El hiper-caos, el archifósil o cómo escapar del antropocentrismo

La editorial Holobionte abre su catálogo con Hiper-Caos de Quentin Meillassoux (París, 1967), filósofo y profesor de la Universidad de París, un libro que agrupa varios artículos de este pensador transgresor e incisivo, propulsor del concepto de realismo especulativo, con el cual pretende ir más allá de las posturas correlacionistas en filosofía. Resumiendo mucho, podemos afirmar que estas teorías vienen a decir que todo lo que el hombre se proponga pensar siempre termina por estar determinado por su propio pensamiento, de tal manera que la realidad es incognoscible más allá de su mirada. Esto significa que todo lo que se piensa, se piensa a partir del hombre, o aquello de que si un árbol cae en el bosque pero no hay nadie para verlo caer, se puede dudar de que ese árbol haya caído realmente o ir aún más allá y argumentar que ni siquiera existe o que ni siquiera importa.

“Llamo ‘correlacionismo’ al contrincante actual de cualquier realismo. El correlacionismo tiene diversas formas en la modernidad, pero particularmente las de la filosofía trascendental, las variedades de la fenomenología y el posmodernismo. Aun siendo extraordinariamente variadas en sí mismas, todas estas corrientes comparten, según creo, una resolución más o menos explícita: no hay objetos, ni eventos, ni leyes, ni seres que no estén siempre correlacionados con un punto de vista, con un acceso subjetivo.”

El realismo especulativo, según Meillassoux, viene a defender que sí que existe una posibilidad de conocimiento del mundo que trasciende al hombre, que está más allá de él, que es un hecho. No depende ni de la subjetividad ni de la interpretación. Un conocimiento que viene del pasado y que sobrevive en lo que él denomina el “archifósil”. Naturalmente, al archifósil el hombre le tiene sin cuidado. Porque este archifósil “indica trazas de fenómenos ‘ancestrales’ anteriores incluso al surgimiento de la vida”. Dos ejemplos de archifósil serían los isótopos radiactivos o la luz de los astros. Mediante el archifósil uno puede tener acceso a la realidad a pesar del hombre.

Otro concepto novedoso es el de hiper-caos, que Meillassoux define como un tiempo que se escapa tanto del devenir como de la permanencia. Ni todo cambia constantemente, ni todo permanece inmutable, sino que todo puede ser: “En francés, diría: L’affaire de la philosophie n’est pas l’être, mais le peut-être.”

De esta manera, pareciera que el realismo especulativo abre una posibilidad dentro del pensamiento que va más allá de las posturas trascendentales, fenomenológicas o posmodernas, que tienden a ser incapaces de sortear la mirada antropocéntrica, la relación de la cosa con el hombre. Quentin Meillassoux las desafía con mucho escepticismo, hasta el punto de que se pregunta por qué un acontecimiento que nos resulte impensable tiene que ser necesariamente imposible. Digamos que esta es más o menos la lógica que atraviesa todo el libro, donde conversa con Deleuze, el asunto causa-efecto de Hume, la religión/el ateísmo, la pregunta “¿Por qué hay algo y no más bien nada?” o la tirada de dados de Mallarmé.

Por lo demás, se agradece que editoriales como Holobionte nos acerque un tipo de ensayo urgente y marginal, porque necesitamos nuevas herramientas para pensar. Si echamos un vistazo al catálogo previsto para los próximos meses, encontramos nombres como Donna Haraway, Ana Carrasco Conde, Miguel Ángel Hernández Navarro, Arthur y Marilouise Kroker, Graham Harman o Nick Land.

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