Andrés R.W. lanza su cuadernillo Poemario II, una plaqueta-demo, con la que rompe un silencio de toda una vida y comienza a abrirse camino en el tímido pogo (que parece al que hacían al ritmo de Maná en el colegio) de la poesía colombiana. Se intuye que es un trabajo en proceso —como todos— del que puede surgir un libro más completo, un verdadero long play para romperse la jeta.
En Poemario II, los personajes son seres anónimos, como “el ñerito que lo acompañó a sacar las copias” y “la perrita Kena”, a quienes está dedicada la obra. Se escribe como se habla, se salta la norma (hasta la ortográfica) porque es preferible la mala ortografía a tener los versos de silicona.
Porque escribir es una de las formas de escapar de la locura cotidiana y su mordida inoxidable; y para el poeta, la única. Está el abandono de la familia y la irregularidad de los amigos: sólo la noche te adopta en sus calles y te hace suyo. Se llega a la epifanía vía alcohólica. Se exaltan los marginales pues todos tienen algo en común: la mala suerte de la poesía. Los sueños se guardan en bolsillos sin fondo…
Pero, sobre todo, se tiene algo muy claro: la literatura es un paracaídas roto contra el olvido.
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Nos dedicamos al improductivo oficio de apreciar las deposiciones que trae la vida
Con un desmesurado placer
Somos carne de cañón y con nosotros se mide lo miserable del mundo
¿Quién más que nosotros
Puede gustar de cometer incesto y pedofilia a la vez?
De pasar noches enteras cantándole a la botella sin gastar un solo peso
De amanecer como los dioses, que habitan debajo de los puentes
Mendigando un pan, unos pesos o su compañía.
¿Quiénes más perdidos en este mundo que nosotros?
Si hasta los perros vagabundos encuentran un hogar
Si hasta la mente más corrompida fue elegida por voto popular
Y si el humano más atroz se rige como un dios en este templo.
Nuestra vida no vale nada
Y como la nada no tendremos bando
Si los soviéticos nos hubieran encontrado en esta noche
Seríamos parte del gulag
Y si hubiéramos tenido la fortuna de caer
En los campos concentración seríamos jabones
O hermosas lámparas
Adornando la oscuridad y eso sería mucho mejor que creerse poeta
De todas formas no queríamos ser poetas
De todas formas la vida nos condenó a poesía
De todas formas no existe nada más patético y miserable
Que creerse poeta.
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