La rabia… de Javier Moyano

Mis amigos nunca me han pagado para que escriba sobre ellos —o sus obras: espejos sucios—, deberían más bien pegarme un botellazo para que me calle y no los haga quedar mal. Pienso en Moyano como un escritor de unos 27 años o que, en todo caso, me lleva unos 10 años (teniendo en cuenta que yo me creo de 17). Los poemas de La rabia – De sombras y de abismo son bombas artesanales hechas con las papas del almuerzo, ácido sulfúrico para desfigurarle la cara al poder —visto éste no como un ente abstracto sino como una fuerza institucional concreta que fastidia, como una roca en el zapato (no confundir con Juan Manuel, el poeta paisa, pues ese viejito no molesta a nadie)— y que no temen a estar en pelota, aunque haya que poner en evidencia los calzoncillos cagados.

Colombia es un país donde se ve, por todo lado, profesores universitarios poetas, ingenieros poetas, policías poetas, carniceros poetas, políticos poetas… y hasta poetas poetas; pero donde —también— es más fácil que lo maten a uno, en cualquier esquina, a encontrarse con la poesía. Con Javier Moyano no se puede redundar en eso del “desencanto” o la “rebeldía”, en esas güevonadas que dicen los mismos que compran camisetas del Che Guevara  por Mercado Libre. No. Después de 10 o 15 años de constantes resacas uno no puede ser el mismo: ya existe la lucidez de llamar las cosas por su nombre. La poesía colombiana institucionalizada ha hecho del eufemismo una herramienta retórica. Moyano, al contrario, inventa su camino, se lo cree, tiene humor rabioso, es el ñero que roba y, tras del hecho (como dice mi mamá), apuñala cagado de la risa, pues no se trata de ser valiente sino de saber cuándo salir corriendo.

Entonces, los dejo con él… y ojo pierden la decencia… ¡y los celulares!

***

MY WAY

 

Tal vez algún día
me gane la lotería
con el dinero obtenido compraré:

una gran mansión donde me pierda,
tendrá una gran piscina llena de cerveza,
una limusina,
unas cuantas rubias sin sesos pero con grandes senos,
drogas y vinos finos,
un jet para ir a cagar a París,

un reproductor de música que truene hasta la luna,
le pagaré a cincuenta desgraciados que no hayan ganado la lotería
para que llenen mi panza y mi nariz,
compraré un misil a los gringos, otro a los soviéticos,
mandaré a vivir a mis parientes a Australia y los olvidaré,
también se me antoja comprar algunas joyas de Colombia o de África,
me haré a una revista o un periódico,
haré que los cerdos «periodistas» que trabajen para mí erijan de mi figura un mito,
le pagaré a gente para que diga que soy genial,
agrandaré mi pene,
me operaré los labios y me broncearé artificialmente,
abriré una whiskería rock,
seré estrella de rock,
capitularé con mi madre,
aseguraré mi ombligo,
contrataré médicos para no envejecer
preferiblemente a los que trabajaron con el rey del pop.
Tal vez algún día, seré yo.

Pero mientras tanto evitaré comprar boletos de loterías
y disfrutaré de los Buenos aires a tu lado.

Yes, it was my way.

hago gestos cuando me tomo un aguardiente,

no sé de carros
no sé jugar billar
me tiene sin cuidado el maldito fútbol
no tengo bajo mi colchón una Playboy
no me interesan las tetas o culos de mentiras (mentiras)
no le veo ningún problema a compartir un paraguas con un amigo
he medido mi pene y siempre digo la triste verdad
soy una vergüenza para mi padre y un fracaso para mi madre
no sé irme a golpes
siempre corro
soy pólvora mojada
tengo un perro pequeño y callejero al que le hablo maricadas
duermo con pijama
he llorado más de una vez viendo la misma película a blanco y negro,
no tengo muchos pelos y los que tengo no me los quito
he roto corazones y he puesto parches a otros
no presté servicio militar
y solo de una cosa me arrepiento:
pero no me acuerdo.

27

A mi torpe edad Donald se metió una escopeta en la boca y se convirtió en un ángel ingrávido,
Brian se hundió en el olvido y nos dejó con la lengua sin un blues.
A mi torpe edad mi madre ya me había parido,
mi padre ya estaba calvo.
Jesús aún vivía de mantenido como yo.
El hombre más feo del mundo se inyectó al diablo y nunca más cantó con una máquina de escribir de fondo.
James mordió la última nota de un grito desesperado y encendió el infierno para devorar la inocencia.
A mi torpe edad ya no sirvo ni para la guerra,
tengo tarjetas para pagar en cuotas,
sueños rotos para noches largas.
Ya he enterrado a un par de amigos,
he traicionado a otros tantos.
A mi torpe edad Douglas demostró que no todos los reptiles soportan el agua de París.
Yo renuncié a ser estrella de rock y me dediqué al misterio de los chicles bajo las mesas.
A mi torpe edad no moriré para ser inmortal, mejor subiré el volumen del estéreo.

Si está interesado en el libro La rabia – De sombras y de abismo, puede comunicarse con su autor por acá.

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