Belkys Arredondo Olivo es una poeta, periodista y editora venezolana. Su obra poética ha sido distinguida con prestigiosos reconocimientos, tales como el Primer Premio Latinoamericano José Rafael Pocaterra (2006) y la Medalla Internacional de Poesía Vicente Gerbasi (2012).Como editora en El pez soluble su trabajo también ha sido reconocido y premiado en dos oportunidades por La Cámara Nacional del Libro. Esta conversación profundiza en su concepto personal de poesía y poema, su travesía poética hasta la publicación y su prolífica experiencia en el mundo editorial.
Para Belkys Arredondo Olivo, ¿qué es la poesía?
Poesía es iluminación. Es la objetivación en la búsqueda de la belleza. El poema es otra cosa. El poema es testimonio de su existencia. Es lo poco que de ella logramos atrapar. El uso de las herramientas de los diferentes lenguajes construye la red para sostenerla. Uno siempre la anhela, la busca. Con el conocimiento y ejercicio de los instrumentos uno hace el nido de la expresión.
¿Cómo se encontró con la poesía? ¿Recuerda cuándo escribió su primer poema?
Creo que todos vivimos la poesía, unos consciente y otros inconscientemente. Ella es de todos. La necesitamos cuando queremos dar muestra de lo impalpable. Ella es la parte de la realidad obviada. Para mí fue algo natural, en la infancia, creo que la precisé en ese momento del abrazo en que lo entregas todo. En la alegría de ver la luz y los colores, lo más seguro colgada del cuello de mis padres. Ellos eran buenos lectores y lo disfrutaban. Era maravilloso oírlos leer. Memoricé mi primer poema a los cuatro años, era uno de Luis Felipe Rugeles. Mi hermana mayor recitaba largos poemas que mis padres elogiaban. Música y poesía estuvieron en toda nuestra infancia.
No sé por qué artilugio, la poesía me salva. No sé cómo pasa. En las cosas más sencillas como en las que no encuentro respuesta. He optado por no explicármelo, simplemente pasa. Me da mucha risa. Lo supe desde mi primer poema. Fue así, había roto un enorme jarrón. Me quedaba el tiempo hasta que mis padres regresaran. Corrí a escribir para explicar el desastre y en el lugar de los trozos de cerámica coloqué el poema y desaparecí. Al pasar de los años, ya adulta, mi madre me regaló en navidad un álbum de fotos y recuerdos. Y en ellos el poema.
Y de ese encuentro y esos primeros poemas, ¿cómo llegó a publicar su primer libro?
Escribir siempre ha sido una decisión. Diría que el primer conjunto de poemas lo organicé para el cumpleaños de una de mis hermanas. De una sola edición y un solo ejemplar.
Ahora el primer libro editado fue mi conejillo de indias. Todo surgió de una forma espontánea, impulsada por un deseo compartido con mis compañeros de taller. Muchos tenían libros enteros sin publicar con años escritos y con una estupenda calidad literaria. Había una necesidad latente de publicar poesía. Nos reuníamos semanalmente y compartíamos la experiencia de escribir, la necesidades y limitaciones tanto de la realización como de la entrega de lo que escribíamos.
Era fácil soñar un libro. Terminaba un taller en el CELARG. Había renunciado a mi trabajo en un periódico para entrar de lleno con la literatura. Tenía amigos con libros sin editar. Y empecé a trabajar el proyecto del Taller Editorial El Pez Soluble.
Así que tomé el libro que trabajaba y publiqué Sagita.
¿Qué palabras compartiría con alguien que se inicia en la poesía y se enfrenta al rechazo?
Creo que si fuéramos mejores las palabras no serían tan necesarias. Hace falta mucha poesía en este tiempo. La aceptación o el rechazo no pueden definir en nada la realización. Hacer poesía no es lo mismo que dedicarse a ser artista de cine o cantante.
Si eres popular o no, no define la naturaleza del trabajo. Si bien escribir entre muchos verbos es comunicación, entrega, placer y reafirmación. En un momento de mi vida decidí que la poesía y los poemas iban a ocupar todo mi tiempo, una especie de matrimonio silencioso. Y organicé mi tiempo y vida para la pasión. Lo importante es el disfrute y tu propia visualización sobre el trabajo. ¿Te gusta? ¿Te enamora? ¿Crees en su expresión y forma? ¿Estás conforme?
Como lectora, ¿qué debe tener un poema para cautivarla? ¿Qué poetas admira?
No imagino los amigos antes de tenerlos. Los recibo sin esperas. Nunca sé con qué vendrá el cautivador, así recibo los poemas. La creación tiene formas infinitas. Y aunque defina los rasgos del escritor siempre me sorprende el hecho poético.
He admirado en diferentes tiempos diferentes poetas. Cuando me cautivan, los leo constantemente. Luego otro descubrimiento, me da otras lecturas. Siempre vuelvo a ellos. Es fascinante llegar a conocerlos. Amo más a los poetas que a sus poemas. Ellos fueron primero.
Recuerdo cuando conocí a Derek Walcott y a su esposa, una artista de acuarelas. Fascinante la existencia de personas tan valiosas. Elizabeth Schön, Eugenio Montejo, Cadenas. Poetas admirados, muchos, desde la solitaria Emily Dickinson hasta la fantástica Chantal de Maillard.
La poesía desde sus orígenes cumplió una función social, en la Grecia clásica, la poesía era utilizada para difundir conocimientos. ¿Cuál piensa usted que es la función de la poesía actualmente?
Además de ser una forma de testimoniar la vida, creo firmemente que siempre, es decir, en todos los tiempos, la función social de la poesía ha sido la terapéutica.
En su poemario Cayenas (2016), aparece una dedicatoria: «Parada de cruces, dedico este libro a los estudiantes caídos». ¿Qué la llevó a esta dedicatoria? ¿La poesía debe ser un instrumento para transmitir el dolor de un momento histórico?
Empecé a escribir Cayenas sin saber que se llamaría así, cinco años antes de ser publicada aproximadamente. En Venezuela todavía no se habían dado las innumerables protestas con cuyos resultados nunca volvimos a ser los mismos. En ese entonces estudiaba la obra de Álvaro Mutis. Muchas veces la poesía está llena de premonición. Lo he comprobado una y otra vez. Cuando escribo me dejo llevar con el entorno, con el libro que pongo en la mesa como compañero silencioso. El epígrafe sucedió así, unos días antes de entregar el libro ya estaba listo para ser entregado a mi editor, unos días antes caminaba por una de las calles de Caracas y encontré una especie de Viacrucis, al comienzo se leía “Parada de Cruces”, luego en cada poste y el subsiguiente los nombres de los estudiantes caídos, muchos, muchos.
Para Caballero Bonald: «El poeta tiene que ser vigilante del poder». ¿Qué posición cree usted que debe tener el poeta frente al poder?
En general el poeta es un hombre como cualquier otro de diferente oficio. Tiene fortalezas, flaquezas, ambiciones. La poesía necesita honestidad. Sin ella el producto puede ser cualquier otra cosa que pertenecerá a otro género.
El poeta en esencia es el gran observador sensitivo que testimonia sobre lo que le tocó vivir. Es un testimoniante. Su herramienta, la palabra y todo lo que atañe a la existencia.
Se espera de él neutralidad. La posición de un poeta frente al poder es estar alerta tan igual como con los elementos ajenos al oficio. Comparto la creencia de que el poder lo contamina todo, es tóxico.
Vivimos tiempos difíciles. Partiendo de la carencia se engañan algunas personas al creer que el posible acceso a “el poder” les dará beneficios. Más bien, creo que si acaso es útil para “el mismo” y el poeta acepta, lo utilizará para fines ajenos a su oficio y luego a más tardar, cumplido su objetivo, lo desechará.
¿Cree que en Venezuela es necesario que surjan voces poéticas más orientadas o cercanas a la poesía social, literatura comprometida o engagée? O, por el contrario, ¿cree es importante escribir poesía que no esté totalmente empapada de la situación actual del país?
Entiendo que estamos en un tiempo donde globalmente casi todo se premedita. En la poesía no pasa así. No creo en la poesía por encargo. La poesía es huidiza e inatrapable. Evita ser catalogada. Un poema empieza a ser necesario cuando el poeta lo está escribiendo.
Sabemos que hay constantes que se repiten, amor y desamor, muerte y vida. Sin embargo me pregunto. ¿Amamos igual que otros tiempos? ¿Esperamos o no de esas constantes lo mismo?
Pueden surgir preguntas como ésta por ejemplo. Sobre todo cuando vemos con amplitud el panorama literario. Pero a nosotros no nos corresponde la creación de los compartimientos estancos para organizar lo que existe y entenderlo.
Puede sospecharse qué poesía se hará, no hay seguridad en eso.
Ha trabajado como editora en «El Pez soluble». ¿Qué ha sido lo más hermoso de editar? ¿Qué ha sido lo más difícil?
Editar ha sido una de las más hermosas partes de mi vida. Me permitió conocer voces plurales. Entender las búsquedas variadas en el oficio de escribir, sus motivaciones para querer publicar, la maravilla de la entrega. Me dio posibilidades de constatar la índole de la poesía en sus diferentes vertientes, reafirmó mi oficio en cada creación. Compartir con quienes desean un camino en la poesía. Interrogaciones, ¿Adónde vamos? ¿Adónde nuestro quehacer honesto? ¿Cómo se da la comunicación? ¿Cómo es su recepción? ¿Cómo un poema es uno y es muchos al mismo tiempo?
Todo este accionar abarca las peripecias y resultados que da el oficio. Tenerlos cerca fue lo mejor. En 20 años edité 164 plaquettes con poetas que aún trabajan la poesía. Son mis hermanos elegidos.
Lo más hermoso indudablemente en el compartir la edición, ha sido toda la pasión asumida. Lo más difícil, la escasez o ausencia de recursos para seguir editando.
Sobre la entrevistada:
Belkys Arredondo Olivo nació en Caracas, Venezuela, poeta, periodista y editora. Formó parte de talleres literarios del Celarg (Centro de estudios latinoamericano Rómulo Gallegos) y perteneció al grupo literario Tokonoma. Ha publicado Sagita (1998), Abecedario roto (1999), De un grano de arena saldrá un pájaro (2001), Cóncavo (2005) a ras del vidrio con el cual obtuvo el Primer Premio Latinoamericano José Rafael Pocaterra (2006) El llamado de los grillos (2010) y Cayenas (2016). Galardonada con la «Medalla internacional de poesía Vicente Gerbasi 2012» otorgada por el Círculo de Escritores de Venezuela el día del escritor. Ha coordinado talleres de poesía en el Centro de Estudios Latinoamericano Rómulo Gallegos y participado en diferentes ámbitos y encuentros internacionales de poetas. Publicada en México, Salvador, España, Brasil y EEUU en antologías sobre poesía venezolana. Dos veces premiada por la Cámara Nacional del libro en el año 2000 y 2010 por sus ediciones y el rescate de valores poéticos en el panorama nacional.