Hay un espacio no habitable en el que exigimos permanecer. Un hueco místico hecho de ausencias palpables y de recuerdos, al que ya no pertenecemos pero al que, sin embargo, seguimos asistiendo devotamente. En este espacio somos niños todavía, hijos del patio grande, del juego inacabable de las escondidas y de una fantasía intacta, vuelta pretexto para salir corriendo de nuevo a ocultarnos.
Piedra libre para Washington Atencio*, detrás del fuego idílico que nos envuelve en palabras suaves, sanadoras de males y de rutinas densas, irracionales. Así las cosas, no hay restricciones léxicas ni emocionales para mudar de escondite, para prescindir de lo que no es abstracto e inagotable.
En Una hoguera de jazmines (Camalote, 2019), el submundo de Washington (su hueco místico) está compuesto por un conjunto de elementos agrestes – casi bucólicos -, cuyas micro partes se definen en relación con un hábitat salvaje que ha quedado detenido en el tiempo, cual víctima indiferente de una mancha congelada que nadie se molestó en finalizar.
«Personas y raíces / se parecen / en estos lados» asegura el poema de apertura. Se trata de un mundo preciso, atravesado alternativamente por seres de otras especies: acaso metáforas aleatorias de un mismo ser.

Conviven en estos versos pájaros y liebres, serpientes y gallinas, médanos ardientes y pastizales. Muy lejos de ser naíf, la mirada de Washington no es huidiza ni panorámica, sino profunda y minuciosa. No es el sujeto hablante un personaje clónico y estándar de la poesía pastoril, sino un contemplador innato de paisajes y sucesos, cargados éstos de un dramatismo autobiográfico que late, equidistante, debajo de cada tablón.
El campo, su condición distintiva y su nostálgica parafernalia, resultan el escenario poético perfecto, que circunda a ese sujeto, lo contiene y lo acredita:
Tengo 222 amigos en el face
y el número me hizo pensar
en los fósforos Tres patitos que compraba mi abuela
para prender el horno de barro
en donde hacía el pan cada domingo.
Tardé bastante en darme cuenta
de la relación directa
entre la marca, el dibujo y la cantidad.
Soy lento como el fuego en leña húmeda.
Palabra, autor, sujeto lírico e imagen están fundidos y alineados encima de un mismo plano, de un mismo «colchón de aserrín», de un mismo campo húmedo y ardido donde «antes hubo liebres». Y en esta coexistencia icónica está la clave de la verdadera belleza poética: el yo no es en estos poemas un correlato de la violencia natural incontenible (como sí lo es, por ejemplo, en los Cuentos de la selva, de Quiroga), sino un intertexto vivo, residente vip de esa convivencia híbrida, sutil y casi etérea, pero excepcional:
Fuimos camalotes sin ancla en la noche.
Arrugamos las yemas
y tus dedos blanquearon
sólo para mí
espectador de un truco sin secreto
pero íntimo.
En el recinto gastado y escueto de una FM de Buenos Aires nos conocimos, Washington y yo. Nos llevamos para nuestras casas una cantidad no medible de formas de comunicarnos: posibilidades sociales infinitas que pretenden brindarnos la Windows Media y sus secuaces. La poesía, no obstante, seguirá siendo siempre nuestro auténtico médium.
No conozco el bosque pero me lo invento
pienso en un campo
lo complejizo
y la imagen me conforma.
Los abedules me ignoran
pero esta tarde me invaden destellos
olores dorados del campo que me sembró.
Un bosque es un bosque
recordás
y la palabra se pliega
porque sabe de límites.
Así nos mueve el lenguaje, nos circunscribe y nos cohabita. Así opera su vértebra fundacional: nos quemamos, dóciles y serviciales, en una hoguera común, devenida en portentosos mensajes intermitentes, y crecemos multiplicados en variantes yuxtapuestas, como arbustos solitarios, como injertos alienados, como jazmines en llamas.
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*Washington Atencio (Lucas González, Entre Ríos, 1986). Profesor de Lengua y Literatura. Autor de Una hoguera de jazmines (Camalote, 2019). Ha participado en diversos encuentros de poesía y algunos de sus textos circulan a través de redes sociales. Reside actualmente en Paraná, donde dicta clases de Literatura y de griego clásico a nivel terciario y universitario.
Foto de portada: Perfumesregalo.com
Foto de nota: gentileza del autor