Un hombre le silva a las flores
y no es primavera.
Con un dedo limpia su frente
separando el mar
que le escurre bajo el sombrero.
Lo zurdo le alimenta
con lo que otras manos recolectaron:
vitamina c
comercial para aguantar el día
y sus botas negras filositas.
Su boca es un fruto hinchado
que hace ondear las flores
cuando está cerca.
Un hombre le silva a las flores
rodeado de autos
y ninguno es suyo.
Le enseña los dientes
al jardín de una casa
que no se parece en nada
al cartón donde vive.
Tengo un techo y tengo prisa
mientras un hombre le silva a las flores
en su primavera.