Todo parece desapercibido; un déjà vu. Ideales subyugados, un pueblo ignorado en donde nace la desesperanza. Quizás, algunos aún duermen; mientras a otros, nos invade un cumulo de sentimientos al saber que no podemos hacer mucho. No hay equivocación en esto: «Una sola golondrina, no hace verano».
Tiempos malos y buenos, tiempos fugaces; y en ocasiones, tiempos que simulan ser eternos. «Nadie sabe lo que tiene hasta que lo pierde» creo que, no hay mayor razón ante tal afirmación.
En el pasado, la miseria humana se disfrazaba; hoy en día, se hace visible en aumento. Ya el sueño de un cambio, parece desvanecerse.
Lo más lamentable, es la injusticia. Esto, me llevó a recordar a los pueblos originarios; en donde a quienes llamaré «aquellos» buscaban doblegar no solo la carne, sino también el espíritu. Tal y como lo expresa Vidart, citado en Galeano (2000):
Si no lo hiciereis, o en ello dilación maliciosa pusiereis, certificados que con la ayuda de Dios yo entraré poderosamente contra vosotros y vos haré guerra por todas las partes y manera que yo pudiere, y os sujetaré al yugo y obediencia de la Iglesia y de Su Majestad y tomaré vuestras mujeres y hijos y los haré esclavos, y como tales los venderé, y dispondré de ellos como Su Majestad mandare, y os tomaré vuestros bienes y os haré todos los males y daños que pudiere […] (pág. 13).
Algunos, lo llamaron «abolición de la esclavitud»; otros lo determinaron, «un acto de Injusticia». Igual búsqueda, distinto contexto, distinto accionar, distintas personas. Propósito deseado, el mismo: «Aprisionar a un pueblo».
La verdadera libertad, implica el libre pensamiento. ¿Debemos abandonar nuestras convicciones e ideales, por algo que nos corresponde por derecho?
Muchos vetan sus ojos, unos cuantos declaran justicia; mientras ellos, ellos solo pronuncian enunciados con sabor a hipocresía.
Referencia:
Galeano, E. (2000). Las Venas Abiertas de América Latina. España: Siglo Veintiuno de España Editores