«Pero la ciudad grita porque es ciudad. Yo no inventé la ciudad. Ni mucho menos los gritos. Yo soy un buen tipo. A lo sumo, tengo salidas raras. La gente tiene más vicios.»
Cierto día escuche que una gran canción debería estar compuesta únicamente de estribillos. Una misma serie de oraciones explosivas, rítmicas, pegadizas, repetidas una y otra vez, solo por el hecho de ser la parte que todos terminamos por hacer nuestra. Lo que nos suena. La parte que nos une.
Eso que todos conocemos, que la mayoría vivimos, eso que hemos visto y oído de conocidos o amigos: las desgracias, o mejor dicho, los desgraciados, llenan las páginas de este libro dejando a su paso estribillos de una destrucción armoniosa.
Una familia disfuncional. Un hijo que pierde padres, hermana, novia y mejor amigo, todo al mismo tiempo, mientras se pudre la carne que dejó olvidada en el baúl del auto.
Ese que antes fue hijo, y como si hubiera nacido con el don del escapismo, se vuelve un anti héroe piromaníaco, vengativo, ladrón, asesino y, por momentos, prostituto, en sucesivos intentos de recuperar la vida que también perdió.
Siguiendo códigos morales, uno odiaría a un tipo como este. Alguien despreciable, insensible. Un hombre que no distingue en ningún momento el mal de la meta. Pero no. No lo odias porque te divierte ver como a pesar de los esfuerzos de su mente maquiavélica, el universo encuentra la forma de ponerlo en su lugar.
La elección de lenguaje resulta fundamental. Al mejor estilo Bukovsky, los pormenores de cada acción se describen con palabras que harían sonrojar a más de una señorita. Sinceridad extrema. Un tono desgarrador, enfermizo y oscuro que se mantiene durante todo el relato y transmite esa continua sensación de que todo puede salir mal, y seguir empeorando.
Hacia el final, cuando ya no caben dudas sobre quien es quien en esta historia, el anti héroe, sobre cuyos hombros descansan risueños los siete pecados capitales, termina generando simpatía y hasta un poco de compasión.
«Esos no son todos los vicios», publicada por Azul Francia, va por la segunda edición y sigue creciendo en simpatizantes gracias a ese efecto agridulce de entenderlo todo. Al respecto, el autor nos cuenta como vive este gran momento:
Viniendo del mundo del teatro, ¿Cómo surge la idea de escribir en clave narrativa? ¿Cómo viviste ese primer borrador de una historia que luego se transformaría en una novela?
Siempre fui de leer mucho y una gran parte de las lecturas eran de narrativa. Me gusta contar historias y sabía que en algún momento iba a intentar escribir una novela, mi género favorito. Así fue que empecé un taller y dejé de lado la escritura de obras de teatro. Me aboqué a escribir mi primera novela. Cuando terminé la primera escritura la dejé un tiempo encajonada y seguí escribiendo otra historia totalmente distinta. Unos meses después volví a leerla y a corregirla. Luego, la corregí por tercera vez.
¿Cómo son tus momentos de escritura?
Escribo cuando puedo, aunque trato de escribir todos los días aunque sea alguna frase o situación que escribiré otro día.
La elección de personajes y sobre todo del registro de lenguaje es clave en este libro. Se ve una estructura que termina dando vuelta sobre sí misma. ¿Qué sensaciones te imaginabas producir en los lectores?
El registro es el fundamental para el narrador de la historia que es el protagonista Marcos. Es una novela con una historia cruda en la que claramente no quise que nada quedara a mitad de camino. Marcos se cree buen tipo cuando en realidad es todo lo contrario, pero también se rodea de otros perdedores que son como él.
Marcos es un personaje que genera impresiones muy fuertes. Digo, pasa de ser un pobre hombre que pierde todo a un ser visceral y vengativo que busca su conveniencia sin importarle nada. ¿Qué es lo que más te atrae del personaje?
Lo que más me atrae del personaje de Marcos es que uno puede encontrarse todo el tiempo con hombres o mujeres como él. Gente que hace un personaje en la vida y otra que confunde personaje con persona. Atrás de una cara angelical se puede ocultar el peor de los demonios. Marcos es eso y la gente que lo rodea, también.
¿Pensaste en algún momento durante el proceso creativo en transformar esta historia en una obra de teatro o fue concebida siempre como novela?
Nunca la pensé para teatro, pero sí la pienso para cine. Quizás algún día se da y la veo en pantalla grande. Hay que seguir trabajando y después las cosas se darán en algún momento.
“Esos no son todos los vicios” va por la segunda edición. ¿Cómo vivís esta retribución tan positiva a tu trabajo?
Estoy muy contento con la segunda edición de mi novela, con el trabajo de la editorial Azul Francia y con la editora Francisca Mauas que siempre está cuando un autor la necesita. También estoy feliz con las repercusiones que tuvo Esos no son todos los vicios en tan poco tiempo de vida. Ojalá que se siga encontrando con nuevos lectores y que el boca a boca ayude a que el texto circule. Me llena de orgullo cuando algún lector me manda foto de la tapa del libro y me cuenta que está por leerlo.
¿Se viene una segunda novela?
Me encantaría seguir escribiendo novelas y si se publican, mucho mejor. Lo importante es seguir escribiendo y tener paciencia. Todo es efímero así que hay que disfrutar cada proceso.
La última, ¿un libro de otro autor que te haya marcado en la vida?
Hay muchos libros y autores que me marcaron, pero te voy a nombrar el que más me gustó de los que leí este año. Se llama “Prohibido morir aquí” de Elizabeth Taylor y lo publicó La Bestia Equilátera. Es una joya.
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Esos no son todos los vicios
Azul Francia
111 Pag.
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Mauro Yakimiuk: (Buenos Aires, 1979) Es escritor, dramaturgo, director de teatro, productor y periodista. Es el creador del blog de entrevistas Entre Vidas y director de varias obras de teatro independiente. Esos no son todos los vicios es su primer novela publicada.