Te amordido un perro (Trampa ediciones, 2019) es la primera novela-dibujofrase de Manuel Moranta (Tarragona, 1979), licenciado en Derecho y director creativo de la agencia de comunicación Inside. Moranta también imparte talleres de ilustración conceptual en diferentes escuelas de diseño y trabaja el videoarte (¿videofrase?) que puede mirarse en su página web. Con Te amordido un perro ha construido una historia de amor y mucho humor, donde se nos muestra una serie de reflexiones expuestas con la técnica del dibujofrase.
Moranta confiesa que a los treinta y tres años lo mordió un perro y que aquello significó un antes y un después en su vida. Fue entonces cuando comenzó a escribir y a dibujar, en ese orden, según dice. De ahí surgió el relato que tenemos entre manos, que nos pasea por las diferentes escenas-pensamientos de cada etapa del, sin duda, afortunado accidente: desde el parte médico por mordedura de perro hasta el alta definitiva.
Pero para que la cosa funcione, el dibujo y la frase han de completarse. Nunca deben contarnos exactamente lo mismo, es decir, jamás deben replicar el sentido. Si debajo de una ilustración que nos muestra una puerta, leemos “Esto es una puerta”, la cosa no está funcionando. Sé que estarán pensando en aquello de “Esto no es una pipa” de René Magritte, y aunque Magritte no estaba señalando el absurdo de la réplica sino más bien la arbitrariedad de la relación entre la representación y el objeto representado, se puede considerar como el precursor del arte conceptual. Este es el terreno que Moranta explora con el dibujofrase.
Él mismo define el dibujofrase como “un aforismo en el que la palabra cede la mitad de su país al dibujo”. Esto me recordó a los emblemas tan populares hasta el siglo XVIII, que exponían una imagen cuyo simbolismo quedaba explicado mediante una frase o leyenda que aparecía debajo. La función del emblema estaba destinada principalmente a difundir una sentencia moral, y en este sentido, los dibujofrases de Moranta apuntan en una dirección bien distinta: la sencillez, la emoción, el humor.

Hay algo un poco naif en todo esto, pero con esa inocencia propia de los niños que, sin complicarse demasiado, desenmascaran el absurdo cotidiano y siempre dicen la verdad. Y donde hay verdad, suele habitar la emoción. Si seguimos este hilo podría decirse que el dibujofrase casi parece un género hermano del poema. Del poema visual, desde luego. De modo que Te amordido un perro, aunque inclasificable, podría situarse en un territorio híbrido entre la poesía visual narrativa y el emblema-aforismo dibujofrase.
Trabalenguas aparte, será plato favorito de lectores atrevidos y dispuestos a dejarse contar una historia de manera distinta.