Elvira Valgañón es una escritora española que nació en Logroño (La Rioja) en 1977. Es licenciada en Filología Hispánica e Inglesa así como también autora de la novela Luna cornata (2007). Ha traducido, junto con el escritor Ángel María Fernández, Nonsense, antología de la poesía del escritor inglés Edward Lear, editada por la editorial Pepitas de Calabaza, en 2014.
Precisamente es también Pepitas quien edita Invierno en 2017, su última novela, una lectura deliciosa recomendada por lectores y crítica, y el motivo que nos ha llevado a charlar con ella en Liberoamérica.
Pregunta: La compasión es un tema que impregna toda su novela. A veces surge entre los personajes y muchas, por parte de la voz narrativa. ¿Cree que en la crónica de nuestro tiempo deberíamos optar más por la ternura y la piedad?
Respuesta: Invierno se construye como un entramado de historias y de relaciones humanas en las que, efectivamente, hay un componente constante que es la compasión. Está en casi todos los personajes de la novela y también en el espantapájaros, a través de cuyos ojos, vemos la historia. La visión del espantapájaros es la de un observador que trata de comprender el mundo y las criaturas que lo habitan: desde el principio acepta que la crueldad forma parte de la naturaleza humana pero, al mismo tiempo, es capaz de encontrar motivos para interesarse y conocer a cada uno de los personajes que pasan junto a su huerta a lo largo de los dos siglos en los que se desarrolla la historia.
P: La voz narrativa resulta un personaje más dentro de la historia o un testigo de esta por su naturalidad y por su gran riqueza expresiva, sobre todo, en lo que se refiere al vocabulario dialectal riojano. ¿Le resultó complicado asumir esta voz y recopilar este léxico cada vez más en desuso?
R: Para mí era muy importante que, en la novela, tanto la voz del narrador como las de los personajes sonaran de verdad por eso quise que aparecieran en ella palabras que para mí están unidas a los pueblos que conozco. Son palabras que yo he oído a mis abuelos, a mis padres, a mis tíos… algunas están casi en desuso, otras siguen vivas pero no todo el mundo las conoce. Pienso que para escribir hay que leer mucho, pero también hay que escuchar. La oralidad ha sido y sigue siendo esencial en la transmisión de la cultura y el conocimiento y también en la transmisión de ciertas palabras que casi nunca se ponen por escrito y que yo he querido usar para contar esta historia, las palabras del campo (el dalle, el prao), las palabras relacionadas con los animales y el monte (afriz, golorito, picaraza..), con las estaciones (el tardío)… y también los topónimos.
P: En su novela se aprecian muy bien las diferencias sociales en los pueblos hasta hace poco tiempo y la fascinación por los indianos o por quienes venían de las ciudades. ¿Cómo encuentra la situación del mundo rural en la actualidad?
R: A pesar de que la situación actual es muy diferente a la que se vivió en el pasado y hay distancias que parecían insalvables que ya no lo son tanto, creo que todavía siguen vigentes algunos prejuicios en ambas direcciones. En ocasiones todavía existe cierta condescendencia o incomprensión al hablar de algunos temas y no es raro caer en estereotipos. Creo que el interés por el mundo rural y por las historias que se desarrollan en él no es nuevo pero es verdad que hoy en día está muy vivo. En cuanto a la desconfianza hacia los forasteros que se refleja en la novela, es verdad que la observamos en los pueblos pero también en las ciudades. Creo que es algo universal y que, como sucede en la novela con don Luis el maestro, termina cuando se conoce de verdad a las personas.
P: En Invierno también se da importancia a la tradición oral en los pueblos. ¿Es su novela, precisamente, heredera de esa tradición?
R: Efectivamente, la narración oral tiene un papel fundamental en la novela. En Invierno hay muchos personajes que cuentan historias y son estas las que van conformando el relato. Cada capítulo es una historia, una vida que a su vez se convierte en un cuento que cuentan otros: Lamperna cuenta a sus sobrinos la historia del desertor francés, la de la guerra de Filipinas, pero también les habla del maestro que le regaló el gramófono, la de su niña que hablaba con las ovejas… Hasta Basilio el alguacil se convierte en protagonista de una historia que se contará muchas veces.
Esta importancia de lo oral y lo contado es uno de los motivos por los que cada capítulo tiene como título un cuento infantil: La reina de las nieves, El enano saltarín, El soldadito de plomo… Estos personajes de cuento son referentes que manejamos todos: sabemos que el soldadito de plomo tiene buen corazón, que la reina de las nieves es hermosa, que el flautista de Hamelin es capaz de conmover con su música… Los protagonistas de mi novela comparten algunas características con los personajes de sus cuentos, aunque no todas. Yo quería que los lectores se encontraran con esas referencias, que las tuvieran presentes durante la lectura y que después tuvieran que desechar algunas y dejarse sorprender por los personajes.