Carmen Verde Arocha: «Al escribir un poema les puedes mentir a todos menos a ti»

Carmen Verde Arocha es una poeta, ensayista y editora venezolana. Cuenta con una fértil y extensa trayectoria como poeta y ha estado al frente de la Editorial Eclepsidra (Caracas, Venezuela) por casi treinta años. Recientemente participó en el IX Festival de Poesía Latinoamericana de Viena junto a poetas de Colombia, Mexico, Argentina, España y Austria. 

El poeta senegalés Leopold Sedar Sénghor definió a la poesía como «El ritmo en la palabra que tiene por objeto expresar la densidad de un misterio en el primer momento inefable». ¿Cree que la poesía es misterio? Para Carmen Verde Arocha, ¿qué es la poesía? ¿Qué no es la poesía?

Comparto lo que dice Sedar Sénghor, poeta africano de poesía simbólica, sus libros Cantos de sombra y Elegías mayores así lo demuestran. La poesía vive en el misterio, como una grieta, rendija que halla el poeta para no mentirse a sí mismo. Al escribir un poema le puedes mentir a todos menos a ti. ¿Cómo le mientes al espíritu? ¿Cómo le mientes a tu esencia? Tal vez, ¿suspendiendo el acto de escribir el poema? Lo que sería un gran atrevimiento y un riesgo. ¿Cómo impedir la rozadura de tu propia voz? T.S. Eliot, decía: “El mar es también el borde de la tierra”.

¿Cuándo sintió el llamado de escribir poesía? ¿Cómo se encuentra con el poema?

A los 9 años, sentí un estremecimiento. Estudiaba 4° grado de primaria. Era una clase de biología y la maestra nos dictaba algo sobre los hongos, las algas y, de pronto, la escuché decir “Líquenes”. Esta palabra me asombró. Era la primera vez que la escuchaba. “Líquenes, líquenes, líquenes”, la repetí varias veces: La escribí. La subrayé. Me pareció bella. Me dieron ganas de llorar. No pude seguir tomando el dictado. Esa palabra me llenó. Me aisló. No me importaba su significado. “Lí-que-nes”, todavía recuerdo la voz de mi maestra Yaneth repitiéndola. Desde ese día, escribí en un cuaderno todas aquellas palabras que me gustaban. Luego, escuché “posillo”. Fui a visitar a mi abuela Estefanía una tarde: “Pásame ese posillo”, me dijo. Ese “llo” me sonó al ruido del agua. Era como un río. Comencé a llenarme de palabras y con ellas de imágenes. Un día no pude más y me vi escribiendo.
El poema me aparece en imágenes, como si se tratara de una pintura. Me emociona la claridad con la que regresan algunas experiencias que he vivido. Algo las hace nítidas. Entonces, sé que es el poema anunciándose. A veces quiero escribir y me da un sobresalto en el estómago. Puedo pasar meses o años anidando una emoción que me estremece. No es fácil parir un poema, en muy pocos momentos se deja ver. El presentimiento tarda. El único presentimiento que se anuncia acelerado es el amor, para lo demás hay que esperar y mucho.

¿La poesía es fruto de la inspiración etérea o del trabajo riguroso?

Es ambas cosas. La inspiración sola no hace nada. Hay que pulir la palabra. Considero un gran irrespeto no trabajar la palabra. El poema más sencillo, el menos pretencioso, el más cotidiano en su expresión exige mucho trabajo. La poesía es belleza y no se le puede negar su esencia. Me gusta el trabajo riguroso con la palabra. ¿Qué ocurre en nuestro interior cuando escribimos un poema? ¿El poeta tiene que estar consciente de que está escribiendo un poema, más allá de su contenido, aún en medio de los mayores miedos y angustias como lo que estamos viviendo en la Venezuela de ahora? No lo sé. Pienso, que la carpintería del poema puede suceder en el afuera, es lo que ocurre en la mayoría de los casos. Pero hay poetas que han internalizado su lenguaje, tienen conciencia de ello, y el poema les sale limpio, impecable sin necesidad de corregir ni revisar nada. Esa fortuna llega a muy pocos.

Su más reciente poemario «Canción gótica» fue publicado recientemente por Gisela Cappellin Ediciones. ¿Carmen Verde Arocha es quién canta (su «yo»)? ¿O existen otras voces entretejidas en este canto?

Soy yo quien canto en Canción gótica. No me gusta dividirme. Todo lo que escribo y digo lo siento, lo he vivido de alguna manera. Pero ¿cómo puedo saber si hay otras voces? Si como decía Borges, mientras escribimos hay alguien que está pensando por nosotros. ¿Cómo podría saber si soy realmente quien escribo? Si detrás de mí hay grandes poetas venezolanos y extranjeros que me han precedido, algunos vivos y otros que ya no están, pero que los he leído hasta el cansancio y muchos de sus versos me habitan, me acompañan.
En Canción gótica he tejido mi voz una y otra vez. No he invitado otras voces para que me acompañen. Mi voz ha estado sola con el nacimiento de estos poemas: mi pasión, mi quiebre todo está allí contenido en Canción gótica. Sin embargo, la poesía es misterio. Nunca sabremos qué antecede al poema, ni qué ocurre mientras se escribe. Nunca se está más solo que al escribir un poema. Las otras voces llegan después, la despiertan los lectores. La poeta Enriqueta Arvelo Larriva explicaría mejor todo esto que tímidamente esbozo, ya ella lo dijo muy bien en su poema: “La voz aislada”.

El amor como potencia omnipresente en la poesía. ¿Podría decirse que «Canción gótica» es un canto al amor? Ha afirmado que en este poemario el amor se trata como una premonición. ¿Cómo se manifiesta esta faceta del amor? ¿Qué lo diferencia de otras?

Me resulta difícil hablar de Canción gótica, es un libro muy reciente. Llevaba muchos años con el profundo deseo de escribir un poemario de amor. No sabía cuando iba a hacerlo. No siempre se escribe sobre lo que uno quiere. La poesía te asalta: primero, aparece la emoción y segundo, escribes. Luego descubres de qué se trata todo esto. De Canción gótica recuerdo, que me llegó un fuerte olor a limón. A ralladura de limón. Así fue como me enteré que era un poemario sobre el amor lo que venía en camino. Poco a poco me dejé llevar por las palabras, luego el rumor de una crecida. Oyes el ruido, seguido viene el agua y lo inunda todo. Así es el amor del cual hablo en este libro. Un amor que anuncia su llegada. Me gusta esto. Vivir el amor como una premonición: un entusiasmo, encantamiento que emerge de lo que se ve, de lo que se puede tocar, oler, oír, saborear pero aún no lo haces porque está por llegar. El amor transparente, maduro, reposado y luminoso, es el amor que invoco y es el que me ha tocado explorar. Lejos de lo obvio o lo trivial, Canción gótica, es un poemario donde lo amoroso y el erotismo son tratados desde la mirada de lo femenino. Es un amor que antecede al deseo. Un amor que seduce al deseo, lo encanta, lo busca, le da un lugar para que no se queje ni se enfade. Esto solo lo sabemos las mujeres. ¿Más allá del deseo que hay? Un fuego blanco, que crece tímidamente en silencio: “Tú me abrazas fuerte en el fuego/… Amén a todo”.

¿Qué papel juega la poesía en el oscuro momento histórico que vive Venezuela?

Los poetas nos alimentamos de nuestras vivencias, experiencias, de cosas nuevas, y de todo aquello que nos brinde la oportunidad de contactarnos con los sueños y con la posibilidad de acceder a otros planos de nuestro destino. En tiempo de oscuridad, hay que oír la intuición, escribir, escribir mucho hasta que la poesía nos diga qué hacer, qué esperar, por dónde saldrá el amanecer. La oscuridad no es para siempre. Los documentos históricos se han encargado de relatarnos de que la historia de un país nunca es exactamente igual a otra, aunque ciertos signos y señales se repitan. Los poetas escriben sobre el mal que los acecha, sobre lo que los atemoriza de la oscuridad pero también avisan sobre esa grieta que se va formando y va dejando entrada a la luz.
En Venezuela, los poetas están viendo. Están viendo muchas cosas. Hoy más que nunca en Venezuela, el poeta tiene una mayor responsabilidad con la palabra, con el ciudadano que hay en él. Nunca tanto como ahora, Venezuela necesita que sus poetas afinen, atemperen su intuición. Nuestro poeta Rafael Cadenas ha visto y ha hablado. Esperemos que esa grieta termine de mostrarse. La intuición nunca viene sola. Y la palabra es palabra por su capacidad para materializarse.

Es directora de la Editorial Eclepsidra, una editorial que se aproxima los 30 años de trabajo. ¿En qué momento decidió pasar del rol de poeta al de editora? ¿Qué la ha motivado a seguir transitando el camino de la edición?

No pasé de un rol a otro. La poesía me hizo editora. Fue ella quien me llevó, junto a otros poetas amigos, a soñar y a edificar Eclepsidra, ya han pasado muchos años. La poesía me hizo ver un gran vitral. Allí dialogan y convergen todos los escritores que nos han acompañado. La editorial Eclepsidra es el poema que no me dio tiempo de escribir.
Amo el trabajo editorial, su proceso. No solo deben publicar buenos libros en su contenido y en su forma. Es importante formar a buenos editores. Ya en otros países de Hispanoamérica y de Europa se están formando a nivel de pregrado y posgrado. Me gusta todo lo que tiene que ver con la teorización del proceso editorial. En esto Roberto Calasso, el escritor y editor italiano, ha dado muchas luces. Sigo muy de cerca las publicaciones y entrevistas de Roger Chartier y Robert Darton teóricos de lo que tiene que ver con la formación de lectores. Un libro sin lectores no existe, pierde su razón de ser. Roberto Calasso dice algo muy hermoso: El editor “es alguien que escribe, con los libros que publica, el mejor libro de todos: su catálogo, que es, a la vez su autobiografía”.

Cuenta con una larga experiencia en el mundo editorial, ¿qué ha cambiado en las voces poéticas venezolanas de hoy? ¿Cree que la dureza de la crisis actual que atraviesa Venezuela las transformado?

Cada generación responde a una época y las circunstancias de esa época que le toca vivir. Las voces poéticas de hoy, responden a la realidad que están viviendo en mayor o menor grado. Una Venezuela golpeada, cercada por la desesperanza. Los poetas van cambiando y con ello su escritura. Algunos se quedan en su época, otros se han ido renovando, pero es un proceso muy particular que hace cada uno con su obra. ¿Qué la poesía venezolana ha cambiado? Claro que sí, hay una nueva generación de jóvenes que está escribiendo. ¿Cómo describirla? Eso no lo sabemos aún. Es prematuro hablar de un canon de la joven poesía venezolana, aunque algunos jóvenes poetas ya destacan y mucho. Hay que esperar. En el arte todo es lento, muy lento. Ya decía Borges, “esperemos que los libros hablen”; y en Venezuela eso ha sido la norma, creer lo contrario es una ilusión.

En la actualidad las editoriales venezolanas se enfrentan a grandes adversidades, entre ellas la ausencia de papel. ¿Cómo vive Editorial Eclepsidra esta difícil coyuntura?

Se hace tan complejo sostener una editorial en esta Venezuela que algunos insisten en llevarla hacia una total oscuridad, al siglo XIX, a vivir de nuevo lo ya superado. En el 2013, la Editorial Eclepsidra publicó el libro Cómo publicar y editar un libro. El dilema del autor. En un ejercicio de autorreflexión, el libro se pregunta ¿qué sentido tiene crear más editoriales con tan pocas posibilidades de sobrevivencia? El tiempo lo dirá. Mientras tanto seguimos apostando por el libro, y su destino que no es otro que llegar a las manos de un buen lector.
Lo difícil no es conseguir el papel, pues lo hemos encontrado. Lo difícil ha sido pagar la impresión de los libros. Sobre todo en un momento en el que muchas empresas que nos daban patrocinios han cerrado o se han ido del país. Pero acá seguimos, apostando por el país, por esta Venezuela cada vez más deshidratada. Aún así te repito, la oscuridad nunca es para siempre. Los poetas tenemos que afinar la intuición. Y ver.

Recientemente representó a Venezuela en el IX Festival de Poesía Latinoamericana de Viena. ¿Cómo fue esta experiencia?

Sí, me invitaron a participar en el IX Festival de Poesía Latinoamericana de Viena, celebrado en esa ciudad del 6 al 10 del pasado junio. El Festival es convocado por el Instituto Cervantes de Viena, Literaturhaus Wien, Universidad de Viena, Institut für Romanistik, y organizado por el escritor y poeta austriaco-venezolano Enrique Moya. Estuve acompañada de poetas de México, Colombia, Austria, Argentina y España. Fueron varias las actividades en las que participé, destaco: Foro «El poeta y su taller» realizado en el Instituto Cervantes. Lectura de poemas de mi reciente poemario Canción gótica (Gisela Cappellin Ediciones 2018), en el Literaturhaus Wien. Visita a la Universidad de Viena, para la donación de libros de autores venezolanos y de la editorial Eclepsidra en un acto celebrado en la biblioteca del Institut für Romanistik de la misma universidad. Lectura de poemas de mis diferentes libros, en el Theseustempel. Mis poemas, para los recitales de poesía que ofrecí y para la antología poética que prepara el Festival, fueron traducidos al alemán por el poeta austriaco Wolfgang Ratz. Fue un viaje extraordinario. Me alegró encontrar libros de poetas venezolanos en la Biblioteca de la Universidad de Viena.

Actualmente como editora o como poeta, ¿trabaja en algún proyecto?

Sí, trabajo en los proyectos de la editorial Eclepsidra. Y en algunos proyectos personales. En algún momento se sabrá qué es. Nada tiene forma hasta que no se ve. Anunciarlos antes es profanar una intuición, un sueño.

Más sobre la entrevistada:

Carmen Verde Arocha (Caracas,1967) Licenciada en Letras por la UCAB. Directora de la Editorial Eclepsidra desde 1994. Profesora de la Universidad Metropolitana, y de la Universidad Católica Andrés Bello. Fue gerente de la Casa de la Poesía “Pérez Bonalde”. Ha publicado los libros de ensayos: Cómo editar y publicar un libro, El dilema del autor (2013, 2017). El quejido trágico en Herrera Luque (1992). En poesía: Cuira (1997, 1998), Magdalena en Ginebra (1997), Amentia (1999), Mieles (2003), Mieles-Poesía reunida (2005), En el jardín de Kori (2015), Canción gótica (2018). Junto con Rafael Arráz Lucca hizo la selección de los textos y prólogos de Juan Liscano, Poesía selecta 1939-2000, (2016) y Juan Liscano. Ensayos 1949-1997, (2017). Su poesía ha sido incluida en las antologías poéticas venezolanas y extranjeras. Sus poemas han sido traducidos al inglés, italiano, alemán y portugués.

Foto de Portada: Manuel Reveron.

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