Los estudiantes resisten tras las barricadas de adoquines. Muchos llevan resistiendo desde tempranito. Las heridas, el cansancio y el hambre no los harán dar su brazo a torcer. De repente suena un plomazo, y un estudiante cae en la UNI, en la UPOLI, en la Agraria: la Policía Nacional empezó a disparar a matar. En las universidades los gritos de los estudiantes se confunden con sus mismas voces, las que claman ayuda por sus heridos. Los estudiantes con conocimiento médico auxilian a sus compañeros. Siguen resistiendo a pesar de las balas. La UNAN-Managua está callada: los dirigentes de UNEN la tienen amordazada.
La Juventud Sandinista y la Policía Nacional se han olvidado de que también son ciudadanos. Por un mísero salario y permiso para matar con el gobierno han pactado. La sangre de los universitarios es como su droga, les llena el vacío de sus complejos sociales, de no atreverse a pisar una universidad para estudiar y progresar: es más fácil ser un asesino con licencia y recoger migajas que exigir sus derechos.
Destruyen las universidades como venganza de la justa rebeldía estudiantil. Los estudiantes solo tienen sus manos, algunos morteros y las piedras y los adoquines para protegerse. Claman ayuda, y la gente se moviliza aunque la Policía robe sus víveres.
El pueblo de Nicaragua ve todo a través de los Facebook Live que los estudiantes empiezan a hacer, desesperados, pidiendo ayuda a la población. Están luchando por el interés de todo el país: el derecho a contar con un seguro social digno al momento de retirarse. Pero el gobierno de Nicaragua, avaricioso, aunque ya lo poseen casi todo, ha decidido seguir metiendo mano en la bolsa de los trabajadores nicaragüenses. Y ya nos cansamos de aguantar.
Tomado de la Revista Niú.
Desde Masaya se escuchan gritos de resistencia. Los masayas, guerreros de sangre indígena, resisten fuertemente el ataque conjunto de la Juventud Sandinista y la Policía. Han pasado más de 12 horas y contando resistiendo bombas lacrimógenas, balas de goma y plomo, golpes y amenazas. Hoy, 21 de abril, ya empezaron a tener muertos entre los ciudadanos. Pero no ceden.
En el norte de Nicaragua Estelí, Matagalpa y Jinotega reaccionan. En Estelí se ha desarrollado cruenta batalla, cuyo saldo ha sido más estudiantes muertos, familias y amigos destrozados. Pero los norteños tampoco van a rendirse, y siguen en protesta a pesar de las balas.
Mientras la Policía ataca a estas ciudades en el municipio de Chichigalpa han depuesto las armas, y se han unido a la marcha pacífica de sus hermanos.
León, una de las más antiguas ciudades coloniales, está siendo destrozada por los perros del gobierno: atacan a la gente y queman sus edificaciones. Los leoneses, arrechos, responden a tanta sangre, y aunque también lloran a sus muertos tampoco están dispuestos a dejarse derrotar. Su sangre, ardiente como los volcanes que los circundan, está sedienta de justicia.
Los caraceños también están indignadísimos, y a pesar que el estado ya los mando a silenciar con sus turbas y guardia nacional, están saliendo a protestar. Jinotepinos y diriambinos reportan de sus hazañas, mientras la violencia se intensifica. Desde los cafetales corre rumor de rebelión.
Desde la bella isla de Ometepe llegan ondas del manto acuífero: son los isleños marchando, en respaldo a las demandas del pueblo. Los costeños también marchan, y aunque las políticas ‘pañas’ nos han alejado ellos viven el propio dolor de su pueblo del Pacífico hermano.
Los periodistas de medios no oficialistas han sufrido fuertes represiones. Por solo hacer su trabajo los han golpeado y asaltado. Han transmitido desde el lugar de los hechos medios como Artículo 66, Confidencial, Onda Local, La Prensa, Vos TV y 100% Noticias y no han callado a pesar de la brutalidad estatal. El gobierno los ha sacado del cable, pero ahora las redes sociales son sus nuevas trincheras de denuncia.

Los medios oficialistas como Canal 13, Canal 6 y Canal 4, furiosos ante la insumisión del pueblo, los llaman ‘grupos de derecha’ y ‘vándalos’ a como una vez Somoza llamó a Sandino y su ‘pequeño ejército loco’. Pero ahí no hay tal derecha: esos partidos están callados y resguardados, pues el gobierno los deja quedarse con su tajada. Los diputados, como siempre en sus asientos adormilados, callan relajados: a ellos ya les subieron sus inútiles salarios.

Mientras tanto, encolerizada, la vicepresidenta no halla consuelo en sus supersticiones ni rituales. Su voz de abuelita dizque beata e hipócrita se quebró, y en pocas entonaciones su verdadera personalidad afloró: con voz irancunda llamó al pueblo luchador ‘minúsculos grupos’, ‘vampiros’ y demás adjetivos que solo enardecieron a la gente luchando en las calles. Daniel Ortega sigue, oculto, en sus faldas estrafalarias. Desde ayer está asustada, y ya quiso empezar a llamar al diálogo, mientras sus compinches del COSEP, después de tanto provocarla, a la mesa se piensan sentar a negociar. No les importa la sangre de los estudiantes caídos. La gente reclama enardeciendo sus ánimos que no se van a sentar a platicar con estos gusanos, y ya se escuchan gritos de ¡FUERA ORTEGA-MURILLO! En calles y muros virtuales.
Aunque muchos artistas mal pagados por el Estado callan sus voces, otros muchos nos estamos manifestando. Ahí están los Lecheburra el himno entonando; los músicos David Martínez y Andrés Somarriba Palma fueron heridos cuando tocaban sus instrumentos de viento en la Catedral de Managua; el rap de Nicoya se volvió a adueñar de WhattsApp y desde Chinandega llegan las líricas de Lucy Leeh; Yader Bonilla nos regaló una bella canción de paz; Oscar Montenegro arenga a los pintores a ir a rayar calles, y los poetas hemos depuesto egos para agruparnos bajo la etiqueta #PoesíaINSSensible. El movimiento independiente de danza también se ha pronunciado porque tampoco quiere seguir viendo sangre de hermanos. Y más artistas se están sumando.
Esto está que empieza, ¡VIVA NICARAGUA LIBRE!
(Noticia en ampliación)