Bienvenidos a El sótano del ornitorrinco. Concluimos este caluroso mayo con la poeta y gestora cultural Cecilia Silveira.
¿De qué autores disfrutaremos en meses venideros? Contaremos con Ada Menéndez, Claudia Capel, Carmen del Río Bravo, Vicente Muñoz Álvarez, Sonia San Román, José María Cumbreño, etc. Y otra pequeña novedad: ampliaremos un poco el cuestionario. Sin más, disfrutad, queridos lectores, de esta entrevista minimalista.
Cecilia Silveira (Montevideo, Uruguay, 1964). Cursó estudios de Contador Público en la Facultad de Ciencias Económicas y Administración de la Universidad de la República (Uruguay). Desde el 2000 vive en Córdoba (España). Poeta, narradora y gestora cultural. Autora de los poemarios Lo indecible (Ediciones En Huida, 2015) e Ir (Ediciones En Huida, 2018). Sus textos aparecen en diversas publicaciones literarias (El coloquio de los perros, Literariedad, Revista Penélope, etc). Pertenece a la Asociación Cultural Mucho Cuento, que promueve la lectura, escritura y difusión del relato corto, el cuento y el microrrelato.
¿La poesía sirve para algo?
Sí, sirve para darse cuenta de lo que no sirve para vivir. Es como una prueba de contraste cotidiana: delimita lo que vale la pena de lo que nos hace perder el tiempo. Después que se descubre, es imposible quitarla de nuestras intuiciones, ni de nuestro sentido común.
¿Qué no es poesía?
Es poesía todo aquello que nos hace olvidar por un instante la idea persecutoria de la muerte. Nos ilumina ese destello, y nos creemos eternos por un instante; es una sensación diminuta pero que lo invade todo. Después hay que intentar utilizar el lenguaje para poder transmitir ese momento. Todo lo demás no es poesía.
El momento más vergonzoso de tu vida como artista fue…
Hasta ahora no he vivido momentos de artista, quizá por eso no hay ninguno del que me pueda avergonzar.
¿Dónde están las musas?
No lo sé, y no me interesa. Me gustan las sorpresas, y los caminos transversales, no quiero saber las rutas.
¿Qué libro te hubiera gustado escribir?
Eso, de la poeta danesa Inger Christensen.
La palabra más hermosa del diccionario es…
No tengo una favorita, y no me gustan las palabras hermosas. Podría ser árbol, ratón, piscina o paciencia. Según el día y la temperatura del aire.
¿Amor o desamor como tema universal poético?
Ninguno de los dos, no entiendo los temas en poesía, prefiero la sucesión de imágenes con elementos desencadenantes en común.
¿Libro impreso o libro electrónico?
Libro impreso, por el concepto del roce en las pasiones.
Último libro leído.
Leo varios libros a la vez, me tranquiliza, y me da la posibilidad de formar universos pasajeros que me permitan, a veces, no tener casi contacto con la realidad que nos han enseñado. Ahora estoy con: El ABC de Byobu, de Ida Vitale, Obra poética de Circe Maia; Hijas del río, relatos de escritoras nórdicas, El origen de los otros de Toni Morrison y La máquina de pensar en Gladys, de Mario Levrero.
¿La literatura da de comer?
Supongo que la venta de libros sí da de comer, a los editores, a los libreros. La literatura es otra cosa, que en lo posible no se debería rozar con el poder, ni mezclarla en el mercado.
¿El arte ha muerto?
No, sino no podríamos seguir adelante, nos hubiéramos dado cuenta ¿no?
Un libro que no recomendarías bajo ninguna circunstancia.
Nunca le diría a nadie que no leyera un libro determinado, solo el hecho de ponerse a leer generará algo positivo. No quiero decir qué libros no recomendaría, que los hay, aunque solo sea para equilibrar la balanza a favor de la lectura. Discriminación positiva que le llaman.
¿La pastilla roja o la azul?
No sé de que se trata esos de las pastillas de colores. Pero a mi me gusta mucho el color celeste.
¿Protagonista o secundario?
Secundaria siempre.
Si fueras un personaje de ficción serías…
Sería yo misma, vista por los que no me quieren, la mala de la película quizá.
Una serie recomendable y una película olvidable.
Como serie recomendable : The big C (con C mayúscula), y película olvidable, no lo sé, se me ha olvidado.
Un director de cine y un disco de cabecera.
Sydney Pollack como director, y Fina estampa de Caetano Veloso como disco.
Si existiera la posibilidad de resucitar a una celebridad por un día para tener una interesante conversación, ¿a quién elegirías?
A Virginia Woolf, por sus ojos.
Un momento histórico.
Ahora.
Un consejo para no tener en cuenta.
Tranquila, todo pasa.
Gracias, Cecilia, por tu generosidad.
SOBRE LA CULPABLE DE ESTA SECCIÓN MINIMALISTA: ANA PATRICIA MOYA
Estudió Relaciones Laborales y es Licenciada en Humanidades por la Universidad de Córdoba. Ha trabajado como arqueóloga, bibliotecaria, documentalista, etc. Actualmente, se busca la vida como puede y dirige el Proyecto Editorial Groenlandia. Su obra más reciente es La casa rota (Versátiles Editorial, 2019). Sus textos aparecen en distintas publicaciones de Europa e Hispanoamérica, digitales e impresas, así como en antologías literarias; también ha obtenido algún que otro premio por sus despropósitos lírico-narrativos, siempre como la eterna finalista. Ha sido traducida parcialmente a varios idiomas.
POSDATA: Para las interesadas en participar en la tercera parte de Estrías de luz y sombra (poesía lésbica española y contemporánea; primera entrada y segunda entrada), aquí tenéis las bases. Se agradece también que compartáis.