El final de mis días tiene escrita tu duda
El principio de mis letras es la sombra de preguntas
Que mueren en su propio nombre.
*
La sangre de mis dedos es el éxtasis de la cópula entre mis uñas y mis mejillas
He dejado un camino
Un hoyo profundo una carretera que desfragua mis lágrimas al nacer
No debo abrir mis ojos
No regreso del pasado.
*
Tengo el insomnio crucificado a la ilusión
Del cadáver gotean visiones del futuro y hologramas del recuerdo
En la tierra mi cuerpo muerde las rocas gritan piedad.
*
Perdono
En mi mano, el cuerpo que contiene la tinta. En mis piernas tres gotas de sangre parecen expiar el infierno de rostros que anida en mi cabeza
Perdono al lapicero con el que acabo de herirme en plena entrevista con la soledad
Perdono la desdicha de mi alma gemela al conocer la muerte de nuestros días compartidos
Perdono el letargo que me hace soñar despierta con días felices
Perdono el desorden en el que están mis emociones y el (des)cuido que tengo para alimentarlas
Perdono a Antonia, por expirar la noche en que yo también pude haber muerto
Perdono la ignorancia de mi amor bonito y a los ojos partidos que aún bailan en mis cuencas como de muñeca
Perdono el léxico pobre que asumo cuando quiero desfallecer sobre el papel
Perdono el afecto al que estafaron
Perdono al exilio que quiero romper.
*
La casa no entiende la venta indiscriminada del pasado para obtener un presente bajo en calorías. No sabe de restas un espacio acostumbrado a la siembra de lujos y botellas de vino; a la multiplicación de los corotos en el depósito.
La casa ignora el motivo de las visitas fugadas y los cafés que se quedaron sin preparar; los dueños que se han vuelto periódicos ya muy leídos, cuyos titulares amarillistas no rocían de novedades las paredes de la sala.
La casa recibe golpes en riñas y tras las decepciones de los hijos se despegan una a una las baldosas. Caen trozos del techo.
Los padres se separan y la casa se divide en dos o más hemisferios irreconciliables
Con cuartos que son islas
La cocina un campo minado
Las fotos papiros ancestrales de la monarquía de la bonanza
La casa es el convento donde las risas se arrodillan para rogar por su propia inmortalidad
Y no la consiguen
Las suposiciones son cuervos; arrancan la mirada a la prosperidad
Así, la migración de la esperanza es evidente y la casa no comprende los fenómenos de gran ciudad, economía asesina o narcotráfico maquillado con ideología traslúcida en polvos neutros o máscara a prueba de agua
Se queda allí y espera en medio de los vecinos con las luces de su interior apagadas
Escribe poemas con el polvo que se forma sobre los muebles con las hormigas negras que son lunares de la cerámica rosa del desayunador con las pocas telas que quedaron en el armario
Las que no cupieron en la maleta
Respira se alimenta del sol que toca a la ventana se pregunta dónde estoy
Dónde he dormido todo este tiempo
La casa se pregunta acerca de la treta que le juega el delirio: la llave en su danza cerrojil con el sonido que solían crear mis manos al llegar de la calle
Sí, soy yo.
*
Junté las piedras del camino y observaban desde mi bolsillo
Recorrí calles pregonando vendiendo chiflando
Y desde mi bolsillo las piedras llamaban para herir(los)
Fui de la calle de las pocilgas de los bandidos
Fui irracional
Reventé mis cristales con las piedras
Ya lo hice
Ahora vengo a besar las páginas rotas de mi historia.