Laura Huerga (1978) es editora de Raig Verd / Rayo Verde. Después de casi veinte años trabajando, ocho de ellos en Bolsa, decidió cambiar de vida para trabajar con lo que le apasionaba, los libros. Montó su propia editorial con su socio Jordi Fernández y recién descubrió que le interesaba más el qué contaba que el cómo.
¿Cuál fue el contexto en que nació Raig Verd, allá por 2011, y cómo ha evolucionado el proyecto en estos seis años que la han visto convertirse en una de las editoriales de referencia en Catalunya?
No sé si somos una editorial de referencia pero sí me gusta pensar que alguno de nuestros autores lo es. El proyecto siempre fue ambicioso dentro de lo pequeño, casi minúsculo, de un proyecto que publica apenas catorce libros al año. En 2010, publicando en 2012 nuestro primer libro, empezamos la búsqueda de narrativa y siempre con una literatura exigente, singular, inconformista… pero quisimos más y en 2013, con nuestra primera publicación en 2015, apostamos por el ensayo (nos pensamos mucho el proyecto). Un género que nos interesaba especialmente pero que nos preocupaba que no funcionara (apenas se publica ensayo y pensamiento crítico en catalán, por ejemplo, los catalanes están acostumbrados a leer este género en castellano). La verdad es que en solo dos años ya puedo decir que funciona mejor la colección de ensayo que la de narrativa.
Vos insistís con frecuencia en la importancia de las obras «que nos hagan pensar». ¿Cómo se traslada esta propuesta a la hora de confeccionar un catálogo editorial? ¿Cabría pensar en Raig Verd como una editorial con su centro gravitando entre la narrativa y el ensayo?
Bueno quizás “hacer pensar” engloba mucho más que lo que se considera pensamiento crítico, al menos dentro de mi óptica. Pensar puede ser provocar, indignar, estimular, excitar… lo digo con intención. Pensar es no dejar indiferente. Publicamos libros muy diferentes entre sí. Singulares, sin duda. Y todos son apuestas personales. Yo siempre digo que uno de los trabajos más duros de un editor es decir que no. Para seleccionar diez obras tengo que decir que no muchas veces y eso supone decir que no también a cosas que te gustan pero que no sabes como encajar, vender, presentar o defender. Para nosotros la editorial gravita exactamente en ese punto que dices, pero sobre todo debe ser una literatura sin miedo, poco conservadora, y que cada vez más tiene una voluntad de transformación.
Juan José Saer es uno de los autores de referencia de Raig Verd desde su mismo comienzo, cuando todavía no era tan conocido en Catalunya y España. ¿Por dónde pasó la elección de Saer en aquel momento? ¿Cómo fue el proceso para traer su obra?
Un ejemplo perfecto de lo que te decía. Saer es un autor de la casa, y por ello ya hemos publicado cinco novelas y un ensayo, El concepto de ficción, presentándolo al lector poco a poco. Antes de empezar con el proyecto ya conocíamos a Saer y sabíamos que recuperar su obra era un acto que por sí solo daba sentido a la editorial. Aún más enmarcado dentro de la literatura internacional que publicamos. Es un catálogo de grandes nombres de medio mundo y que rehúye la literatura anglosajona (que nos invade en tantos campos: música, cine, literatura…) aunque no conseguimos evitarla del todo porque te enamoras de un libro y el amor no atiende a razones.
¿Cuáles son los desafíos de traducir y publicar a una premio Nobel como Svetlana Aleksiévitx?
Bueno, ha sido todo un reto. Hemos publicado toda su obra en catalán, justo ahora hemos publicado La guerra no té cara de dona en traducción de Miquel Cabal. Hemos ido complementando los libros con material gracias a los traductores y hemos realizado una edición exhaustiva y compleja. Pero son libros que a su vez dejan una gran satisfacción personal al saber que has hecho “algo” que quizás sea importante para algunas personas. Para mí, lo ha sido.
¿Qué te atrajo en primera instancia del discurso de Ngũgĩ wa Thiong’o? ¿Publicar más voces en defensa de la pluralidad cultural como las de Amin Maalouf, Jonathan Friedman o Ernest Gellner ayudaría a la comprensión de la situación de Catalunya con respecto al Estado español?
Pues no era esa la intención. Uno de los intereses iniciales del proyecto editorial siempre ha sido el de descubrir el mundo. Más del 30% de las traducciones al catalán son desde el inglés, la mayoría de países del primer mundo. Hemos publicado autores croatas, polacos, griegos, brasileños, holandeses, austríacos, rusos… en esa búsqueda por encontrar el talento literario que tiene difícil acceso a nuestro país decidimos explorar África, y muchas referencias nos llevaron a Ngugi, de tal forma que decidimos leerlo y enseguida entendimos por qué era tan importante para tanta gente. Ngugi wa Thiong’o te enseña de forma sencilla cosas complejas sobre tu propia cultura y tu lengua, pero sobre todo crea un mundo en el que cambiar las cosas es posible. Su libro Desplazar el centro me parece imprescindible en un mundo que debe luchar por la justicia y la igualdad en un movimiento global que vea la diferencia como una fortaleza y no como una amenaza.
¿Cuáles son los desafíos de construir una editorial bilingüe? ¿Encontrás diferente recepción de las obras de Raig Verd según se orienten al mercado español o al catalán?
Más o menos publico los mismos libros y eso refuerza las traducciones, porque tenemos dos miradas de un mismo texto, pero en catalán puedo darme el placer de publicar libros que en castellano ya tiene otra editorial. Me pasó con Aleksiévitx pero también con Jean Echenoz, Ursula K. Le Guin, Richard Flanagan o Ali Smith. En castellano siguen existiendo vacíos incomprensibles que me proporcionaron el lujo de publicar a Gerbrand Bakker, Peter Terrin, Kevin Barry o Magdalena Tulli, pero todos ellos también los publiqué en catalán. Para mí forma parte de un proyecto en el que el catalán es una de las claves que se basa entre otras cosas en el enriquecimiento de patrimonio cultural. Y el castellano también es mi idioma, no tiene más.
Gran parte de las voces jóvenes en Raig Verd son autoras con tremenda formación y una extraordinaria trayectoria como Lucía Lijtmaer, Marina Garcés, Laia Manonelles o vos misma. ¿Se está dando un cambio de paradigma? ¿Son las autoras quienes están liderando ahora el campo literario iberoamericano?
Bueno, espero que eso pase en los próximos años. Creo que hay un cambio en la mirada pero creo que todavía no hay un cambio real. Pero era esencial el cambio en la mirada para que el cambio que está por venir suceda. Y sucederá.
¿Por qué te inclinaste por la literatura infantojuvenil a la hora de publicar tu propia obra? ¿Tenés proyectos para publicar ensayo o literatura adulta a medio plazo?
Bien, son solo dos cuentos. Estoy trabajando en un tercer cuento ahora. Todos son libros con la voluntad de entretener y divertir. Los niños no tienen que estar aprendiendo todo el rato. La sociedad nos presiona para esa lucha competitiva constante de aprendizaje continuo para ser el mejor. Y debemos aprender que el mundo también puede ser de otra manera. Precisamente, coincide uno de los efectos que busco en los libros para adultos, que disfruten con la lectura. Pero no es inocente, son libros feministas, que sin hablar de esos temas, son inclusivos en todos los aspectos posibles, que normalizan lo excluido. También estoy escribiendo junto a Blanca Busquets un libro sobre la censura en España titulado Tú, ¡Cállate! Un análisis y una reflexión sobre cómo se coarta la libertad de expresión y manifestación en España en los últimos años. Podríamos decir que a los niños les dejo el espacio para ser niños y a los adultos les ofrezco espacios de desarrollo.
¿Cuáles son las grandes apuestas de Raig Verd para este año? ¿Por dónde pasan las próximas propuestas de la editorial?
Bueno, dado que publico tan poco me atrevería a decir que todo son apuestas ya que en cada libro lo pongo todo. No hay más cariño ni más inversión en un libro que otro. Pero si me haces escoger, allá voy. Hago una edición muy especial del libro de Le Guin Els desposseïts que casi parece un homenaje a la autora en el año de su muerte, donde la sobrecubierta es un poster desplegable con una infografía de los dos planetas de la novela. O el último libro de Aleksiévitx que me quedaba por publicar al catalán, La guerra no té cara de dona. También publico el segundo libro de Magdalena Tulli, Zapatos de tacón italiano, que nos ilumina sobre la Europa que dejamos a su suerte después de la Segunda Guerra Mundial y que no ve un relato de victoria en la posguerra y sí que lo ve de olvido. O el cuento de Ngugi wa Thiong’o, La revolución vertical que ilustra Agustín Comotto y que me gustaría coeditar en los seis idiomas, cooficiales o no, que habitan en España y que habla de un cuerpo donde cada parte hace su función y ninguna es más importante que otra. Ya ves que no puedo escoger uno, ¡Todos son importantes!
Entrevista cedida gratuitamente por Darío Zalgade
para el número 415-416 de la revista Quimera.