Corva, de Yanina Giglio
«En lo indómito de los pliegues,
en la conversión del doblaje
ella movía el desparpajo de cometas
a plena luz del lenguaje.»
Así se cuenta que en la curvatura del tiempo se pliega la historia, y que en cada uno de esos pliegues el cuerpo se reinventa y el recuerdo despierta de innúmeras formas;
entonces, la transmutación sucede y la voz del poema se vuelve legión.
Relumbra el desparpajo en la lengua nueva que va nombrando
como una silvestre manifestación de la memoria -decís
como esa enredadera que no detiene el ímpetu ante el muro, y que palmo a palmo le va franqueando,
porque es la pared irremediable lo que convoca a seguir
para ganar en fuerza
y en restallida flor.
Así son las reinvenciones del yo, así cada quien una legión de sí.

Sorprende que la memoria en este mundo, obligue a buscar una voz singular para tantas que somos y hemos sido cada vez.
Si la memoria que habita nuestras vidas es múltiple y plurífica,
¿por qué se ciñe y se apoca a un decir en singular?
Ese es el dolor del yo, su pathos de exclusión, su mutilar prolijo.
Corva trae la experiencia que expande:
somos tantas como en cada pliegue hay de mí, por eso acerca su plural habitar del tiempo
y dona las voces con gesto curandero.
Y ¿cómo pliega el tiempo en el cuerpo?
La noche que recibís al centauro, como reverberancia de aquel conquistador nómade del sin fin de los desiertos de Gobi, aquel que nos trajo el cuerpo de la mujer ostentado en un brazalete hincado en la corva de lo que fuera su caballo altivo
-hoy disecado y exhibido en los interiores del Kremlin-
te ha invocado, parece, a dar la voz como quien atraviesa el desierto propio, como un designio necesario, que empuja hacia nuestro rescate por habernos mal conquistado, por haber querido silenciar de las memorias sus derivas abiertas por nuestros cuerpos, bajo la nave de un lenguaje opresor.
Porque estoy buscándote a mansalva –decís…
Acaso, ¿no es el cuerpo una emoción innúmera?, ¿con cuántas bocas nos habla vez a vez?Y si esa búsqueda perece ¿a qué escondites callados hasta el olvido nos obligaríamos, dormidas en esas conquistas en nombre de lo que NO nos representa?
Ese mal hábito de amar, sin amarte -decís…
-
Yanina Giglio en la presentación de «Corva».
Será, Corva, entonces, un rescate a mansalva.
Reencuentros y restituciones con la misma abundancia que se atesora entre pliegues.
Otra es la cualidad del tiempo cuando la vastedad abierta del doblez se va entregando;
tempo de una lengua que no ha devenido historia y con su reliquiado presente, y sus leyes en desuso orbita como murmuraciones indescifrables hasta tanto se liberte.
Habrá que traducir la memoria como gesto de salvataje para que propicie abrirse al tiempo del exilio, ese que parte de sí, como si fuera el barco de Alejandra*, para reencontrarnos donde no se es, donde nunca habremos sido, donde alguna vez seremos, y así, poder conjugarnos amablemente en la otredad que nos habita.
Ese es el encuentro con el ombligo del tiempo, lo que conecta con ignotas supernovas que irradian para iluminar zonas invisibles.
Yanina, tu poeta Saint Jhon Perse, galopa en el prefacio de este libro -va exaltado, extraterreno, fuera de sí, y ya en la otra orilla del desierto ganado, comprende y nos advierte que ha experimentado del tiempo y del espacio su exagerada o abominable medida.
Es que en esos transes de lengua poética, nunca se sabe cuánto dura un minuto.
Con el mismo afán, Corva nos recuerda que los lugares desaforados, si no se habitan, engañan como si fuesen pequeños y domésticos, y cuando comienza el trabajo de habitarlos, con la paz del verbo que insufla los días, reconocemos su inmensidad hecha de curvas y texturas inesperadas e intrépidas.
Acaso por eso, decís: Iridiscente
O también: Atiendo a un despertar infinitesimal (…)
Perdonarme por la pasión sellada.
Encontrarme es perder la presencia
con la precisión del fuego.
Corva dedicado a quienes han logrado salvarse a sí mismos de sí mismos, dialoga con la pasión; la pasión tal como la trae Lispector, esa que habita en aquellas personas que saben que el acercamiento, a lo que quiera que sea, se hace de modo gradual y penoso, atravesando incluso lo contrario de aquello a lo que uno se aproxima, para darnos, poco a poco una alegría difícil,
más alegría,
al fin.
Vanesa Guerra
15 de junio 2019.
*Explicar con palabras de este mundo/ que partió de mi un barco llevándome (Alejandra Pizarnik).

Vanesa Guerra > Psicoanalista >< escritora / Argentina, 1965.
Publicó: Walser, traductor del limbo (ensayo) Editorial Bajo La Luna, 2017// Síndrome del Montón (novela) El 8vo Loco y Tren en Movimiento Editores, #ColecciónFueradeSerie, 2016. //Cómo sopla el Serpentino cuando no canta el gallo (novela) Editorial Bajo La luna, 2012.// La sombra del animal (relatos) Bajo La luna, 2008.// Metáforas del lunar conyugal (relatos) Editorial Nueva Generación, 2000.
En camino: La lengua del desierto -ensayo-. Editorial Buena Vista, Córdoba.
Sobre Yanina Giglio

Yanina Giglio es la voz italiana para Juanita Lirio. Nació sin embargo, en Buenos Aires, Argentina en 1984; por eso le hubiera gustado haber sido nombrada en castellano, la lengua que habita.
Lectora serial que escribe, investiga, experimenta y vuelve a empezar. Incansable. Apasionada por el desarrollo de procesos creativos. Ha realizado estudios en Ciencias de la Comunicación Social en la Universidad de Buenos Aires. Obtuvo un PGCert en “Escrituras: Creatividad Humana y Comunicación” por la Universidad FLACSO. Se diplomó en “Neurociencias y educación” por la Universidad de Morón. Cursa actualmente Lic. en Artes de la Escritura en la Universidad Nacional de las Artes.
Luego de doce años de trabajar en el mundo aeronáutico, hoy es correctora de estilo en uno de los principales multimedios de América Latina. Coordina talleres de lectura y escritura creativas, en las distintas modalidades: grupales, individuales, virtuales y presenciales. Es miembro fundador de Odelia editora, proyecto editorial independiente conformado por 8 mujeres; se dedica especialmente a las áreas de producción ejecutiva y de prensa.
En el año 2014 la primera revista digital de la cátedra Klein-Pampillo de Taller de Expresión I, UBA, publica el relato Abrapalabra: licencia para hablar, y comienza su formación en el taller de escritura de la poeta Claudia Masin. En abril de 2015 Editorial Alción edita su primer libro en prosa poética: La Do Te. En 2016 escribe Corva. Y en 2017 participa del Proyecto NUM -Ni Una Menos- con la antología Recuperemos la imaginación para cambiar la historia, junto a Editorial Mansalva. Durante este mismo año, también, concluye su Compilación de pingüinos (inédito), ensayos breves reunidos que acercan de una manera ardiente la lógica, la crítica y el análisis; la creatividad y la imaginación: hasta llegar a la copulación entre arte y ciencia.
El 30 de noviembre de 2017 dona su riñón izquierdo a Carina, el amor de su vida. Unos meses después Editorial Liberoamérica la elige para integrar la antología Liberoamericanas: 80 poetas contemporáneas. Hacia fines de 2018 es seleccionada como autora para la Colección de Nueva Narrativa Argentina de Audiocuentos, organizada por unabrecha.com.
Sus artículos ensayísticos, crónicas, entrevistas, cuentos y poemas son publicados regularmente en el diario chileno de crítica cultural Cine y Literatura y en la plataforma literaria Liberoamérica. Colabora como periodista cultural en el programa “Sentipensantes” por Radio Universidad Nacional Arturo Jauretche.
Yanina Giglio y la literatura se conocieron durante una guerra, eso que fue su infancia. La escritura era su campo de refugio. La amaba más y más, porque lograba alejarla y protegerla de la violencia que reducía su vida. Escribía porque necesitaba resistir y denunciar, dejar testimonio de todo lo que sufría a diario y, en el caso de que algo definitivo le pasara, para que alguien -alguna vez- encontrara esas páginas e hiciera justicia.
Su escritura se nutre de un amor profundo por la vida, como insistencia y como exuberancia. Se nutre de fantasmas también, que han tomado ciertas palabras y de la lucha por resignificarlas. Se nutre de la esperanza por autopercibirnos seres compasivos. Se nutre de paisajes como corpografías. Se nutre de encontrarse con otras poetas y acompañarse en las páginas y en los días.