Moriré un domingo de primavera a las seis
En el suelo de La Pampa
O pensándome en él
Una tarde opaca sin lluvia
Arrojada del viento y de las memorias
(se habrán ido con el tren)
Hoy lo afirmo bajo ese cielo
(pincel triste)
En una esquina me dejaré caer.
Será un domingo
Y el silencio será la cortina
Para el cúmulo de mis últimos días
Deambulo los recovecos de una angustia
Que nació conmigo
Como las raíces de esta tierra
Segregan viejos pesares y desconsuelos.
Haré oídos sordos y escaparé de la primavera
Por la naturaleza engañosa de lo efímero
Por el terrible llamado a brotar y enrojecer
Por ser alimento de lo absurdo
Porque no creo sincero tanto pretexto.
¿Por qué muero a las seis?
Porque una mitad de mí espera
Y la otra mitad sangra
Sí, mientras contemplo
Siento cómo sangra mi espalda
En la alfombra
En el barro
En las baldosas
En los semáforos
En las sábanas
En el espejo
En tu balcón
(nuestro horizonte agotado).
Sangro en calma mi desierto
La tierra sangre se levanta para mí
Sangran las cortezas
Se abre mi centro
Sangro en lo imperceptible
Y en los fantasmas palpables
En fin, sangro sólo por mí
A través de mi mudez.