Ana María Hurtado es una poeta, escritora, ensayista y médico psiquiatra venezolana egresada de la Universidad Central de Venezuela. Autora de varios poemarios, uno de ellos próximo a editar: El beso del Arcángel, en coautoría con el poeta colombiano Leonardo Torres. (Oscar Todtmann Editores, 2018). Su vasta experiencia en el campo de la psiquiatría y su condición de poeta se funden en esta conversación, donde la autora nos habla de su acercamiento a una definición de poesía y comparte una reflexión sobre la poesía como una manifestación de la belleza. Ana María Hurtado ahonda con la sabiduría que le ha brindado su ejercicio profesional y su pasión por el arte poético, la relación existente entre la poesía y la psiquiatría. Arroja luz sobre las arcaicas conexiones entre la poesía y la locura y también sobre la ligadura íntima y cruel que algunos han vislumbrado entre la poesía y el suicidio. Finalmente, nos comparte su visión de la poesía como catarsis, exorcismo y alivio del malestar colectivo.
Para Ana María Hurtado, ¿qué es la poesía?
Para mí es un misterio, y si digo misterio estoy haciendo referencia a lo sagrado. Cualquier intento de definición me parece insuficiente. Como me gusta hurgar en los orígenes, porque creo en la intuición colectiva del lenguaje, recurro a las etimologías. Los griegos, de donde viene la palabra poiesis, la asimilan con hacer, crear; partiendo de ese destello ellos conectaron la poesía con el acto creador. En aquella antigüedad aparecía el fenómeno poético uniendo palabra y música, tal vez esa intuición se relacione con el poder adjudicado desde siempre a la palabra como instrumento sagrado para apropiarse de la realidad, crearla y re-crearla. El poeta es entonces un hacedor, pero ¿hacedor de qué? me atrevo a decir que hacedor de cauces para que el misterio se adentre en él, fluya y lo recorra. Se ahueca, consciente o inconscientemente, para recibir el misterio, asombrarse ante él y compartir esta perplejidad. Ese carácter de comunión me resulta esencial. La poesía mira por una parte hacia lo indecible, y por otro lado, mira hacia la palabra y la hace ofrenda, de tal manera que se desenvuelve en una paradoja permanente. Cabalga entre dos mundos, por ello es tan propiamente humana, porque todos participamos de esa paradoja. René Char dice que la fruta es ciega y el árbol ve, la fruta es la palabra que nos muestra algo del árbol pero no lo que él mira, esto la sobrepasa.
En todo caso, la poesía es para mí una revelación que amerita del despojo de la mirada aprendida y permitir otra mirada que nos lleva a la infancia, en tanto inicio y desnudez; al mismo tiempo me convoca un acontecimiento sonoro y rítmico, un pulso que nos devuelve al cuerpo, como ámbito de la naturaleza, hay en eso un especial subterfugio de los sentidos, un desarreglo ordenado. Me gusta esa imagen de Elizabeth Schön cuando dice que los poetas son los “oidores sutiles de la tierra”.
¿Cree que la poesía es una manifestación o expresión de la belleza?
Ciertamente la poesía está sustentada en el acontecimiento estético. No obstante, hay que tener cuidado con la palabra belleza, pues es de esas palabras que el manoseo tiende a banalizar. Creo que la relación entre belleza y poesía adquiere una profundidad más allá de lo convencional desde aquella visión de Rimbaud que acabó con los parnasianos y demás cultores de las formas clásicas. “Una noche senté a la belleza en mis rodillas. Y la encontré amarga. Y la injurié.”
O después de leer estos versos fulminantes de Alejandra Pizarnik:
“una mirada desde la alcantarilla
puede ser una visión del mundo
la rebelión consiste en mirar una rosa
hasta pulverizarse los ojos”
Ambas imágenes me hablan de que la visión poética, si bien se sustenta en el acontecimiento estético, lo traspasa. La belleza es de alguna manera un subterfugio para el fenómeno poético y la vía que buscamos para compartirlo, sin embargo, es el anzuelo para llevarnos al misterio y existe el riesgo de quedarnos atrapados dando vueltas alrededor de lo bello sin mirar desde esa radicalidad de las alcantarillas. Captar la belleza del mundo, dejarse penetrar por ella, podría ser una de las advocaciones de la poesía, pero teniendo en cuenta que esta belleza tiene más que ver con el último trabajo de Psique que consiste en ir a buscar al inframundo el secreto de la belleza de Perséfone, solicitado nada menos que por Afrodita. En esta belleza yo creo, esa que se expresa en la poesía después de pasar por el inframundo. Hay una realidad última donde belleza y horror se dan la mano y la poesía da cuenta de esa dualidad.
Es psiquiatra, ¿qué la condujo al sendero de la poesía?
Pienso que fue al revés, la poesía me llevó a la psiquiatría. La poesía me pone de frente ante la belleza del mundo, ante esa radicalidad de la belleza, o viceversa. Uno de mis primeros recuerdos de infancia tiene que ver con el estremecimiento al ser capturada por la belleza, sin saber que ese era su nombre. Sucedió en el patio de mi abuela, una tarde después de la lluvia. Ese estremecimiento es una marca para toda la vida, se persiste en buscarlo para hallarlo de nuevo, Reencontrarlo en la magia de las palabras fue un hallazgo fundamental, seguir de allí a buscar conexiones ocultas, anhelar el asombro. Si bien, el recuerdo está relacionado con la soledad de una niña en la casa de su abuela, por caminos inescrutables esto me condujo a querer adentrarme en el otro, a explorar el sufrimiento, a resonar con el dolor de la existencia, a traducir las imágenes, a buscar sentido, al fin y al cabo resonar con las profundidades donde se cuece lo esencial. María Zambrano hablaba de los poetas como aquellos que consuelan a los seres humanos ante lo que ella llamaba el rencor de haber nacido. Creo firmemente que la poesía, así como todas las artes, son esencialmente fenómenos sanadores, pues integran, conectan, amplifican la consciencia, la expanden a múltiples posibilidades. Mi trabajo psiquiátrico y psicoterapéutico lo hago desde la palabra y con la reverencia ante el misterio de lo humano, tan vinculado al fenómeno poético.
Hölderlin Artaud, Panero… Entre La poesía y la locura parece existir un vínculo recóndito. Como psiquiatra y poeta, ¿qué nos puede revelar acerca de este vínculo? ¿Poesía y locura son formas de huir, de evadirse de la realidad?
No resulta fácil esta respuesta, pues la palabra locura también está desbordada de significados. Locura ha sido y es tantas cosas, dependiendo del contexto histórico y sociocultural. Me gusta aquella antigua visión platónica de las locuras inspiradas por dioses, en esa aproximación había un intento de comprensión. Cuando hablo de locura me voy a circunscribir al sufrimiento psíquico, al Pathos, y en este sentido ni locura ni poesía son formas de huir, por el contrario son formas de sumergirse en la realidad, El barco Ebrio no se escapa, se va internando en la corriente. Es un tópico la idea de que la locura es una huida, pero no es así, es un zambullirse en la realidad de sí mismo, acompañado de un atrapamiento en la zona de lo real no simbolizado, la imposibilidad de insertarse en un discurso con sentido y significación consensuada. La realidad de la locura es tremendamente dolorosa. El vínculo recóndito entre poesía y locura se da en una cierta manera de utilizar un lenguaje desbordado por el exceso de sentido, por lo no expresado, ese saber no sabiendo de san Juan de la Cruz, ambas beben de las fuentes inagotables de lo inconsciente, pero en el caso de la locura el lenguaje se vuelca sobre sí mismo, y en la poesía el lenguaje intenta desplegarse para dar cuenta de los significados ocultos. Se diferencian en la posibilidad creativa, los poetas en el episodio de locura no hacen literatura, diríamos incluso, que les lacera la palabra, pueden hasta entrar en silencios, los que escriben lo hacen después del episodio psicótico. La idea romántica que une poesía y locura debería ser superada. Ocurre que los contenidos del inconsciente son numinosos, lo vemos en los sueños y en los delirios, y eso confunde, pero sabemos que el sueño no es un poema, para serlo debería acceder al mundo de la palabra elaborada dentro de un registro estético y con la posibilidad de resonancia compartida. La diferencia que hay entre el contenido de un sueño y un cuadro de Dalí. Es bueno señalar que el episodio psicótico abre el acceso a zonas profundas que pueden ser integradas a posteriori por el poeta y a través de la palabra lograr incluso la sanación de esas áreas de sufrimiento. Casos como el de Ida Gramcko en su libro Poemas de una psicótica es un buen ejemplo.
Según Foucaultl existe un lenguaje místico y transgresor donde la poesía y la locura confluyen. ¿Cree que efectivamente existe este lenguaje común?
Ese lenguaje común existe, ambos dan cuenta de un lugar donde el que habla es sobrepasado por el propio lenguaje, ese lenguaje transgresor al que se refiere Foucault, se remite a otro lugar más allá del hablante, lugar donde los elementos del lenguaje dicen más de lo que dicen; sin embargo, esa similitud no quiere decir que son el mismo fenómeno, beben de la misma fuente, y a veces hasta pueden borrarse los limites. Nos movemos en un continuum entre lucidez y locura, donde los extremos confluyen. En la locura hay un quiebre de la estructura de sentidos, el poeta por su lado juega con esto para buscar otras posibilidades expresivas. En este punto el lenguaje poético es transgresor, similar al lenguaje de la locura, sin embargo, el poeta utiliza la transgresión para el fin ulterior que es convocar el misterio, trabaja la palabra, se apropia, no simplemente la padece.. Busca el sentido hasta más allá de los límites de lo que se dice. Y por eso es capaz de plasmar una obra, la locura repliega el lenguaje sin encontrar sentidos, la tarea del psiquiatra debería ser escuchar y ayudar en la búsqueda. El atractivo, y también el horror de la locura está en la intuición de que su mirada sobrepasa. Grandes poetas como los que mencionas han podido mostrarnos algo de esa mirada.
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Celan, Pavese, Tsvetaeva, Crevel, Ramos Sucre… Parece existir una ligadura íntima y atroz entre la poesía y el suicidio. ¿El poeta (más que cualquier otro) es un potencial suicida?
El suicido es un fenómeno universal, humano, demasiado humano, cuántos suicidas no son poetas, y cuántos poetas no se suicidan. No creo que haya una incidencia de suicidios mayor en los poetas, lo que pienso es que el poeta muestra el sufrimiento en toda su desgarradura, se desnuda, intenta decir con palabras de este mundo el misterio que conduce a un ser humano al suicidio, éste nos deja siempre en falta, nos interpela, y no deja sin respuesta. Hay una transgresión al instinto de vida, y el poeta siempre se mueve entre transgresiones. También es ´válido el reverso: que el poeta sea potencialmente un enamorado de la vida, buscador de la belleza, del placer, del gozo. Algunos incluso se enamoran del suicidio, y tratan con él en la desembocadura de lo bello.
Esto me hace pensar en los versos de Rubén Darío: «La poesía es la camisa férrea de mil puntas cruentas que llevo sobre el alma» ¿Acaso el poeta se conecta más con aquello que duele? ¿Es más sensible y por eso percibe más el sufrimiento?
Todos venimos precedidos por la herida, recordando a Chantal Maillard, el poeta profundiza en ella, la necesita porque por esas fisuras es posible acercarse a lo esencial, al canal por el que entra el misterio, esto hace porosa la piel, recuerdo el poema de Cadenas El Monstruo, ese ser sin piel. Tal peculiaridad del poeta, en la que se afinca su quehacer lo expone a todos los excesos, asume la condición humana de manera radical, y uno de esos excesos, que no el único, es el del sufrimiento. Pero igual que con la belleza, debería ser un sufrimiento trascendido, transmutado, un cauce, nunca el fin en sí mismo-
Algunos psiquiatras piensan que la poesía funciona como una especie de psicotónico. ¿Qué opina al respecto? ¿La poesía es una droga?
Tal vez hay una metáfora en la propia pregunta, la poesía induce un deseo de hallazgos, genera adición a la búsqueda. Pero en todo caso no es un psicotónico, a veces todo lo contrario, por lo que señalé anteriormente, puede incluso ser un amplificador de la consciencia que genere ansiedades. Podría haber una cierta poesía que adormece, pero no creo en ella, la poesía tiene que inducir el despertar, a estar atentos. Pulverizar los ojos.
¿El poema también puede ser visto como una catarsis o exorcismo?
Puede ser visto como ambos. Es catarsis en el sentido de una purificación en tanto el escucha se siente dibujado emocionalmente, expuesta su herida, su desconcierto, su gozo. Resuena. Por otro lado, también el poeta puede ser una especie de chamán que exorciza expulsa los demonios, se enfrenta con ellos. O los trae de la mano y los muestra. Ese movimiento que va de lo profundo, sin palabras, a la elaboración simbólica es el recorrido del hierofante, de un intermediario entre los mundos.
En Venezuela actualmente se viven tiempos oscuros. La ansiedad, los ataques de pánico y la depresión aumentan. ¿Cree que leer/escribir poesía puede en cierta medida aliviar el malestar colectivo? ¿Puede ser el poema un refugio?
En efecto, la poesía alivia el malestar colectivo en tanto es catarsis o exorcismo, y porque además convoca la belleza, pero sobre todo creo que alivia porque nombra, he ahí la principal apuesta de la poesía: su vocación de nominar . Una de las características de lo siniestro es la mudez que genera, el estupor, entonces la voz del poeta denuncia el horror cuando lo nombra. Lo hace histórico. El alivio no sólo debe tranquilizar sino despertar y simbolizar, se puede luchar contra lo que tiene nombre. Por supuesto, no se trata de una apuesta por la denuncia panfletaria, un riesgo que se corre. Uno escucha a Anna Ajmátova y se topa con el horror trascendido en palabra. En su Réquiem, una mujer que estaba junto a ella en una de esas colas del oprobio, le susurra al oído: –
¿Y usted puede describir esto?
Y yo dije:
.Puedo
Uno debería intentar el “Puedo”. Siempre hay que volver a Hölderlin en su pregunta ¿Para qué poetas en tiempos de penurias? Son oficiantes sagrados del dios del vino…
¿La poesía finalmente es redención?
Si los poetas son oficiantes sagrados del dios del vino, nos traen la embriaguez y la conexión última con cuerpo y naturaleza, que es Dionisos, entonces la poesía redime al restaurar el ámbito de lo sagrado en nuestra inmediatez.. Utiliza las palabras para salvarnos de las palabras. Redime porque nos conecta a la bondad ontológica del mundo, como diría Armando Rojas Guardia. La poesía es redención en tanto nos devuelve al asombro y al estremecimiento primigenio, todo el pulso de la naturaleza que somos pugna por salir a través del lenguaje.
Sobre la autora:
Ana María Hurtado.
(Caracas, Venezuela). Médico psiquiatra (UCV) poeta, escritora, ensayista
Premio de narrativa Julio Garmendia (Dirección de cultura UCV) con el cuento “Día de Liberación». Ha colaborado en revistas psicoanalíticas nacionales, en el blog de filosofía política y arte im Geviert (Alemania), en la revista virtual de poesía Kokoro (España), en la web del Centro Junguiano de Caracas, en la página literaria del diario Tal Cual, en la página Prodavinci y en el blog argentino Octavo Boulevard. .
Colabora regularmente con la página El Constructor online, en el Blog El Lamento de Ariadna y en la revista virtual Trópico Absoluto
Asiste al taller del poeta Armando Rojas Guardia.
Autora de los poemarios
Elegía Mínima
Las pequeñas criaturas de la noche
Salmos y oraciones paganas
(inéditos)
La Fiesta de los Náufragos (Editorial Diosa Blanca, 2015)
El Beso del Arcángel, en coautoría con el poeta colombiano Leonardo Torres. (Oscar Todtmann Editores, 2018. En imprenta).
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