He preguntado por mis libros,
escucho la misma historia.
La habitación está vacía, no hay ventanas,
luz de abundancia se asoma en las grietas,
camino hacia el resplandor de tus cabellos cenizos.
El fuego se aproxima con la mañana,
el crisol de los tiempos
que respira la escarcha de las paredes.
Toqué la libertad con mis extremidades cubiertas de afueras y eucaliptos.
Tarareas pensamientos y sueños en lenguas con otro sabor de tierra.
Te sigo,
hendiendo la niebla y la sombra,
los caminos y los muros,
el alma va sola,
no necesito nada más.
Vas resuelto hacia donde los sentidos
se diluyen alto, lejos, sin temor.
El fuego, el fuego, el fuego,
el fuego hermético
saluda tus cabellos cenizos.
El fuego, el fuego, el fuego,
he de abrazar el fuego.