Soy la palabra que emerge de la sinapsis,
del punto aparte,
del texto leído,
de lo vivido,
de lo sabido.
Soy tinta al viento que vuela,
que se esparce,
que escribe cielos al borde de una garúa tenue.
Soy papel a prueba de heridas,
de torturas,
de sometimiento.
Me escribo viviendo,
muriendo,
resucito si quiero,
me suicido y vuelvo a empezar.
Soy un barco encallado en tus costas,
avión que sobrevuela tu nimbo,
tren descarrilado en tus abismos.
Soy el portal que cruzas cuando caminas,
el animal rastrero que te lastima,
la telaraña que te envuelve,
el aguijón que te lacera,
el gusano carcomiendo tus entrañas.
Germen en tu intersticio,
en tus lamentos intestinales,
parásito de tu nido,
toxina en tus fluidos.
Carroña en tus abrazos,
hormiga en tus papilas,
en tus cuerdas vocales,
en tu espina dorsal,
hago escala en tu sacro,
pernocto en el altar.
Soy roedor(a) tus pies,
que sobrevive a los maúllos,
a las trampas del cielo raso,
al veneno de tu frasco
disimulado en tu fragancia.