los veranos perdidos ’09: el camino de tierra

de niño, pasé la gran mayoría de mis vacaciones de verano en casa de mi abuela paterna en la ciudad, junto a mis primos y unos cuantos amigos que vivían cerca de su casa. para aquél entonces, el lugar era relativamente un pueblo un tanto campestre. aún recuerdo que detrás de la casa había un acantilado que daba con un río y luego del río un campo hermoso con un guayacán. a veces veías vacas, caballos, e incluso lagartos y tortugas. todo en el mismo lugar. cuando llegaba, lo mejor era pasar tiempo con mis primos y amigos. ocasionalmente jugábamos a las escondidas hasta altas horas de la noche. a unas calles de la casa se encontraba un paso de tierra no iluminado, por el cual gente caminaba para llegar a otro lugar. usualmente nos escondíamos por esas zonas, entre la hierba o dentro de unas estructuras gigantes de concreto. una de las noches que jugábamos, recuerdo haber corrido hacia dicha calle en busca de un lugar en dónde esconderme. me encontraba solo. me encontré con cuatro o cinco caballos comiendo pasto. honestamente, no recuerdo la sensación que había en mi interior, pero recuerdo haberme aproximado hacia los caballos intentando tocarlos, pero al estar frente a ellos, decidí no hacerlo y regresar a la casa. pasaron unas cuantas horas, terminamos de jugar, todos fuimos a nuestras casas, pero en mi interior continuaba habiendo una inquietud con respecto al camino de tierra y a los caballos que encontré, por lo que esperé a que todos se quedaran dormidos, y volví a salir por mi propia cuenta. ya era pasada la media noche, por lo que todo se encontraba más solitario de lo acostumbrado. al llegar al lugar, los caballos no se encontraban. escuché la voz de un señor mayor a la distancia. quedé petrificado. como si supiera que no debería estar en ese lugar. al volver en mí, corrí a uno de los arbustos que estaban cerca y me tiré sin escatimar la caída. al mirar el camino, iban dos personas, un señor, quien posiblemente fue quien habló, y una persona con un velo negro sobre su cabeza. se me hizo imposible verle el rostro. el señor le contaba sobre su día. cuando pasaron de largo, esperé unos cuantos minutos para salir y regresar a casa. a la mañana siguiente, al salir a comprar algo para desayunar en la tienda, hablaban de la muerte del señor dueño de un rancho y que sus caballos se habían escapado durante la noche. pasaron muchos años luego de eso para que yo me atreviera a volver a caminar sobre aquel camino de tierra.

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