Diálogo con el espejo*

Siento que vendrá en el momento menos
pensado y destrozará mi rostro con sus alas.

 

─Aquel pájaro entra por mi ventana agitando las alas como páginas hambrientas; su aura salvaje escala las paredes de la noche mientras su pequeño cuerpo va tomando dimensiones sobrenaturales. El Gran Pájaro convulsiona una fracción de segundo, se abre la cremallera del pecho, el corazón le late solitario. Aúllo con fruición y me lanzo al órgano palpitante para devorarlo. Entro en la caverna oscura y rojiza, soy tripulante de una máquina de sueños que viaja a través de profundidades oceánicas de magnitudes incognoscibles y dimensiones inenarrables. Nos zambullimos como cohetes que rompen el firmamento negro; cada planeta es una criatura ignota, cada supernova un pez gigante, cada agujero negro un agujero de sueños, algas y monstruos; y descendemos largo y profundo atravesando los cimientos de la Tierra, emulando un lápiz apuntando la piel de un globo rosa. El Gran Pájaro se transmuta en pájaro ─dolorosamente. Atravieso su cuerpo y retorno a mi vehículo de origen. Estiro mis garras níveas. La cremallera de mi pecho deja salir a los pájaros que habitan la noche y me fulminan con esa mirada que parece decir: «He venido por ti».

(El espejo se queda sin palabras).

 


* Relato perteneciente al libro Planeta Délfico y otros cuentos de Karina Luz.

A %d blogueros les gusta esto: