Ha empezado a desmoronarse el día, de repente la luz parece otra, y hasta el sonido del cepillo de dientes contra mis dientes parece un estruendo.
Hay un silencio ensordecedor por toda la casa. Es el silencio más sonoro del mundo, que se articula inconscientemente cuando está mi niño en la cama.
Hay un silencio, como una apisonadora, más sagrado que el de la iglesia o la biblioteca. Es el silencio de mi casa cuando mi niño duerme.