Trabajar

Cuando X dice trabajar se refiere a pasar ocho horas adentro de una cabina subterránea aislada cobrándole a la gente los pasajes de tren, seis días de siete que tiene la semana.

Cuando X dice trabajar nunca se refiere a hacer las compras, cocinar, lavar la ropa, barrer, baldear, hacer las camas, ordenar, despertar, vestir, dar de comer, bañar, llevar a la escuela a los hijos y revisarles los cuadernos, dar de comer al perro y al gato –que son las tareas que hace su esposa.

Cuando LA ESPOSA DE X dice trabajar tampoco se refiere a hacer las compras, cocinar, lavar la ropa, barrer, baldear, hacer las camas, ordenar, despertar, vestir, dar de comer, bañar, llevar a la escuela a los hijos y revisarles los cuadernos, dar de comer al perro y al gato, tareas que hace cotidianamente; cuando ella dice trabajar se refiere a la pila de ropa que remienda por encargo de la mercería del barrio, tarea a la que dedica cinco o seis horas diarias.

Cuando LA HERMANA DE X dice trabajar sí se refiere a hacer las compras, cocinar, lavar la ropa, barrer, baldear, hacer las camas, ordenar, despertar, vestir, dar de comer, bañar, llevar a la escuela a los hijos y revisarles los cuadernos, dar de comer y sacar a pasear al perro y al gato, tareas que hace a tiempo completo durante seis de los siete días de la semana en la casa de la familia Z.

Cuando LA SEÑORA Z dice trabajar se refiere a las tres o cuatro horas semanales que pasa encerrada en su atelier doméstico de pintura desplegando óleos en un bastidor, mientras mira cómo la hermana de X levanta la mierda del perro del jardín y friega la pileta vacía, en la que nunca se zambullirá.

LA SEÑORA Z también dice trabajar para referirse a cierto modo sofisticado de la atención que se presta a sí misma, por ejemplo cuando dice estoy trabajando sobre mi autoestima.

Cuando EL SEÑOR Z dice trabajar se refiere a pasar dos o tres horas al día en sus oficinas de Puerto Madero, firmando los documentos que le han preparado su abogado, su contador, su administrador y su secretaria, y controlando que sus empleados cumplan con sus obligaciones.

A veces EL SEÑOR Z le dice a LA SEÑORA Z que va a trabajar, pero miente, y en realidad se va a uno de los prostíbulos que quedan alrededor del obelisco, y pide un reservado con P.

Cuando P dice trabajar se refiere a quedar a merced de un proxeneta durante siete de los siete días que tiene la semana, para cualquier servicio sexual o de cualquier otra índole que se le exija a cambio de comida y una suma irrisoria que P le entrega cuando puede a la cuñada, que le hace el favor de criarle al hijo.

Cuando EL HIJO DE P dice trabajar se refiere a pasar las tardes con un balde y un trapo en una esquina del centro, pidiendo unas monedas a cambio de limpiar el parabrisas a los autos que paran en el semáforo, como hace todos los días EL SEÑOR Z, que nunca le da nada porque dice que lo de limpiar parabrisas es una pantalla para robar.

EL SEÑOR Z probablemente sea el padre biológico del HIJO DE P, pero gracias a Dios y a la Virgen Santa, P no tiene los recursos para demostrar una cosa así.

Cuando LA MAESTRA DEL HIJO DE P le dice que tiene que trabajar más, se refiere a completar el cuaderno con las tareas de lengua y de matemática, y copiar lo que hacen los compañeros los días que falta a la escuela.

Cuando LA MAESTRA DEL HIJO DE P dice trabajar, se refiere a las seis horas diarias que le dedica a la escuela pública del barrio de Constitución, más las seis horas diarias que le dedica a la escuela privada bilingüe del barrio de Recoleta, a la que asiste el hijo del señor y la señora Z.

Cuando EL HIJO DEL SEÑOR Y LA SEÑORA Z dice trabajar se refiere a lo que va a ser cuando sea grande: astronauta. Y presidente. Las dos cosas.

 

Del libro NORMALIDAD (Buenos Aires, 2017).

Foto: «NEW LOOK LA PELU DEL BARRIO», de Martina Matusévich // Instagram: panoramafotografía

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