Divina Comedia. Dante no escogió este número al azar. El número siete es un número simbólico que desde la antigüedad representa la perfección, es el número del ciclo terminado. Se trata además de un número espiritual que representa la unión entre el cielo y la tierra y sobre esto Dante tenía mucho conocimiento.
En primer lugar aparece Semíramis junto a su marido Nino. Ella es una legendaria reina de Asiria a la que se le atribuye la construcción de Babilonia con sus Jardines Colgantes y el mausoleo de su marido en la ciudad Nínive, a la que este da nombre. Según Dante, promulgó el placer como lícito entre sus leyes para librarse de la infamia en la que había caído. De ella se dice que dio de mamar a Nino y llegó a ser esposa suya, deshaciéndose de él más tarde mandando que lo asesinaran.
«Semíramis» (Christian Köhler)
A continuación se nos habla de Dido y Eneas. Dido fue la reina de Cartago que quebrantando el juramento de fidelidad que hiciera a su difunto marido Siqueo, se enamoró de Eneas. Tras pasar un tiempo juntos, Eneas tiene que abandonarla para cumplir el cometido que Júpiter le ha encomendado: fundar una nueva ciudad en el Lacio. No pudiendo esta evitar la partida de Eneas, Dido prepara una pira con las ropas que este había dejado en su palacio y el tronco del árbol que custodiaba la entrada de la cueva donde se amaron por primera vez y se da muerte con la espada de su amante. Eneas es un héroe que aparece citado infinidad de veces en la Divina Comedia ya que como Dante descendió al inframundo, en este caso para ver de nuevo a su padre, que se encontraba en los Campos Eliseos.
«El encuentro de Dido y Eneas» (Nathaniel Dance-Holland)
En tercer lugar se encuentran citados Helena y Paris. Helena fue una bellísima griega de la cual Paris, príncipe de Troya, estaba locamente enamorado. La diosa Afrodita había prometido al príncipe troyano el amor de Helena como premio por haber decidido a su favor en duelo de belleza que la había enfrentado a Hera y Atenea. A pesar de estar casada con Menelao, rey de Esparta, Helena también se enamora de Paris. Este amor desenfrenado hace a Paris raptar a Helena y llevársela con él a su país desencadenando una de las mayores guerras de la historia de Grecia.
«El amor de Paris y Helena» (Jacques-Louis David)
Aparecen entonces Aquiles y Polixena. El héroe enamorado de la princesa troyana Polixena, hija de Príamo, termina muriendo a manos de Paris, hermano de su amada. Polixena descubre el secreto del talón vulnerable de su amante y le traiciona contándoselo a su hermano. En un momento en el que se dirigían a encontrarse en el templo de Apolo, Paris le tiende una emboscada y acaba con su vida. Más tarde, tras el saqueo de Troya, el fantasma de Aquiles se aparecerá a los supervivientes de la guerra y exigirá que Políxena fuese sacrificada antes de que nadie pueda marcharse. En otras versiones se cuenta que Políxena se había suicidado tras la muerte de Aquiles, clavándose una espada sobre su tumba en nombre de su amor.
«El Sacrificio de Políxena Pittoni» (Giovanni Battista)
En quinto lugar se menciona a Cleopatra. Dante la llama lujuriosa en el verso 63 del canto V. La última reina de Egipto, famosa por su belleza y por su falta de escrúpulos. Sedujo sucesivamente a Julio César y Marco Antonio al morir el primero, para que su imperio perdurase. Finalmente dio muerte con un áspid para no caer en manos de Octavio cuando es derrotado Marco Antonio. Otras historias relatan que Cleopatra se quitó la vida al conocer el suicidio de su esposo. Antes de fallecer escribió una misiva a Octavio en la que le comunicaba su deseo de ser enterrada junto a Marco Antonio.
«Marco Antonio y Cleopatra» (Sir Lawrence Alma-Tadema)
Los penúltimos amantes pertenecen al ciclo de leyendas artúricas y son Tristán e Isolda. Tristán viaja a Irlanda para traer a Isolda, para que se case con su tío el rey Marco de Cornualles. En el camino, ingieren accidentalmente una poción de amor, que causa que la pareja se enamore desesperadamente. Aunque Isolda se casa con Marco, ella y Tristán están forzados por la poción a encontrarse y cometer adulterio. Tristán termina muriendo a manos del marido de Isolda que sorprende a los amantes e Isolda muere de amor. Se extingue en lo físico para unirse en lo espiritual con Tristán.
Joseph Campbell (2011) nos habla del cómo Tristán entendía el amor: “El amor era una revelación divina, y eso es lo que lo hacía superior al matrimonio. Esa era la idea de los trovadores. Si Dios es amor, bueno, entonces el amor es Dios. Meister Eckhart dijo: «El amor no conoce dolor». Y eso es exactamente lo que quiso decir Tristán con su: «Estoy dispuesto a aceptar las penas del infierno por mi amor». Y allí es donde según Dante han terminado ambos.
«Tristán e Isolda» (Rogelio de Egusquiza)
Los últimos amantes en aparecer no son ninguna pareja mitológica ni pertenecen a ninguna leyenda sino que son dos personajes reales, que Dante conoció. Son Francesca da Rimini y Paolo Malatesta. Francesca era la hija de un señor de Rávena, debía casarse con Giovanni Malatesta, señor de Rimini, pero se enamora de su cuñado Paolo. Ambos sorprendidos en pasión, mueren a manos del marido de esta. El hecho se dice que fue real, ocurrió en el año 1285. Francesca era familiar de Guido Novello de Polenta que acogió en su corte a Dante durante su destierro los últimos años de su vida.
Francesca cuenta su desdicha a Dante y a Ovidio mientras su amado Paolo llora en silencio. En su relato habla del momento en el que, mientras están leyendo un libro con otra historia de amor imposible: la del héroe de la tabla redonda Lanzarote y la reina Ginebra, esposa del rey Arturo, acaban besándose.
Dante condenó a Francesca y a Paolo al infierno por su pecado de amor pero poetizó e idealizó ese amor hasta casi perdonarlos.
«Los fantasmas de Paolo y Francesca se aparecen ante Dante y Virgilio» (Ary Scheffer)
Pasión, odio y muerte son los temas que envuelven estas historias de amor trágico, con el fin de hacernos reflexionar acerca del perdón y para que seamos conscientes de que el amor supera cualquier obstáculo.
Así le dice Píramo a Tisbe (en La Metamorfosis de Ovidio) cuando está a punto de darse muerte junto al cuerpo yaciente de su amada: “De ti sólo la muerte podía separarme, pero ni la muerte podrá separarme de ti.”
Dante en último término redime al amor y a todas estas parejas permitiéndoles permanecer juntos eternamente, a pesar de estar cumpliendo condena en el infierno. El amor por tanto “gana la batalla”. Estas siete parejas ya no son dos sino uno solo indisoluble por su destino de muerte fatal y condenados por su amor pecaminoso eternamente sí, pero unidos. Es el amor castigado pero a su vez sublimado por la muerte.