Fragmento de «El Bestiario o procesión de Orfeo». Guillaume Apollinaire, 1911. Con grabados de Raoul Dufy.
Traducción de Estefanía Angueyra.
El pulpo
Lanzando hacia el cielo su tinta,
succionando la sangre de su amor,
y encontrándola exquisita,
ese monstruo inhumano, soy yo.
La oruga
El trabajo lleva a la riqueza.
Pobres poetas, ¡trabajen!
La oruga que sin cesar persevera
se vuelve mariposa exuberante.
El cangrejo
Incertidumbre, oh mis encantos,
ustedes y yo nos vamos
como los cangrejos se van,
hacia atrás, hacia atrás.
La tortuga
¡Oh delirio de la Tracia mágica!
Hacen sonar la lira mis manos impávidas.
Los animales caminan al son
de mi tortuga, de mi canción.
El caballo
Te sabrán cabalgar mis tiesos, formales sueños,
mi destino en carroza de oro será tu bello cochero
que por riendas mantendrá tensos
hasta el frenesí, mis versos,
parangones de toda poesía.
El búho
Mi pobre corazón es un búho
que se clava, que se desclava, que se reclava.
De sangre, de ardor, está exhausto.
A todos los que me aman, mi ser los alaba.
Orfeo
La hembra del alción,
las voladoras Sirenas, el Amor,
saben canciones humanas
peligrosas y desalmadas.
No escuchen a estos pájaros malditos,
sino a los Ángeles del Paraíso.
El delfín
Delfines, ustedes juegan en el mar,
pero siempre es amarga la oleada.
En ocasiones, ¿mi alegría estalla?
La vida sigue siendo bestial.
El león
Oh león, imagen infausta
de reyes de caída lamentable,
ahora no naces más que en jaulas
en Hamburgo, entre alemanes.
El saltamontes
He aquí el fino saltamontes,
de San Juan el alimento.
Puedan ser como él mis versos
el manjar de los buenos hombres.
El elefante
Como su marfil un elefante,
en la boca guardo un tesoro radiante.
¡Púrpura muerte! … Compro mi gloria
al precio de palabras melodiosas.
La liebre
No seas lascivo y cobarde
como el lebrato y el amante.
Sino que tu cerebro sea siempre
la liebre fértil que engendre.
Orfeo
¡Que tu Corazón sea el cebo y el cielo, la piscina!
Porque, pecador, ¿qué pez de agua dulce o bien marina
se iguala, y por la forma y el sabor,
a ese bello pez divino que es JESÚS, Mi Salvador?
El dromedario
Con sus cuatro dromedarios
Don Pedro d’Alfaroubeira
recorrió el mundo y lo admiró.
Hizo lo que quisiera hacer yo
si tuviera cuatro dromedarios.
El ratón
Hermosos días, ratones del tiempo,
ustedes roen mi vida poco a poco.
¡Dios! Pronto cumpliré veintiocho,
y mal vividos, según mi deseo.