Decía Ana María Matute que escribir es una manera de estar en el mundo, de ser. Las protagonistas de este dossier son, están y quieren seguir estando, y lo demuestran a través de la escritura y la poesía, que es su forma de ver y enfrentarse a aquello que las rodea.
Son los nuevos rostros que han venido para quedarse y que se van haciendo hueco en el panorama poético, continuando el legado que les dejaron sus antecesoras y ganando protagonismo entre el gran catálogo de nombres masculinos que hasta hace poco relegaba a un segundo plano a las poetas, pero más especialmente a las poetas jóvenes.
Actualmente el feminismo está teniendo un visible despunte: cada vez más, se reivindica la presencia y visibilización de las mujeres en campos culturales que tradicionalmente estaban liderados por hombres. Ellas más que nadie saben la importancia que tiene compartir y estudiar el trabajo de las autoras olvidadas del pasado para seguir creando una comunidad entre las compañeras de hoy.
La poesía es uno de los géneros en los que las escritoras están recibiendo mayor reconocimiento. Aunque hasta hace unos años pudiera causar rechazo en el mundo editorial, lo cierto es que cada vez son más quienes apuestan por que gran variedad de voces poéticas sean escuchadas. En concordancia con la época que estamos viviendo, el lenguaje de estas poetas tan jóvenes es fresco y diferente, y los temas que tratan, aunque en ocasiones tienen reminiscencias de las introspecciones clásicas, acostumbran a ser tan contemporáneos como el año en el que vivimos. Son estas mismas poetas las que están interesadas en leer autores de su edad, por la cercanía en sus experiencias e inquietudes. Romina Serrano afirma que la clave es formar parte de un colectivo de poetas ultrajóvenes y que juntos y juntas «hacemos fuerza, somos la generación que quiere meter la cabeza». Del mismo modo, María Belén Milla Altabás opina que «cada vez hay más poetas jóvenes en escena. Todo esto tiene mucho que ver con las redes sociales, (…) que permiten visibilizar el trabajo de autores y autoras jóvenes. Pero es verdad que nada de esto es suficiente cuando se habla de la literatura escrita por mujeres».
A pesar de la reticencia que suele existir en torno al contenido literario publicado en línea, autoras como Ana Cerezuela, con gran presencia en redes, reivindican que «en Internet hay muchísimo talento genuino, y que quien desmerece el trabajo de alguien sólo porque se difunda en redes simplemente se niega a ver lo evidente». Y es que Internet y las redes sociales son en varios casos la clave para lograr este impulso de la literatura. Como apunta Berta García Faet, Internet es una herramienta para conocer a poetas, amigos y lectores: a través de plataformas, blogs o diversas iniciativas literarias, las obras de estas escritoras pueden llegar a una audiencia mayor y, añade Irati Iturritza, también ayudan a crear círculos muy fuertes que sirven para buscar referentes literarios y femeninos tanto contemporáneos como anteriores. Ana Castro relaciona estas conexiones que se forman gracias a la lucha feminista con la creación de espacios seguros para encontrarnos con otras y empoderarnos en esos lazos.
Si bien las redes sociales son una eficiente herramienta para difundir la literatura, también sigue habiendo una gran variedad de eventos que la fomentan, desde presentaciones de libros a lecturas poéticas, pasando por festivales literarios, locales destinados a la poesía escénica o ferias del libro. Nerea Delgado, a pesar de ser muy activa en plataformas digitales, sigue apostando por salir a las calles, a los bares, y defiende «el libro físico, las estanterías, y la relación del autor y autora cara a cara con la persona que nos lee», lo que nos lleva a una inevitable fusión entre los medios clásicos y actuales.
Muy en relación con lo que decía Ana María Matute, para Iosune de Goñi «escribir también es así una forma de poner en cuestión, de dar voz a lo que queda fuera del discurso hegemónico. Escribir es una forma de reivindicar y de decirse». Lo que escriben las poetas de hoy está estrechamente ligado al movimiento feminista: hay una presencia constante del cuerpo, o de los cuerpos, en plural; una necesidad de libertad sobre una misma; una expresión de los adentros; una declaración de intenciones; una observación de su mundo particular, o de nuestro mundo en general. Incluso podría verse como un acto de resistencia o reivindicación. Laura Casielles recuerda que, en definitiva, todo escrito tiene algún tipo de propósito, y que «no hay ningún discurso neutral».
En este dossier se reúnen, con el feminismo como aliado, algunas poetas jóvenes del panorama literario actual. Ellas nos cuentan su historia, cada una con un estilo propio, pero sin dejar de lado la esencia de una voz común: la voz de las mujeres.
Biografía de Marta Castaño:
Marta Castaño (Pamplona, 1988) es licenciada en Filología Hispánica por la UNAV y graduada en Información y Documentación por la ULE. Apasionada de la literatura en todas sus formas. Trabaja como bibliotecaria en una biblioteca pública y gestiona proyectos literarios y de fomento de la lectura en su ciudad natal. Escribe artículos en revistas culturales y poemas y narrativa en su blog personal.
Biografía de Laura Pardo:
Laura Pardo (Granollers, 1995) es graduada en Traducción e Interpretación por la Universidad Autónoma de Barcelona y estudiante del Máster en Traducción para el Mundo Editorial en la Universidad de Málaga. Es editora y gestora de las redes sociales de Liberoamérica en Málaga, además de coordinadora y autora en la antología Liberoamericanas: 140 poetas contemporáneas (Liberoamérica, 2018).