Hasta la muerte riega las flores

Hay una mujer vieja en escena: MACABEA, vestida de negro y con una mantilla en la cabeza, está subida en la parte alta de una escalera, está rodeada de cactus y muchas plantas. En el centro del escenario hay un fogón. Llega BELÉN con unos girasoles a punto de marchitarse, busca por todas las esquinas, está sufriendo y desesperada, hay velas en el suelo y más flores colgando de la escalera. 

BELÉN: Hola, hola… ¿estás aquí?

MACABEA: Hola, ¿a qué has venido?

BELÉN busca con la mirada por todos lados el lugar de donde viene la voz.

MACABEA: Aquí, arriba.

BELÉN: (se seca un poco las lágrimas y finge una sonrisa) ¡Hola! ¿Como estás? ¿Qué hay de nuevo?

MACABEA: Todo igual.

BELÉN sube a la escalera y le acerca las flores.

BELÉN: Te traje esto.

MACABEA: (huele las flores) ¡Gracias! Son hermosas… (pausa) Ha pasado mucho tiempo, la última vez que estuviste aquí eras una niña muy patética.

BELÉN se siente ofendida, baja de la escalera y camina lentamente hacia el centro del escenario.

Silencio.

MACABEA: Ya dime ¿Qué te ha traído otra vez aquí, después de tanto tiempo?

BELÉN saca un cigarro y lo enciende.

BELÉN: No es para tanto, pienso en ti con cada cigarro.

MACABEA: Ya me enteré de que comenzaste a fumar.

BELÉN: Si, pero tampoco le des tanta importancia.

MACABEA le quita el cigarro y lo apaga, BELÉN le planta la mirada.

BELÉN: ¡Oye!

MACABEA: (tosiendo) Me hace daño el humo.

Silencio

MACABEA: Me halagas con tu dicho ese del cigarro, pero no me engañas, soy más vieja que tú. Algo te ha pasado. Hace tiempo que no me visitas y antes nunca me traías flores. (pausa) Dime que quieres.

BELÉN: Necesitaba hablar con alguien.

MACABEA: ¿Como estas? No te veo muy bien.

BELÉN: No lo estoy.

MACABEA: (suspira) Siempre me buscas cuando tus penas se desbordan y no tienes nadie más a quien contarlas.

BELÉN: Es que… tu siempre estás.

MACABEA baja de la escalera coloca las flores con las demás y camina hacia el centro del escenario.

MACABEA: ¿Quieres una taza de té?

BELÉN: Bueno, gracias.

MACABEA trae dos tazas de té ya servidas, le da una a BELÉN.

MACABEA:  No hace falta que me digas lo que quieres, ya lo sé. Te dije la última vez que no te ayudaría.

BELÉN: ¡No entiendo por qué!, para ti es tan fácil.

MACABEA: Parece fácil, pero no lo es.

BELÉN: Eso lo dices solo porque no me quieres ayudar.

MACABEA: No es cierto, y lo sabes.

BELÉN baja la cabeza, MACABEA le da la espalda.

MACABEA: ¿Y ahora que fue? No, no, no, déjame adivinar. (pausa) Te dejaron.

BELÉN se acerca MACABEA por detrás.

BELÉN: ¿Cómo lo supiste?

MACABEA: Todos me buscan cuando ya no pueden tolerar su dolor. Mira, te he visto, pero tu dolor solo alcanza la pena. Tengo cosas más importantes que hacer.

MACABEA camina hacia la escalera y empieza a regar las flores. BELÉN recuerda un poema y se lo recita a MACABEA.

BELÉN: Tengo miedo…

En el eco de mis muertes

aún hay miedo.

¿Sabes tú del miedo?

Sé del miedo cuando digo mi nombre. 

Es el miedo,

el miedo con sombrero negro

escondiendo ratas en mi sangre,

o el miedo con labios muertos

bebiendo mis deseos.

Sí. En el eco de mis muertes

aún hay miedo.

MACABEA deja de regar las plantas y regresa a ver a BELÉN.

MACABEA: (regañando a BELÉN) ¿Me vas a recitar a la Pizarnik? ¡Mírate! Tú no eres nada como ella, no tienes esa clase de enfermedad. Solo te sientes desgraciada, y quien no se siente así después de que le han dejado. (pausa) ¿Te has visto en un espejo?, ¡eres joven, bella, el dolor que sientes es temporal, como todos! (pausa) Nada vale menos la pena que lo que yo te puedo ofrecer. Desiste ya, niña.

BELÉN camina dando la espalda a MACABEA, saca disimuladamente de su bolsillo una botella pequeña, MACABEA la observa. 

MACABEA: ¿Qué es eso, veneno? No me digas que has traído un plan B. ¿Recuerdas como terminó la última vez?

BELÉN: ¡No me importa!

MACABEA: ¡Dámelo!, esas cosas están prohibidas aquí.

Silencio

MACABEA: ¡He dicho que me lo des! ¡No vas a estirar la pata! Luego yo que hago con tu patético cadáver.

BELÉN: ¡No!

MACABEA: ¡Dámelo!

MACABEA intenta quitarle el frasco y BELÉN la esquiva, forcejean. BELÉN cede de mala gana, MACABEA guarda el frasco. BELÉN camina hacia una vela y se sienta en el piso frente a ella, empieza a jugar con la llama.

BELÉN: ¡No lo entiendes! Me siento… (pausa) tan débil como esta llama. No tengo apetito, no salgo de casa, no me dan ganas de hacer nada. (BELÉN se pone de pie) ¿De qué me sirve existir así? ¡Soy un puto estorbo, no le sirvo a nadie, por eso todos me dejan! (pausa) Solo me queda dejar de existir, y si tu no me ayudas lo voy a hacer sola.

BELÉN se levanta bruscamente del piso, se seca las lágrimas y camina hacia la salida del escenario. MACABEA la detiene.

MACABEA: ¡Cuéntame! ¿Cómo piensas lograr tal hazaña?

BELÉN: ¡No lo sé! Me tiraré del piso más alto y mi cráneo explotará contra el pavimento… o ingeriré una gran cantidad de pastillas de nombre desconocido… o me cortaré las venas en la bañera, en forma vertical porque horizontal no da resultado, me podrían salvar y se jode todo… (amenazante) ya encontraré la manera, ya verás que no te necesito…

BELÉN vuelve a caminar hacia la salida del escenario, regresa con una soga y empieza a hacer un nudo para colgarse, lo hace mal. MACABEA la observa desde un extremo del escenario mientras toma su té.

MACABEA: ¡Ay niña!, no puedes ni hacer un nudo.

BELÉN: ¡Ya verás cuando lo logre!

MACABEA se acerca a BELÉN, le quita la soga y empieza ella a hacer el nudo.

MACABEA: Si vas a hacerlo aquí, que no sea otro intento fallido. Luego veré que hago con tu cuerpo muerto.

MACABEA le entrega la soga a BELÉN con un nudo perfecto, BELÉN la cuelga de la escalera.

MACABEA: (recita) 

Vida, mi vida, déjate caer, déjate doler, mi vida, déjate enlazar de fuego de silencio ingenuo, de piedras verdes en la casa de la noche, déjate caer y doler, mi vida.

Silencio.

BELÉN mira a MACABEA.

MACABEA: ¿Qué pasa? ¿Qué no me puede gustar la Pizarnik?

Silencio.

BELÉN hace intentos torpes de colgarse, MACABEA la observa.

BELÉN: No, no es eso. (pausa) Es que… no es la mejor manera.

MACABEA: Cualquier manera es buena cuando se quiere realmente.

Silencio.

MACABEA: ¿Entonces no lo vas a hacer?

BELÉN: ¡Lo haré a mi manera!

MACABEA ríe, guía a BELÉN hasta el otro lado de la escalera y trata de hacer que se siente, BELÉN se resiste.

MACABEA: ¡Siéntate y escúchame!

BELÉN: ¡No quiero escucharte! He venido aquí porque en realidad lo necesito… pero lo único que haces es burlarte y regañarme.

MACABEA riega sus flores, BELÉN se sienta resignada en la escalera.

MACABEA: No sabes lo que dices. Me he paseado por tu almohada muchas noches, te he acompañado en tus insomnios, he recogido tus lágrimas y he sentido como tu corazón se deshace, pero también he sentido que aun tienes mucha fuerza oculta por ahí, en algún lugar dentro de ti. (lo dice señalando su corazón, hace una pausa) Es lo que tenemos las mujeres, jamás vemos realmente lo poderosas que somos, nos dejamos llevar por las promesas de unos niños que no tienen el valor de reconocer eso en nosotras y terminamos destrozadas. Y sabes que es lo peor, que los dejamos volver una y otra y otra vez.

BELÉN mira a MACABEA, reflexionando en lo que acaba de decir. MACABEA toma a BELÉN de la mano y la lleva al centro del escenario.

MACABEA: ¿Sabes? Él también vino a visitarme la otra noche…

BELÉN: ¿Él? (pausa) ¿Mi Él?

MACABEA: Si.

BELÉN: ¿Y qué te ha dicho?

MACABEA evade la pregunta de BELÉN y vuelve a regar sus flores.

MACABEA: Las lágrimas son lo mejor para regar las flores en esta parte del mundo.

BELÉN: No divagues en tus flores ¡No me cambies el tema!

MACABEA: Todos vienen aquí buscando lo mismo que tú, creyendo que la salida que yo les ofrezco es la definitiva, la verdad es que nadie sabe que viene después, ni siquiera yo lo sé muy bien. (pausa) Todos al final, logran su cometido, después de uno, dos o tres intentos fallidos, y a mí no me queda más que visitarlos en sus últimos segundos y llevarme lo que queda.

BELÉN: ¡Dime! ¿Qué quería él?

MACABEA: ¿Qué crees tú que quería? (pausa) Pues lo mismo que has venido a buscar hoy.

BELÉN: Y ¿se lo diste?

MACABEA: ¡Claro que no! ¿Quién te crees que soy? Tengo un hall de la fama de todos los que han venido aquí a pedir lo mismo que tú, si a ellos no se lo di, porque se lo daría a él.

BELÉN: Pensaba que tal vez el sí encontró la manera de convencerte.

MACABEA: No, nadie ha podido.

BELÉN: ¿De verdad ha venido por lo mismo que yo? Yo no pensé que…

MACABEA: (interrumpiendo) Ay, es igual, ni siquiera me preguntó por ti.

BELÉN: ¡Mientes!

MACABEA toma a BELÉN de las manos, intenta hacerla bailar.

MACABEA: No, ya me conoces, soy muy mala mintiendo. Te voy a contar un secreto, yo no trabajo sola, por eso no puedo darte lo que quieres…

BELÉN suelta bruscamente las manos de MACABEA.

BELÉN: (interrumpiendo) ¿Y… cómo estaba?

MACABEA: ¿Es en serio? ¡Yo queriendo contarte mis más profundos secretos y a ti solo te interesa como estaba aquel que te ha roto el corazón!

BELÉN: ¡Vamos! ¡Ya dime!

MACABEA: Algo más flaco, pero bien.

BELÉN: Entonces no quería lo mismo que yo…

MACABEA: No realmente, necesitaba oír lo que la mayoría de los hombres.

BELÉN: ¿Y qué es eso?

MACABEA: Le he dicho que tú estabas bien, que tiene una vida por delante y ese tipo de cosas, ellos necesitan saber que nosotras estamos bien para aplacar sus culpas y ya, así pueden seguir tranquilamente con sus vidas. Son simples en realidad, más simples que nosotras.

BELÉN: Y, ¿eso no es lo mismo que me has dicho a mí?

MACABEA: Si te fijas bien, no.

Se oye un golpe y se empiezan a escuchar unos gritos espantosos. BELÉN se sobresalta, MACABEA sale del escenario y cuando vuelve los gritos han cesado.

BELÉN: ¿Qué fue eso?

MACABEA: Son los gritos de quienes golpean obligadas a mi puerta.

BELÉN: ¿Obligadas? ¿Cómo que obligadas?

MACABEA: ¡Eso exactamente!

BELÉN: ¿Como puede ser?

MACABEA: Hay mujeres, niñas en el mundo a quienes no solo las abandonan, las tratan como a sacos de basura. Que terminen aquí no depende solo de mí, son ellos…

BELÉN: (interrumpiendo) Pero no entiendo como… quienes…

MACABEA: Padres, novios, esposos, hombres para quienes sus vidas valen tan poco que no les importa arrebatárselas. (pausa) Tienes suerte de que solo te dejaran.

Silencio.

MACABEA: No sufras por ellas, están mejor aquí, pronto podrán ayudarme a regar las flores.

Silencio.

MACABEA enciende un tocadiscos. Suena Las Histéricas de Liliana Felipe.

MACABEA: En fin, chiquita, ¿qué has decidido, vas a regar las flores o vas bailar conmigo?

BELÉN: ¿Bailar?

MACABEA: ¡Si, Bailar! Vas a ver como después habrás olvidado lo que viniste a pedirme.

BELÉN: ¿Y por qué bailamos?

MACABEA: Por aquellas que no pueden.

MACABEA extiende su mano e invita a BELÉN a bailar, BELÉN baila con ella. 

MACABEA: ¿Lo ves?, vivir es mucho más sencillo, si sabes bailar tus penas.

BELÉN: ¿Nos veremos otra vez?

MACABEA: Eso depende.

BELÉN: ¿De qué?

MACABEA: De si decides ser fuerte o seguir siendo tan patética como antes.

AMBAS sonríen, salen del escenario bailando.

FIN

*Obra teatral dirigida por Pedro Saad Vargas como parte del proyecto El Instante Microteatro en la ciudad de Quito. Actices: Daniela del Castillo como BELÉN y Erika Granda como MACABEA.

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