Todas las palabras esdrújulas,
como los sentimientos esdrújulos,
son naturalmente
ridículas.
(Álvaro de Campos)
Llevo la vida entera
tomando instrucciones de vuelo
para llegar no sé adónde.
Invertí tiempo y dinero
en una pieza aerodinámica,
que fuera capaz de surcar el camino del viento
sin desmoronarse como el icopor
en las manos de un suicida.
En cada intento me quebré sin haber despegado.
Escribí cartas ridículas
con sentimientos esdrújulos
a pájaros que nunca aprendieron a leer.
Todo
para terminar reptando en un pantano,
asimilando que amar a sangre fría,
resulta menos doloroso
que intentar enseñarle a leer
a esos animales de alas gigantescas
que nunca aprendieron a volar.