«Y la caricia es la espera de ese porvenir
puro sin contenido.”
(E. Lévinas)
Será que voy armado de un puro augurio.
Avanzando, montado en no se qué gesto
que me atraviesa y remece.
Embriagado del tictac unido a un antiguo encuentro.
Viento de fuerza, el mar continúa
floreciendo hacia ti.
Por mucho que llene de improvisada valentía
su triste espada, paciente,
¿Podrá desobedecer a la tierra
y encenderse a la vera tuya?
Dulce aureola, por dentro te divisan.
Es eso lo resuelto en este mal disimulado vértigo
que llueve, aguardando.
Viento entre letargo de pájaros perdidos
de su sol de descanso.
¿Qué clase de respiro eres?
¿Por cuál amanecer de montaña
debo dejarme albatrar?
¿Por qué tipo de solfeo incesante
puedo buscarme herir?
Festival de oro dormido en el musgo.
Trago de febril hermosura y confusos corredores.
¿En cuál abertura en la pared me nombrarás al fin?
¿Cuándo podré salir a encontrarme con tu orilla en un feroz abrazo?