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#MujerdeTierra, un hashtag en homenaje a Ayari Lüders (1988-2019)

Y aunque te escondas todo el día
la verdad yo sé bien
que estás dormida
con los recuerdos de otra vida.
– Estás Dormida, Caifanes

No es el tiempo que llevamos de conocer a una persona, sino lo significativo de los momentos que pasamos a su lado. Eso lo entendí al recibir la noticia de la repentina muerte de Ayari. 

«Mujer de tierra» fue el primer y único poemario publicado por Ayari Lüders Monsivais, joven poeta mexicana que falleció el 12 de enero de 2019. Exactamente un mes después de habernos conocido en el Festival Mesoamericano de Poesía. Ayari era una persona que simbolizaba a la perfección el color amarillo: alegre, radiante y dinámica. Si le dabas un abrazo te contagiaba una energía caliente que te electrificaba de júbilo.

Ayari Lüders Monsivais era poeta, actriz y activista por los derechos humanos. Estudio Ciencias de la Comunicación en la Universidad del Valle, México; una maestría en Escritura Creativa en Sevilla, España y el diplomado para Escritores en la escuela de la Sociedad General de Escritores de México. Sus poemas han sido publicados en diferentes antologías y en revistas literarias. Impartía talleres de redacción y teatro. También realizaba actividades para la difusión de la poesía mexicana. Era miembro de la plataforma PLACA y editora de Escáldica Ediciones.

Ayari disfrutaba la naturaleza de una manera rara al ojo común. No solo aportaba su sensibilidad de poeta para la creación de metáforas asociadas al verde, a la tierra: había una mirada mucho más profunda, taxonómica, que mi vocación de bióloga descubrió con curiosidad la tarde que nos conocimos.

Ayari estaba impactada por la puesta de sol de Cacahoatán, Chiapas.  Íbamos en un carro. Mientras Ameth Rivera, el director del Festival Mesoamericano de Poesía, se jactaba de la belleza de la región, Ayari se dejaba embelesar por los rayos del atardecer. Nostálgica -pues el atardecer chiapaneco me recordó a las playas chinandeganas de Nicaragua- tuve mayor gusto observando sus ojos de gato, dilatándose. Fue hasta después de su muerte, leyendo una entrevista que concedió a Laión Media, que pude confirmar mis sospechas con las declaraciones de Ayari sobre su concepción de la poesía como una ciencia:

Imagino los versos en la poesía como las ecuaciones en las matemáticas. Busco que cada verso explique una parte de la verdad. El proceso de escribir poesía, para mí, es lo más parecido a una investigación científica: Hay que cuestionar, querer comprender un fenómeno, observar, definir una hipótesis, probarla miles de veces y entonces presentarla. En el caso de la poesía se le suma crear un escenario idóneo de palabras, sonidos y significados donde pueda cuestionarse, sentir y probar lo que ha propuesto el poeta. La poesía siempre es dialéctica porque se enfrenta la perspectiva del lector con la del autor.

Aunque Ayari nació en ciudad de México (1988) su doble origen se reflejaba en su semblante, mezcla de la cultura mexicana por parte de su mamá y alemana por el lado paterno. Ella se sentía muy orgullosa de ser latina: bailaba con soltura y hablaba, espontánea, como una. Sin embargo, no pudo evitar un asomo de contento cuando pude pronunciar la ü germana de su apellido o cuando comenté en la conferencia «Arte contra la dictadura en Nicaragua» el rol humanitario que habían tenido los alemanes hacia el pueblo nicaragüense, acogiéndoles en su país. Nunca voy a olvidar que Ayari estuvo en la primera fila, escuchando con atención y solidaridad.

En el poema «Regresos» admite que “regresa su acento besando consonantes olvidadas” y deja entrever un poco sobre su relación con esa tierra germana, muy diferente de México:

No voy a volver
porque nada me espera
ni la ventana dorada del sol
ni la lluvia de verano.
La capa gris de mi ciudad
borra rostros y rastros
no me esperan sonrisas
no me esperan llantos.
Al Este una montaña duerme
junto al volcán que la abraza
no me esperan sus cenizas
ni los gritos encendidos de su lava.
Pero regresa mi acento
besando consonantes olvidadas.
Regreso y lloro canciones
al secreto tesoro de la noche.
Regreso en frases y ademanes
a la tierra-guerra que me expulsa.

En sus costumbres también se notaba esa fusión cultural. Me dio mucha ternura cuando nos dejó su plaquette «Cantos de tierra» bajo la almohada, como un regalo. Ese gesto me transportó allá al sur de México, en 2015: unos alemanes fomentaban obras socioculturales en Río San Juan. Al concluir una semana de talleres de cine, la directora del proyecto se marchó, dejando como regalo una carta y unos chocolates. Ante la confusión, Anna Handick, alemana también y coordinadora de los talleres, me explicó que era una tradición.

Así lo confirmó la misma Ayari -como costumbre suya- cuando Dariela Torres no encontró su regalo: tuvo que buscarlo y entregarlo en sus manos mientras Mónica Licea, Monserrat Mena y yo nos preparábamos para recibir nuestro autógrafo antes de su despedida. Se fue un día antes de concluir el Festival Mesoamericano de Poesía a su natal “ciudad monstruo”, como le llamaba ella.

Como editora de Liberoamérica me he tomado en serio la misión de reconocer nuevos talentos literarios, así que le propusimos a Ayari ser parte del proyecto, y ella aceptó. Mónica, Dariela y yo estábamos muy contentas. Mónica incluso consideró que podría ser parte del equipo editorial de «Liberoamericanas» versión México.

Por eso me sorprendió que no respondiera el mensaje de bienvenida que le dejé en el grupo interno de esta revista. Supuse que andaba en uno de sus incontables viajes por México, quizás en España o reconciliándose con Alemania. O en alguna comunidad indígena de Quintana Roo, donde era parte de iniciativas educativas y en donde se le dificultara conseguir internet. Nunca imaginé que había ido en búsqueda del eterno descanso bajo el manto de la tierra a la cual cantaba.

Ayari también se interesaba por los demás, de modo que era una activista por los derechos humanos conocida en varios círculos activistas. Reflejaba estas temáticas en poemas como «Me has robado todo, muerte» dedicado a las madres de Juárez:

Me has robado todo, muerte
choque eléctrico en la espina.
Sólo los vivos vivimos la muerte
y a los muertos les pertenece nuestra vida.
He plantado tanta gente
que debería inundarse el mundo de flores.
Una fosa han cavado en el vacío
y algún día la hallaremos
hasta vencer al olvido.

«Mujer de tierra» fue publicada en 2018 por la editorial Ultramarina. Ayari estaba orgullosa de su libro. Lo llevó como a su bebé durante todo el festival. Tuve el gusto de compartir mesa con ella en Huehuetán y Cacahoatán; escuché el existencialismo y la lucha en sus versos, adoradores del medio ambiente:

«Detrás del llanto»

Cae la flor y su vida

                    al misterio azul del agua.

Navega en su piel líquida

                 hasta la corriente mortal

                                                      que la devora.

El agua indómita

                    es cautiva de la tierra

que la contiene

                     y la muerte,

                                                    que todo se lo lleva,

se desdibuja detrás del llanto.

Sus metáforas sobre la naturaleza, el oficio de escribir, la plenitud del momento y la inexorable llegada de la muerte permiten apreciar la madurez de sus pensamientos, mezclando la apreciación poética con el razonamiento necesario para resistir los embates de la vida. Ayari no quería flores asesinadas en su funeral, pero allí las tuvo para adornar su despedida, como homenaje de un inocente gesto de amor. Ella quería compartir con sus seres queridos el momento, sin preocuparse por el adiós:

«Para mi funeral»

Prométeme que no estarás en mi funeral
que no llevarás palabras no dichas
ni flores asesinadas en tus manos
que no cargarás con un cuerpo sin vida.
Prométeme que no estarás
cuando yo me haya ido,
sino ahora.

Aunque Ayari se despedía sin tener la certidumbre de la fecha, mientras vivía con intensidad, fue muy pronto para celebrar la despedida. Como dicen sus editores, su obra está por descubrirse. Y estoy segura que Miguel Asa hará un maravilloso trabajo colectando su obra inédita. Ya se está encargando de diseminar su vida y obra. Asegura que es vasta y de varios géneros literarios.

A sus amigos y lectores nos queda comentarla, analizarla y diseccionar estos poemas, cantos de cisne. Hasta pronto, mujer de tierra.

Ayari Lüders Editorial Ultramarina Mujer de Tierra Solange Saballos Liberoamérica Archivo Ayari Lüders Poesía mexicana XXI
Escribir por si acaso, poema de Ayari Lüders

Podés conocer más de sus poemas aquí:

Recordando la poesía de Ayari Lüders en Ké Huelga Radio

Poesía Ayari Lüders en Operación Marte

¡Gracias, Ayari Lüders! de Escritoras MX

Entrevista y selección poética de Ayari Lüders en Suicidas Sub 21

Podés adquirir su libro en la página de Facebook Mujer de tierra, Ayari Lüders

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