Vamos por partes, porque Bajante (Colección Mulita, 2018), es una novela de Matías Aldaz que, como un río, corre entre dos orillas.
Primera parte:
Una desgracia pone en marcha a Mercedes. La obliga a comenzar una exploración (externa e interna) siempre dentro del marco de un paisaje litoraleño: Paso de los Libres, Uruguayana, Federación, de nuevo Federación, pero la vieja Federación, la que desapareció bajo el agua como la mítica Atlántida, por último, Yapeyú. Está exploración, por momentos detectivesca, pronto mutará en un examen de sus propios deseos. Mercedes, ¿o Laura?, cruzará más de una frontera; no sólo la que divide Argentina de Brasil. Dicho de pasada: ¿no es una locura que, del lado Argentino, el puente que sirve de paso limítrofe se siga llamando Agustín Pedro Justo?
Segunda parte:
De tanto discurrir, Mercedes se irá fluidificando: en sus pinturas, en la música de sus discos (su banda sonora portátil), en la cama de un bungaló, en ese tiempo de los pueblos que “sobra por todos lados”. Descubrirá también que el amor a veces sigue caminos menos trillados.
Su corazón buscó una forma diferente de vivir (José Luis Perales dixit). Y, de tanto huir, regresó.
Consideraciones de índole general:
Matías Aldaz es preciso. Dice lo justo. Sabe cómo decir lo que quiere decir (mesmo em portugues), y lo hace en varios planos: porque a la voz omnisciente del narrador vienen a sumarse las voces de sus personajes y la voz de la conciencia de Mercedes. Distintos recursos, si bien priman los diálogos fluidos, hacen progresar la trama. Sin embargo, aparece una curiosidad formal: de a ratos la narración no pude evitar derramarse. Cada vez que una imagen puede hablar por sí sola, la narración se versifica. Son versos cortos que evocan el ritmo de un río que avanza (como en Parte del aire, de Fito Paez), que dibujan la silueta de esas aguas que refrescan la costa con su cabrilleo interminable (como en el poema Sea, de Jack Kerouac). Mientras tanto, el tiempo pasa a pesar de todo, con la misma impunidad que lo hace el agua que tapa o ahoga. Naturalmente, el tiempo pasa también para ella. Como señala Laura Escudero Tobler en el texto de contratapa, el problema radicará entonces en buscar la manera de seguir «cuando la vida ha dejado el cauce de lo conocido».
Bajante, ¿una novela (¿policial?) en la que víctima y victimario coinciden amorosamente?
Dato histórico:
En 1979 Federación desapareció bajo el agua. En 2007, gracias a la gran bajante del Río Uruguay, se pudo ver qué había quedado debajo.
Matías Aldaz nació en Federación, Entre Ríos, en 1976. A los cuatro años se mudó con su familia a Paso de los Libres, Corrientes. Desde 1997 vive en Buenos Aires. Es abogado, músico y escritor. Publicó los libros de cuentos Esas nubes (Simurg, 2009), D’accord (Escrituras Indie, 2013) y La lluvia cae en todas partes (Colección Mulita, 2014). También escribió junto a Laura Escudero Tobler la novela La ciudad perfecta (Norma, 2017).