Despierto a la inmensidad de los cielos, sentada en la tierra negra, cobijada con mi propósito espiritual, misión que cuenta el cóndor de los andes. Quieren desaparecer el testimonio sagrado de los animales, acallar el cuento celestial que perfuma la cúspide de la montaña, pero el misterio sobrevive las batallas y los ancestros nos recuerdan que el tesoro está en el corazón, escuchamos las células, escuchamos el fluir de nuestra sangre, el sueño concluye y me adentro a vivir la realidad tal y como es, con sus matices, caminando hacia la armonía, disponemos nuestra mente y corazón para recibir información, el poema es el verdadero cuando vivimos la palabra desde la acción.
Lo que decimos se siembra en el espejo existencial, amor infinito, escritura del alma, constelación natural, vida en expansión, conciencia de sí, vibración cósmica, respirando los árboles, coloreando flores, meditando las emociones que expresan los colores, los colores naturales, los colores de las cosas, las auras de los seres; con atención se pueden ver arco iris circundando los cuerpos y los espíritus, lo que quiere decir la vida con sus símbolos sutiles, lo que nuestra interpretación nos sugiere, cambio de dirección, ¿mente o corazón? los dos bailando en este bosque de manifestación. Hay guitarras en el templo, vibran para agradecer, resuenan con sus melodías en el cuarto de la memoria, abro la puerta, no hay nada, el recuerdo enloqueció, cambio como un camaleón, busca ahora una nueva canción, así se vislumbra otra enseñanza.
Siento que la tierra podría contener energías elevadas y sublimes, cada persona es también una parte de la tierra, conciencia de la tierra, tierra. La luna se mueve, cambia de lugar, aparece y desaparece, se pierde en la mirada de las estrellas, duerme para despertar mejor, se agita, canaliza sueños de la humanidad.
En el nuevo tiempo la danza es la política de la acción, los cambios que podemos hacer desde nuestra voluntad en expansión, ser brisa, ser cuidadora de la vida para encontrarnos de frente con el amor, amor que habita en el servicio por la causas de nuestro propio corazón, bien común, unidad perpetua, avanzamos al mismo océano, la senda de la purificación.
En la medida que cuido la naturaleza, cuido el camino espiritual, mientras más despierta esta mi energía para proteger el ecosistema, más elocuente mi alma. La sanación interna de los seres humanos se verá proyectada en la salud ambiental colectiva, vivimos en sociedad con otras personas, en asociación intrínseca con los árboles, los ríos y otros habitantes planetarios.
Respirar y peguntarse de donde viene el aire, beber e imaginar donde nace el rio, comer y recordar la historia de los alimentos, navegar por las visiones que trae un rayo de sol. Pongamos las manos en la tierra para sentí el propio corazón y dar nutrición a nuestro jardín interior. Cuando cultivamos una humanidad consciente de la vida con la que comparte el universo, se generan posibilidades de armonizar los movimientos y poner en acción los mecanismos sutiles que pacifican los instantes.

Imagen: Caro Os