La poesía… ¿ha muerto?

«No digáis que, agotado su tesoro, 
de asuntos falta, enmudeció la lira; 
podrá no haber poetas; pero siempre 
habrá poesía….»
                    (Gustavo Aldolfo Becquer)

Cuando empecé a escribir poesía, me encontré con cierto rechazo a este género literario con comentarios como “¿Poesía? No Gisella, la poesía no da», «Dedícate a la narrativa…” o “Escribe, pero no pierdas el tiempo con la poesía…”, y fue ahí que la pregunta surgió “¿La poesía… ¿ha muerto?”.  Con Vallejo rondando en mi cabeza por años “¡Y si después de tántas palabras, no sobrevive la palabra!…”, decidí abrir una página en Facebook y publicar. Así, me interné en un mundo desconocido pero tan cercano y encontré poesía… Poesía por todos lados, en todas sus formas, en todos los lugares, en todas las redes.  Pude por fin, responder la pregunta que por años me hice:  “No, la poesía no ha muerto, está más viva que nunca y se va transformando, renovando como todos y todo solo que no nos detenemos a observar”.

El día 13 de junio de éste año, en Mark Twain School, una escuela ubicada en el barrio de San Borja en Lima-Perú, se organizó un Encuentro Literario al cual asistieron como invitados los poetas: María Belén Milla, Manuel Angelo Prado y Astrid Soldevilla, con la idea de presentar a las nuevas voces poéticas del Perú e intercambiar sus escritos y opiniones con los alumnos de esa institución; una magnífica manera (a mi parecer) de cerrar el tema literario que en ese momento se trataba en aulas.

Esta experiencia fue tan grata como sorprendente para mí y para los poetas participantes, los alumnos hicieron conexión inmediata con los invitados y tenían muchas ganas de escuchar e intercambiar sus trabajos. El momento resultó ser muy motivador y más que enriquecedor para ambas partes, es así que converso con María Belén al respecto de la experiencia y rescatamos puntos interesantes sobre el encuentro con estos jóvenes adolescentes.

G.B. «Ma. Belén, es increíble cómo la poesía va abarcando terreno en la actualidad. La vitrina que dan las redes ayudan a que los jóvenes pierdan el miedo a comunicarse y encuentren nuevas formas de difusión que van más allá del papel… desde tatuajes, imágenes y hasta videos en Youtube. En este contexto, ¿cómo ves tú el panorama de la poesía contemporánea?»

M.B. «Es absolutamente cierto lo que dices. Hay algunas personas que miran todavía con mucho recelo a las redes sociales o al Internet cuando se habla de difusión literaria. Creo que es una actitud inútil basada en la obstinación de querer, a toda costa, mantener un sistema bastante tradicional de divulgación. Hace sesenta años, era realmente difícil poder publicar un libro con alguna editorial, y ni qué decir de difundir la obra. Hoy tenemos la verdadera fortuna de poder acceder a distintas plataformas virtuales a través de las cuales se puede llegar a todo el mundo. Estamos a un click de la poesía escandinava contemporánea y de la hispanoamericana, por ejemplo. Por eso creo que restarle magnitud a lo que puede hacer el Internet por nosotros, los que persistimos en la escritura, es contraproducente. Al contrario, creo que se debería recibir con buena cara esta nueva era digital y utilizarla a nuestro favor. Soy alguien bastante optimista cuando se habla de poesía contemporánea. Estoy convencida de que el panorama poético de la actualidad es maravilloso y tiene muchísimo futuro. La poesía no ha muerto, está más viva que cualquiera de nosotros. Veo que cada vez hay más gente escribiendo poesía en todas sus formas y con propuestas bastante innovadoras en las que, incluso, se adopta un registro lingüístico muy vinculado al universo digital. La poesía existe muy a pesar de la edad. No importa si se tiene 10, 28 o 70 años, la poesía siempre va a existir porque es parte de la experiencia de vida del ser humano. Se va a continuar escribiendo por mil años más, estoy segura.»

G.B. «Me sorprendió el recibimiento que tuvieron entre los jóvenes. Empezaste el encuentro pidiendo que aquellos que hubieran caído en las redes de la poesía levantaran la mano, y todos los presentes lo hicieron. Estamos hablando de adolescentes de doce a dieciseis años, inmersos en dos horas de pura poesía y todos participaron. Incluso les pidieron autógrafos al terminar la jornada. Cualquiera pensaría que ustedes son actores o cantantes, no ¡son poetas! ¿Qué sensación te dejó esta experiencia?»

M.B. «¡Es verdad! Esa mañana en el Mark Twain School fue una experiencia fabulosa. No solo me impresionó la acogida de los alumnos, sino también la lucidez con la que elaboraban preguntas acerca del quehacer poético. Parecía como si hubiesen respirado poesía desde siempre. Insisto en que estamos viviendo una fiebre poética. Pero este tipo de experiencias ya sucedían muchos años atrás, y de manera descomunal. Antes, los poetas llenaban, literalmente, estadios de fútbol. Ese fue el caso del poeta ruso Yevgueni Yevtushenko. Pero no solo congregaba mares humanos en Rusia. Él iba de gira por distintos países y el cariño que la gente le tenía era insuperable. ¿Te imaginas? ¡Miles de personas reunidas en un estadio para escuchar a un poeta recitar! Qué locura y qué maravilla. Un caso similar fue el de Pablo Neruda, que era una especie de rockstar. Eso solo prueba que la poesía alguna vez tuvo tanta acogida y potencia como la música. Ahora se ha perdido ese espíritu, pero, como te dije, soy una persona optimista. Creo que la poesía puede volver a tener la popularidad de antes, solo hace falta esa pequeña chispa que encienda la hoguera. Y para eso estamos nosotros.»

G.B. «Tengo la impresión que los adultos de mi generación hemos dado por sentado que los adolescentes en la actualidad no tienen interés en la cultura, en el saber, en el querer conocer. Sin embargo, no hay nada más alejado de la realidad, ya que ellos se están nutriendo e intercambiando día a día información y cultura a una velocidad increíble y van descubriendo diferentes formas de expresión. ¿Tú también tienes esta sensación, viniendo de una generación más joven y además en contacto continuo con jóvenes gracias a tu labor como educadora?»

M.B. «¡Claro que sí! La creencia de que a los adolescentes no les interesa aprender o conocer no es del todo cierta. Las nuevas generaciones sí buscan aprender y acceder a información, pero de otras maneras. Como bien señalas, la información no tiene límites en la era digital en la que vivimos. Sin embargo, creo que también es verdad que existe un gran grupo de adolescentes que, a pesar de tener al alcance de la mano todo tipo de información valiosa en Internet, prefieren utilizarlo para ejercicios atrofiados en las redes sociales, por ejemplo. Con esto no quiero decir que las redes sociales no son algo positivo, al contrario, creo que tienen un gran poder si se redirige a causas que valgan la pena, como la difusión de la cultura, la divulgación de información, el fomento de debates políticos y sociales, etc. Creo que todo es cuestión de utilizar de manera inteligente las herramientas y posibilidades que Internet nos ofrece.
Por otro lado, yo tomo la docencia como una misión sumamente seria. Voy tres años enseñando cursos de literatura a muchachos entre 18 y 20 años. Cada inicio de semestre es difícil, no lo voy a negar. Ellos llegan a la universidad creyendo que la literatura es aburrida, que no tiene nada que ofrecer, que es difícil. Ocurre que muchos de ellos han tenido experiencias desalentadoras en el colegio. Una de las metas que me propongo es derribar estos prejuicios. Quiero que vean el valor de la literatura. Quiero que se den cuenta de que en un poema, en un cuento, una novela u obra de teatro se encierran todo tipo de monstruos y abismos. No se trata solo de ver la belleza de una metáfora, sino también señalar todo lo que está roído, quebrado, los conflictos humanos, etc. Busco que vean lo que yo veo. Me hace feliz cuando los alumnos se despiden, el último día de clases, diciendo, de verdad, que ahora miran con distintos ojos a la literatura. Borges decía que era un tipo de felicidad. No podría estar más de acuerdo. Y es que la literatura, por ser una expresión de la naturaleza humana, nos habla a todos y cada uno de nosotros. Habrá autores que nos digan más que otros, pero siempre existirá uno que nos diga algo.»

G.B. «Nosotros vivimos en un país en donde el apoyo a la cultura en general aún está en pañales y en cuanto a la poesía el apoyo y difusión es prácticamente cero. Es más, muchas de las presentaciones y lecturas abiertas son de movimientos o grupos independientes y en muchas casos cerrados. Teniendo adolescentes, como los que hemos visto, con tantas ansias de saber y comunicar. ¿Cuál crees que debe ser la posición del Gobierno en sus políticas culturales y educativas?»

M.B. «El Gobierno deja mucho que desear en muchos sentidos. El ámbito cultural no recibe apoyo suficiente por parte del Estado. Pero hay que reconocer que están haciendo un progreso. Ahora, al menos, gozamos del Premio Nacional de Literatura, inaugurado recién el año pasado. Pero aun así, hace falta mayor apoyo a los artistas nacionales en general. Argentina, Uruguay, México y Chile, por citar algunos casos de países sudamericanos, tienen muchos concursos y festivales en los que se promociona la obra de los autores de manera seria y comprometida. En el Perú, los escritores estamos abandonados. Y como nadie va a tendernos la mano, entonces optar por la autogestión y la autopublicación se vuelven imperativos. Creo que eso es lo único positivo que le encuentro al olvido del Estado: la gran ola de gestión cultural autofinanciada por jóvenes y las editoriales independientes que aparecen como la solución ideal a nuestros problemas. Incluso en estas circunstancias, mira cuántos poetas talentosos hay en este momento en el Perú. Imagínate cómo sería si se recibiera el apoyo que merecemos. Mientras tanto, es importante continuar apoyando a los colectivos culturales que promueven un verdadero cambio y apuestan por los autores nacionales que, en otros países, ya son bastante reconocidos. La AntiFil es un excelente ejemplo de esto. Se busca visibilizar a los artistas que andan creando maravillas en la oscuridad.»

G.B. «Considerando que te encuentras en la promoción de tu nuevo poemario “Amplitud del Mito”, agradezco el tiempo y paciencia que me brindas. Me gustaría terminar con alguna reflexión tuya con respecto a esta experiencia o al movimiento silencioso pero abrumante que se viene dando con la poesía gracias a estas nuevas generaciones y a aquellas que están por venir.»

M.B. «Gracias a ti, Gisella, por darme una ventana para poder hablar de estos temas. Veo a la poesía como un tipo de supervivencia y de registro orgánico de la vida. Mientras existamos los seres humanos, habrá poesía. Si bien nunca va a morir, es importante cuidarla para que no se debilite. Si el Gobierno no nos apoya, entonces nosotros mismos debemos encargarnos de resguardarla. Es un arduo trabajo, sí, pero empecemos por mostrarle al mundo que la poesía es para todos.»

Retrato MBM (1)

  María Belén Milla Altabás (Lima, 1991)

Estudió Literatura Hispánica en la Pontificia Universidad Católica del Perú, donde actualmente se desempeña como docente. Ha publicado los libros de poemas titulados Archipiélago (Celacanto, 2016) y Amplitud del mito (Alastor, 2018). Algunos de sus poemas han sido incluidos en antologías de Perú y Latinoamérica. En el 2017 quedó finalista del X concurso “El Poeta Joven del Perú” con una primera versión de Amplitud del mito.

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