La primera vez que mis papás me regalaron una libreta no cabía de la emoción. Ver todas las páginas en blanco era una de las aventuras más importantes de mi vida, porque sabía que el proceso de llenar esas páginas me iba a hacer crecer y me iba a regalar un sinfín de opciones que no sé cómo describir. Lo primero que hice fue tocar las páginas con las yemas de mis dedos, para ver qué tan suaves eran, después las pasé por mi cara y por último las olí. Me encanta la sensación del papel en mi cara y el olor a nuevo de una libreta. Después escribí mi nombre y la fecha, para recordar por siempre esa primera libreta.
Empezar fue muy difícil, no sabía qué hacer, quería dibujar, escribir y pegar recuerdos, quería hacer muchas cosas, pero ninguna parecía la justa, sobre todo porque todo parecía una idea tonta. Mis papás sabían lo mucho que me gustaba escribir y dibujar, pero jamás se imaginaron que fuera a ser tan difícil para mi empezar a llenar las páginas, ellos creían que en pocos minutos les iba a mostrar con orgullo mis primeros garabatos, pero la verdad es que me demoré varios meses en hacer algo, tenía mucho miedo de dañar esa primera página con algo que no valiera la pena. Lo peor fue que tanta ansiedad hizo que no pudiera dibujar ni escribir, por dentro sentía que me estaba llenando, sentía que no cabía en mi cuerpo, sentía que algo no estaba bien. La sensación era dolorosa en muchos momentos y me empecé a sentir triste, comencé a apartarme del mundo, comencé a encerrarme en mi misma.
Mis papás estaban preocupados por mi, no entendían qué estaba pasando y me llevaron a muchos doctores y psicólogos, fue un tiempo duro para todos. Ninguno de nosotros pensó que el problema iba a ser la libreta, no porque estuviera embrujada o algo así, más bien era porque no lograba hacer nada en ella.
Un día mi mamá entró a mi cuarto mientras yo estaba en el colegio. Cogió mi libreta para ver qué había hecho y se encontró con que estaba en blanco. Esto la sorprendió profundamente, pues esperaba encontrar las páginas llenas de colores e ideas. En vez de preguntarme al respecto dejó la libreta sobre mi cama. Cuando llegué me sorprendió verla en un lugar diferente al que le tenía destinado y la abrí. Por dentro me encontré con una línea muy extraña. Definitivamente yo no la había dibujado, así que fui a preguntarle a mi mamá al respecto, pero ella no parecía saber o entender de qué estaba hablando, me dijo que ella no veía nada, así que tomé la decisión de investigar quién había dibujado esa línea.
Le pregunté a mi papá, a los vecinos, al señor de la panadería, al portero del edificio, a mis amigos, a mi tía, a mis abuelos, a la señora rara del piso de arriba, a mis profesores e incluso a mi gato, pero todos me miraron con extrañeza, pues ninguno veía ninguna línea y no entendían de lo que estaba hablando. Muchos pensaron que me estaba volviendo verdaderamente loca.
Mientras todo esto sucedía yo iba llenando mi libreta con las investigaciones que hacía, e iba dibujando a las personas que iba interrogando. Mi libreta se fue volviendo un archivo muy completo de una investigación que no parecía tener fin, pues nadie parecía tener una respuesta.
Hubo un momento en el que decidí hacer las cosas de manera diferente, de pronto esto me iba a ayudar a tener mejores resultados. Lo primero que hice fue copiar la página de la libreta donde estaba la línea. Para mi sorpresa la copia salía en blanco. Después de eso intenté tomarle una foto, pero de nuevo nada salía en la imagen. Un amigo del colegio me dijo que de pronto era tinta invisible y que debía usar una luz especial para verla, pero aún así nadie la podía ver además de mi. También intenté hacer pruebas científicas para saber de qué estaba hecha y qué tan vieja era, intenté determinar la fuerza de su trazo y si había sido hombre o mujer, incluso trate de identificar la edad de la persona que la hizo, pero aún así nada parecía dar resultado para entender cómo había aparecido y quién la había dibujado.
Mientras intentaba resolver este misterio se me acabó la libreta, así que le pedí otra libreta a mis papás, pues necesitaba llevar registro de mis investigaciones. En algún momento llegué a pensar que la libreta estaba verdaderamente embrujada y fui a donde la bruja del pueblo. Estaba muy asustada porque ella era famosa por convertir a los niños en seres extraños que ni siquiera tienen nombre, seres que no son de este mundo o de ninguno conocido en el sistema solar. Cuando toqué su puerta salió mi profesora de matemáticas. Esto me sorprendió muchísimo porque era la última persona que esperaba encontrar en la casa de la bruja. Le pregunté por la bruja y me dijo que no estaba en casa, también me regañó por llamarla de esta manera, pues era su mamá. Eso explica porque la profesora de matemáticas parece un ogro, seguro su mamá la convirtió en un ser extraño que disfruta las matemáticas y que le gusta hacerle la vida imposible a los niños.
Mientras hablábamos la bruja llegó a la casa, con su voz aguda me saludó, poniendo su mano fría y huesuda sobre mi hombro. Estaba vestida toda de negro. Me preguntó qué necesitaba y yo llena de miedo le dije que tenía un misterio por resolver y que ella era la única persona que creía podía ayudarme; también le pedí que se compadeciera de mi y que no me convirtiera en ningún ser extraño, que yo sólo quería su ayuda y nada más. Ella sólo se rió, mientras que mi profesora de matemáticas me miraba con furia, creo que me va a empezar a ir mal en esa materia y a mis papás no les va a gustar.
La bruja me dijo que siguiera a su casa, me pidió que le mostrara esa libreta mía y la ojeó por un buen rato. Me preguntó si tenía más y yo le mostré todas las libretas que llevaba en mi maleta producto de mi investigación, le dije que tenía más en mi casa, pues eran demasiadas para cargar conmigo a todos lados. La bruja era la única persona del pueblo a la que no le había preguntado nada sobre la línea, pues me daba mucho miedo acercarme a ella.
Al principio sólo miró las libretas, una por una, con calma, sin mucha preocupación, sin mucho afán. Parecía desinteresada y yo sentía que había cometido un error, ella no iba a ayudarme, iba a ser como su hija y se iba a burlar de mi. Después de un rato me dijo que le gustaba mucho todo lo que había hecho con mis libretas y que para ayudarme tenía que ver todas las demás, así que la llevé a mi casa y le mostré mi cuarto. Cuando entró se sorprendió por el poco espacio que en él había y lo oscuro que estaba, sobre todo porque los cuartos de niñas como yo no deben ser tan pequeños y escondidos. Me preguntó cómo hacía para dormir allí, incluso cómo hacía para vivir en tan malas condiciones. Yo sólo pude decirle que hace días que no dormía en mi cuarto porque no había espacio por las libretas, que por eso dormía en el cuarto de huéspedes, donde había puesto toda mi ropa. El problema es que también se estaba llenando de libretas y mis papás ya no sabían qué hacer con ellas y yo no iba a permitir que las pusieran en una bodega porque las necesitaba para mi investigación.
La bruja me pidió que le mostrara la línea de la primera libreta. Yo la saqué de mi maleta pues era la única libreta que siempre llevaba conmigo. Ella me dijo que no podía ver la línea de la que estaba hablando, porque no había nada dibujado en el papel, que esa línea estaba sólo en mi imaginación; pero también me dijo que esa línea estaba dibujada en todas las libretas que había escrito y que llenaban la casa. Después de esto me pidió un lápiz y dibujo una línea sobre el papel de la primera página, esa línea era mi línea, finalmente alguien podía verla además de mi. Con emoción fui a donde mi mamá a mostrarle mi libreta, pero ella aún así no podía ver la línea. Decepcionada volví al cuarto de huéspedes para preguntarle a la bruja qué era lo que había pasado, pero ella ya no estaba.
Esa noche casi no pude dormir intentando entender qué era lo que había pasado. Decidí que lo mejor era revisar mi investigación, pues de pronto en alguna libreta iba a encontrar una pista que me permitiera entender un poco mejor la situación. Me di cuenta que algunas personas creían haber visto algo en esa primera página, les pedí que lo dibujaran en un pedazo de papel y poco a poco fui formando un rompecabezas con los fragmentos de mi línea que iba recolectando. Finalmente, comparé este rompecabezas con la línea que había dibujado la bruja, pero a esa línea que había ido juntando le faltaba algo para ser exactamente igual a la de la bruja, así que fui a donde mi mamá con un trozo de papel en la mano y le pedí que dibujara una línea para mi, la que ella quisiera. Después de esto fui de nuevo al cuarto de huéspedes y junté lo que había dibujado mi mamá a todo lo demás, ahora sí mi línea estaba completa.
Mi investigación estaba terminada, ya no había nada más qué preguntar o descubrir, porque la línea siempre estuvo allí, yo sólo tenía que juntar los pedazos y eso fue lo que hice en cada una de mis libretas. Ahora creo que puedo empezar una nueva investigación.