traducción Darío Zalgade
hijos de magdalena
Se esparce una manta viral en ese suelo.
Quien duerme no tendrá otra ocasión de decir: “¡Buen día!”.
Hacemos nuestra parte: vendemos nuestras vidas.
Hoy nuestros genitales rinden el plato del día.
cartas para el mundo
Yo era todos: la niña del tablero, la científica en la sombra.
Nosotros todos éramos ultravidas – ninguno conocía la dirección
del otro o cuál el matiz predilecto.
Yo oía sus zumbidos cuando trababan sus misiones.
Yo reconocía sus pensamientos, sus sistemas digestivos
[y sus tuétanos.
Yo era todos: varón y fémina, dominio y servilismo, guerra y silencio.
Nosotros todos componíamos una orquesta de músicas mestizas
y marchábamos en hileras o en los estrechos paredones.
Yo era todos: paraguas, estepa y carrito de mano.
Éramos los sustitutos,
los del final de la fila,
los stand-by. Sin más.
Yo era todos: riñones, tijera y piedra.
Filtros, cortes y lapidaciones.
Editados por los comerciales de un día feliz.
Yo era todos: el carbono, el silicio y la saliva
fluida de la boca hambrienta o ambiciosa.
Yo era la fila para ningún lugar y el orificio certero.
Yo era la multitud.
teatro mercadológico
Presenciamos de cerca cada acto de la corriente:
enrejados, muros y votos de silencio.
Nuestras manos están presas por pura voluntariedad:
creemos en la reserva, en el exilio
y en los medicamentos recomendados.
la rosa roja
La Rosa Roja brota al margen del ruido proletario,
aguarda el humus del tiempo y el exterminio del verbo hipnótico,
execra hoces, esvásticas y progresos a cualquier cotización,
venera la danza sutil de aquellos que meditan en movimiento,
no paga votos, plegarias o diezmos de domingo,
no dicta cartillas, manuales o citas de conserva,
está en las venas, en las raíces, en el escudo espinoso,
y sin Estado, Patria ni Partido.
La Rosa Roja no brota en vasos
industriales – adora macetas, florestas,
agua pura, sólo fértil, libertad y rituales de lluvia.
La Rosa Roja es el Mito
de toda Primavera.
retrato circense para nanã
La Muerte frecuenta la Tierra con trajes de mercader.
En la bolsa – commodities y combustibles.
La Muerte tiene acceso a cualquier lugar
y dicta las normas del juego: quién planta,
quién cosecha, quién come y quién saliva hasta
recibir el dulce emponzoñado por ella.
La Muerte no es el Cáncer ni el Ébola,
la Muerte antes de todo es el Petróleo,
el Capital y las Acciones en Bolsa.
Pero la Muerte también somos nosotros
y nuestros hijos en todas las generaciones venideras:
que trocan agua por Coca Cola,
que trocan el aire libre de los Parques
por el aire acondicionado de los Centros Comerciales.
La Muerte visita la Vida y la encanta como una Circe del revés.
Pero nada se transformará en puercos
y mucho menos en anticuerpos.
La Muerte está cerca, muro, alambre de espinos,
embargos económicos, multinacionales,
patentes, especulación inmobiliaria,
industria farmacéutica, petróleo,
Estado, territorio y dominación.
Ya lo dice el Viejo Barquero en mis peores pesadillas:
“La Muerte siempre estuvo contigo, baby”.
Lisa Alves – Arame Farpado – 2a. Edição (Penalux, 2018)
Darío Zalgade (Islas Canarias, 1983), es Licenciado en Letras Modernas (UNC) y Máster en Literatura Comparada (UAB). Se especializa en el estudio de la literatura latinoamericana contemporánea y el análisis estructural de la identidad. Es colaborador regular en las revistas literarias Quimera, Librújula y Oculta Lit, y fundador de la plataforma editorial Liberoamérica.