Bugambilia

El día que mi madre se vació café hirviendo en el hombro
me puse ramitas de bugambilia en los ojos
para sentirme cerca de ella.
De los pétalos bajó un gusanito y pensé
que podía hospedarle en mi cuerpo
para así ser una mujer oruga,
verde y suavecita,
que con el paso del verano podría
ya para entonces volar
y ser la mariposa que visita a mi madre
durante el almuerzo
aunque ella no se dé cuenta.

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