Sólo dos

Autoficción

Qué difícil es

a veces

inventarse una nueva versión

de uno mismo

La conciencia persigue

los músculos recuerdan

y la piel acata

Las grietas como ríos o arterias cíclicas

son el animal indefenso

sin madriguera

Qué duras

las viejas enfermedades del silencio

¿Saldrá alguien después de este acto vil y terrorista?

¿Lograré figurar un nuevo cuerpo imperfecto?

Mujer que habita la rabia creadora del futuro

ella

que se rige por la ley natural de la vida y la muerte

que disuelve mi palabra

en sílabas, vocales, consonantes, tonos, sonidos, vibración

del uno castellano.

Tu voz es mi voz

en esta autoficción extraña

irreconocible

innombrable

Ácido desoxirribonucleico

polímero de doble hebra

abres caminos de piedra y luz

en mis aguas oscuras

atemporales

El sueño

En el sueño era yo el volcán

y la gente huyendo.

Yo era la tierra y el fuego. Era la lava y la explosión. La furia, el rugido.

Yo

era alta, grande, robusta pero no tenía voz. Solo vibraba y todo adentro mío estaba en movimiento

pero no tenía piernas, brazos, ni ojos sin embargo respiraba.

Podía ver a la gente huyendo. Y la gente era yo.

Yo era todos. Yo era los cuerpos, el miedo y los gritos y la mujer que corría despavorida, con tacones rojos y un vestido.

Todos huímos hacia el mismo lado, por la misma calle.

Me tropezé, caí.

Los demás pasaron por encima mío, me aplastaron. Y así con el dolor y el miedo embutido en mi cuerpo. observaba. Serena.

Veía alejarse las espaldas de las gentes, como si viera una película sin sonido, en una cámara lenta infinita.

Contemplé el miedo de los cuerpos, lo reconocí. A la vez, él erizaba mi carne, la carne de todos.

Dos estados

dos sustancias que están juntas pero que no se mezclan. Dos líquidos densos que existen uno porque el otro.

Yo huía con un bebé en brazos.

Huía desnudo.

M.A.S

A %d blogueros les gusta esto: