Homenaje a María Sabina

Nahualexia

La voluntad se dobla
al paso del hambre
como la espiga al viento,
como la vida ante Dios.

Y así, dobladas,
íbamos tú y yo al campo
a cuidar a los pollos,
a sembrar maíz,
niñas que irrumpen el instante
en busca de migajas.

Íbamos dobladas, pero nunca caídas
nuestra voluntad era muy grande María Ana
y Padre santísimo,
cúmulo de nube, señor del rocío,
lo sabía
por eso nos envió su sangre
a los pequeños que brotan,
niños santos,
nos reunimos con los dueños del monte,
de los manantiales,
del fuego;
cruzamos el cielo
como relámpago que quiebra el ojo,
pero eso aún no lo entendíamos
porque la sabiduría viene
desde el lugar donde nace la arena.

Pero ahora lo sé,
porque soy mujer-libro que está debajo del agua
pero que también asciende
a donde nace el eco,
busco entre las sombras y el silencio
a la enfermedad agazapada
y curo conforme me dictan los santitos,
porque soy mujer espíritu,
mujer que mira hacia dentro,
mujer que cura con hierba,
porque así lo quiere Dios Cristo,
porque todo tiene su origen
y yo vengo recorriendo los lugares desde el origen.

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