¿Quiénes somos en el Perú para habernos vuelto los mismos verdugos de nuestros propios coterráneos? Las cifras de feminicios en el Perú ha llegado a 95 mujeres (al 29 de julio del presente año). ¿Cuántos casos han sido concluidos con castigos severos a los homicidas? Posiblemente, ninguno. La justicia se lava las manos, argumentando que son las leyes quienes tienen la palabra. Tenemos los casos emblemáticos de varias mujeres silenciadas por la fuerza machista del entorno. Una cultura y praxis social que se mantiene vigente debido a los bajos estándares educativos y a la forma de comprender el papel de la mujer en la sociedad. Situaciones reprochables para la actualidad. Pero esta violencia no solo se da en el aspecto físico sino en el forzado silencio que se hace notorio a lo largo de los diversos estamentos gubernamentales, sociales y culturales. Hace pocos días fue la inauguración de la Feria Internacional del Libro de Lima y en la mesa de honor solo fueron presentados varones. La organización sustentó en los cargos de los presentes, pero ¿la Ministra de Educación, la directora de la Casa de la Literatura Peruana, entre otras autoridades?
Por ello, ante este silencio, presentamos una edición especial de La arquitectura de la palabra con voces femeninas peruanas de diversos tiempos, una poeta emblemática que ha pasado a la eternidad como una de las mayores exponentes de las artes líricas peruanas como lo es Blanca Varela y otras voces femeninas, vivas y vigentes, que dan muestra de la gran tradición literaria que posee el país desde sus grandes exponentes. Una presencia real de la mujer en las artes líricas (y en general) que podemos encontrar en el país, patria llamada muchas veces «tierra de poetas». De tal manera, que presentamos nuestro simple y sencillo aporte al cambio que estamos viviendo como sociedad que, aunque aún es insuficiente, da muestra de la gran presencia femenina en el Perú.
Con ustedes, mujeres peruanas que hacen poesía, una muestra significativa de tantas otras autores vigentes y eternas (como Magda Portal) que demuestran la presencia de voces femeninas en la gran tradición literaria del Perú. Este no es una muestra cerrada, sino una muestra de un gran grupo que persiste, crece y se va expandiendo en el canon literario peruano.
Blanca Varela
Así sea
El día queda atrás,
apenas consumido y ya inútil.
Comienza la gran luz,
todas las puertas ceden ante un hombre
dormido,
el tiempo es un árbol que no cesa de crecer.
El tiempo,
la gran puerta entreabierta,
el astro que ciega.
No es con los ojos que se ve nacer
esa gota de luz que será,
que fue un día.
Canta abeja, sin prisa,
recorre el laberinto iluminado,
de fiesta.
Respira y canta.
Donde todo se termina abre las alas.
Eres el sol,
el aguijón del alba,
el mar que besa las montañas,
la claridad total,
el sueño.
Rosario Valdivia Paz-Soldán
Gozándome
Gota a gota
resplandor
la palabra callada invita a la risa
estruendo húmedo después de…
vas y vienes
vienes y vas
vuelves a internarte
cual potro salvaje
descontrol en mañanas
saludan gozosas
cae sobre mi cual torrente
dulce sudor
me baña
me viste
como perro sediento
lenguas de fuego
vas y vienes
amor real
de carne y hueso
hasta cuándo
hasta dónde
hasta quién
cerrar los ojos
de hinojos
mirar al cielo
hasta la noche amor
hasta mañana amor
hasta que puedas
amar sin preguntas…
Cynthia Briceño
Yacila
En la Yacila dueña
de mis pequeñas riberas,
el verano hacía largo
el camino hasta la orilla.
Y la balsita vieja
de los maderos años
esperaba mar adentro
mi sonrisa aún de niña.
Al lado de los hombrecitos
de espalda amable y fatigada
jugaban nuestros primeros sueños
con la red de pescadores,
y así lanzábamos al aire
un tejido de promesas
y atrapábamos al mal tiempo
y a los peces de colores.
Ahí estaban siempre los niños
que me hablaban de grandes olas
con sus sonrisas de balsitas
y su mirar de aceituna.
¡He respirado tantas veces
tu cielo olor a luna!…
¡Ah, Yacila!, ¡qué fría tu agua,
pero qué tibia tu espuma!
Tu arena ha calentado siempre
las plantas de mis inquietas huellas
que tu playa por las noches
retira, devuelve y esconde.
Y sobre el muelle de tu sol
se levanta la casa de Pedro
que también su barca ha dejado
para pronunciar mi nombre.
Katherine Medina Rondón
Ciudad y centro
El desorden se antepone al orden,
las tejas en comunión con los pinos,
la dislocación del paisaje humano,
la indigencia regada en las hendiduras,
la agitación de mi melena-león.
Hay tantas cosas que nos oculta la vida,
ciudad de fuego,
que al menor descuido se atraviesa un centelleo ajeno,
el rose de un cuerpo en el trasporte público,
una palabra descortés
y detona, la gota que derramó el vaso
inundando mi centro solitario,
el centro de mi verdadero centro
para hundirme en lo desconocido,
en la niebla,
en el disfraz de prudencia que reviste a la ira,
redonda como una bola de cristal
que predice el futuro,
la mugre bajo las uñas,
la pesada jornada
y alguna brecha encogida
donde franquea un ave enorme
que cruzó la cordillera
incapaz de volar.
Martha Crosby
Destino
¡Ya viví todo!
Reclamó el lienzo enceguecido
en mi mano cansada de ruidos
¿cómo podré hacer ya nada
si mi último color
lo pinceló el destino?
Encendiendo leños en mi piel
entre sombras de poeta
mientras tirita el pincel
te filtras en lejana grieta.
A la piedra inyectándoles latidos
y a la arena néctares de vino
a fuerza de alquimia
me ofreces un racimo de olvido.
En el umbral de mi delirio
extiendo las horas mas abajo
confundo tu aliento con el mio
y me transporto a un mundo sin ocaso.
Julia del Prado
Las casas viejas hablan
de desasosiego y descanso
de elogios en declaraciones sonoras
dicen
holas desde ventanas añejas
a los transeúntes en paso
guardan
secretos de redondos recuerdos
Las casas viejas traman
historias en juegos eternos
suenan
en agudos chasquidos
de graves sonidos
esconden
baúles de historias
de noches de invierno
Las casas viejas adornan
calles y avenidas
con olores a mirra, tabaco e incienso
mientras el hombre lo quiere
Y hay casas de esas viejas
Malolientes
Sedientas
Abandonadas
Siniestras
Andrea Paola Dávalos
La rosa
Ahí está la monstruosidad, en la rosa,
de pulcra fragilidad, garbo elegante y delicadeza impuesta,
guarda su ferocidad con recelo,
pero no termina de esconderla, la he visto,
en el laberinto de sus pétalos
yace su mirada despiadada,
acecha a quienes pasan frente a ella
y los acerca a su espinosa esencia.
Criatura bella ¿cuántos cuerpos heridos huyeron de tu tallo?
las hojas cargan el rocío que no llega a tus labios enrojecidos de sed
sin embargo, la falta de riego no apaga la voz ni la mañana
y ella exclama:
Hoy se acaban las batallas áridas
¡Endebles y cobardes no me estrechen su mano!
Crecí guerrera en el jardín de la noche
mi florecer es el porvenir de los valientes,
los busco para ir juntos al edén
y si allí el futuro está oxidado,
no temo, somos hijos de la muerte,
ella desprenderá todo dolor y todo espejo,
nos refugiará en el alba para ser guardianes de otro suelo.
Katherine Rengifo Saldaña
Cenizas
Dejen de hurgar en mis sienes
con esos dedos alfileres
que mis alas las guardo mar adentro
donde se han perdido
navegando sus ojos veleros
Dispénsenme
pero amo ser crisálida
cuidando la seda que sin prisa
cobija los días y las noches
hasta que pueda volar
Ese día deseo pasearme
por el puentecito de Chabuca
y respirar de sus versos
hechos de madera
Ese día deseo ser fuego
quemando una de sus orillas
regar las cenizas como polen
de la flor de la canela
Regar las cenizas hasta el mar de Supe
abrazar al hijo que Blanca perdió
como si fuera uno mío
porque antes que alas
soy madre
antes que poesía
sigo siendo madre
esa fue la flor
que en mí germinó
Lucía Portocarrero Guzmán
Instante
Algo recordé ese instante
Aquellos tibios pensamientos
Antes que el amor y esos sueños
Anulen mi corazón y mi mente
Ahora levantarse es un desafío
Ahora la fe es lo primero
Ahora el sol y la luna brillan
Ahora lo bueno y lo malo se unen
Como el arcoíris después de la tormenta
Como el agua después de la sed
Como las risas después del llanto
Como la amistad después de la soledad
Suelen cuestionarme
Si será solo esta vida
Siempre que sea tan larga o corta
Solo siéntela en este instante.
Leydy Loayza
Dolor profuso que palpa la melancolía
No tengo día y esta noche me pesa
como una camisa de fuerza amarrando mis palabras
no existo en el diccionario, no estoy en la lista de espera
me encuentro abrazando una idea en este pedazo de tiempo
que ha escapado del sistema
La creación es una lucha insurrecta
Dolor profuso que palpa la melancolía
el agujero en mi carne se agranda
el goteo salpica la nostalgia que reza una débil plegaria
en el borde de todos mis deseos constelados
anhelando comer en tu mesa
Dolor profuso que palpa la melancolía
el cuerpo frágil se desangra,
latiendo solo, sin más enemigo que tu cabeza de fuego
galopando con falsas promesas
Y entonces que pasará en la litosfera,
Morirá tu mano con su ajena tristeza
Seguramente otra vez las aves rapaces habrán alzado vuelo antes que tú
Y al tiempo de partir, la ira y la codicia no habrán terminado
Marilia Navarro
Mi casa huele a lirios y a tempestades
a infiernos gloriosos sin libertades
a pájaro enjaulado en el viento
a perfume atascado en el tiempo
a madera que cruje gritos de silencio
Mi casa alberga libros
liebres
lienzos
piezas
destellos de inocencia
Mi casa pierde el ritmo
el tono
el timbre
la melodía
la canción de un recuerdo
Mi casa siente tu voz
tu cuerpo
tu escape
tu arranque
nuestras ganas de seguir sobreviviendo
Mi casa escribe cartas
poemas
súplicas
cuentos
con restos de tu cuerpo
Mi casa es un montón de ladrillos y tristezas
un montón de sábanas mojadas
que cobijan tus promesas,
un cúmulo de sueños
aletargados en el tiempo
en el closet
en el horno
en el cajón de los cubiertos
Mi casa tiene sentimientos de cemento
habitaciones llenas de personas vacías
paredes adornadas con odios y mentiras
dos personas de rodillas
lamiéndose las heridas.
Navale Quiróz
Venimos del océano
Tengo un acuario, me levanto temprano
para ver nadar a su único pez dorado,
para acariciarlo lo veo sacudirse y le apunto
con el dedo como señalando al sol.
Todos los días crece y sacude su rostro en el vidrio
que nos separa,
Yo, una completa imperfecta y él aún perfecto
incompleto; levanta su nado desde el fondo
hasta hacerme una mueca.
Los dos nos sabemos en nuestras peceras.
Él me alimenta
mientras rocío migajas de pan sobre el agua.
Úrsula Alvarado
Canto a la hoja que cae
Cae una hoja
Y es como la señal esperada
Para que vuelvas de la muerte.
BLANCA VARELA
Recargada nube que retiene la lluvia
en vaporosa distancia observa
el viaje inevitable de la hoja que cae.
¡Cuánto tiempo he buscado la magia!
La causalidad es un viejo niño que frente a mis ojos
se descascara
me ofrece el poder de adivinar el camino
y detener en seco el curso de mi lágrima.
Un impulso primero determina el resto,
basta que el ave malinterprete la caricia del viento
para condenar a su bandada al desvío,
un pequeño giro en la esquina incorrecta,
una fracción de segundo
un bostezo a destiempo desincroniza el paraíso
ya sabes el aleteo incesante de la mariposa
Si desde ahora decido caminar de manos
¿caerán como manzanas las llaves?
¿se abrirán como flores las respuestas?
Algún día he de ser la hoja que cae
antes seré fruto, savia, alimento
pero esta tarde soy nube y llevo cerrados los ojos
porque los he tenido abiertos
y no he visto nada.
Elsa de la Cruz
Sin licencia
No sé cómo coger el pincel
para no ahogarme en los doce años que ya no siento
¿Cuántos lapiceros rojos hacen poesía?
Triste como una galleta rancia,
aligero la joroba sin vaciarle el agua,
¡Ah qué agonía tan torpe!
Ni matar las ropas puedo.
No estoy leyendo,
he tenido fiebre.
Cómo pueden crujir las variables y los exponentes
y cómo los triángulos parecen temblar
ante el paso de la consciencia.
Mi arte es inconfesable
de sonrisas macabras
y gulas sarnosas.
La cabeza sale y gira
mientras coloreo las costras del tatuaje hípico.
Este problema es geométrico,
hay que trabajar con ángulos.
Pero no puedo abrir más las piernas
aunque esté vacía por dentro
y las cortinas percudidas
ya no pretenden más que dormir planchadas.
Lucía Mendoza Romañol
08/03/0000
Vuela más ágil que el viento
sube
entre tanto
la arena azul
que por sus venas respira
se detiene en una simétrica calle
oye un corazón latiendo con necesaria melancolía
se mira en el reflejo de sus días:
es la misma nómada que sueña
la misma cara temeraria
que sonríe ante el vacío
Abre tempranamente los ojos
corre descalza los verdes caminos de su tierra
ella reconoce cada campo que aró
hay un surco ardiendo en su pecho que no cierra
cosecha tristemente sus pasadas piezas
pero en sus manos agrietadas
se empuña el sol inextinguible
Ya con la mirada de pájaro viajero
vuelve del trabajo a las altas mareas de su lecho
abraza su casita de paja
se prepara el té
reza
se regocija en las dulces formas de su cuerpo
rugen sus miedos como bestias
pero cerca de su oído
o de sus pies
está su infancia
que le recuerda que
ella es el eco de un grito liberado
o un murmullo
que se agranda en las montañas
Elizabeth Peláez Sagastegui
Poemas al estilo japones
Un trueno lejano,
el cielo nublado,
en caso de que llueva,
¿te quedarás a mi lado?
(Man’yōshū)
*
me gustas porque eres
como las hojas tranquilas de los parques
cuando llega el verano.
*
hoja pálida y solitaria
llena de esperanza
¿volveremos a vernos
en el jardín de las palabras?
*
al caer la lluvia…
una rama
y un pájaro
(ni verde ni amarillo)
volando alto, muy alto,
hasta llegar a la cima de un monte milenario
que se va transformando en etéreo azul
Rosella Di Paolo
Balneario de Invierno
Mar en desuso
abandonado en la playa
entre restos de barcas y pelícanos.
El malecón se pasea, antiguo,
del brazo con el viento
detrás de una lluvia de memoria desgarbada.
Hay un muelle desdentado
tumbado bajo las gaviotas
y este aire endurecido
con un tufo amargado de salitre.
Fantasmas que recurren a las bodegas
a apostar ojeras
genuinas
del más puro sueño de oriente.
Mar: habría que repintarte
y lustrar tu superficie.
(qué dirían de ti
tus futuros inquilinos)
Nelly Patricia Orccon
Susurros
pienso en el vuelo de mis cabellos
elevándose por las nubes,
extrayendo sutilmente mis memorias
de cuando navegamos,
sumergidos en la locura
intoxicados por nuestros relatos
extraños, místicos, muy humanos.
siento tus manos entre mis cabellos
la oscuridad se expande
la frialdad absoluta del silencio
nadie levanta la vista
dos en la oscuridad mientras la luna nos besa el alma.
silencios de ansiedad entre mis dedos
si pudiera atravesar tu alma
mis manos podrían desenredar las maldades del mundo que se esconden entre tus ojos
sigo percibiendo en tu ausencia los cuerpos que proyectas, y en ellas,
observo tus dedos con delirio,
como devoras cada milímetro de tu mano
y tu sonrisa diabólica esconde tu alma
risas estallan
orillas de ríos que se desvanecen
entre las aguas, entre tus uñas
brisas
es el miedo contenido, aquel que observo por las aberturas oscuras de mis dedos
por las señales que dibujo en tu piel
al sentir tu cráneo ingresando ligeramente
por tus cavidades vacías
brisas de mar que se encuentran a tres mil paraderos desde donde estamos
memorias de caminos desérticamente oscuros
con sabor a quiero extender mis brazos-algas y navegar por el humo de esta ciudad
Julia Wong
Piromanía del párpado
He ardido, Armin, en tu párpado.
En la ruina de este aposento quebrado por la moral de los sauces.
La higuera griega es testigo, he ardido en ti y en cada color que
permitiste pintar sobre nuestra fiebre escondida
He ardido en ti. Cada minuto que te he contenido en mi lenguaje.
En la flor caliente de tu garganta precisa.
En el oráculo de nuestra eterna noche resguardados de la mundana
incoherencia
En un colchón inocente se destruyeron todos los conceptos
conocidos de fidelidad, río, caricia y fuego…
Hasta que cayera también sobre nuestros designios el monstruo del
adiós
He ardido en ti como las aves que se escapan del incendio pero
albergan calor y sombra en sus alas extendidas.
He ardido en nuestra cruz precisa, cuarto menguante,
Rincón elevado del secreto espasmo de esta lucha por sostener el
brillo de tu piel.
He ardido en ti como Leandro y de la última ceniza se dibuja otra
vez el bosque espasmódico de este interminable deseo.
Vanessa Deacosta
Tu ausencia
Me faltas en el ruido del despertador
En el vapor que se impregna en el espejo
A las seis y diez de la mañana.
Y en el reflejo de mi taza de café
Y entre los nudos rebeldes de mi pelo
Hoy carentes de tus manos.
Voy camino a la estación arrastrando el corazón,
Y siento el aire más denso que de costumbre
No sé si eran dos o veinte cuadras
Pero llego a tiempo sin que el dolor me derrumbe
Y procuro poner la mejor de las sonrisas
Pero me faltas
En la firmeza de mis pasos en la escalera
Y en las tertulias de la sobremesa.
Y a cambio me sobras en la falta de juicio
Entre el relevo del sol y la luna
En el tiempo y el espacio que acontece
Cuando la oscilación de tu recuerdo
Encierra mi monotonía
En una gota de melancolía.
Pamela Rodríguez
Me esparcen los pájaros
Entiérrame en el aire:
el suelo será demasiado duro,
los árboles demasiado lejanos.
El cielo está justo, más
allá de la ruta
de leño de una montaña sin sombras, a
cincuenta millas al este del hogar.
No dudes
en llorar, acercarte
y acercarme a ti.
Seguiré siendo yo,
este cuerpo y esta piel
y estas manos.
Pero no estaré allí,
mis costillas cambiarán una pulgada en cada dirección
en espera de cosas más grandes.
Cuando muera, déjame
en las rocas con un atavío de lino,
y recuerda
el tirón de la tierra hacia el cielo.
No olvides el color
de mis adentros, ni el sonido
de las estrellas, memorícelas
para que quede alguien que los recuerde.
Lanza el polvo de los huesos
blanqueados en el vuelo,
y así las aves puedan
reconstruir el amanecer.
Gimena Vartú
Máquina inútil
Solamente vamos a probar y cerciorarnos
Lo que falta acá es intensidad en la mano
sobre la tecla sin tinta
la mascarilla o el disfraz de este material inerte
sobre toda esa mescolanza de baratija
comprable en cualquier mercado
o testa más baja
malla de ser
Comprobar que ésa —imperceptible—
hace de lo que uno cree sentir su concreto
el traspaso de un dolor en la cabeza —o en el pecho y sus punzadas—
a la luz renegona de las velas
al moverse en parpadeos de la sombra
Esa fugacidad es la que cobra esencia
uno dos metros de pisadas
uno tres tiempos de momentos
y ya
listo todo para su correcto camuflaje y su incesante
huir por la ventana al pozo
por la ventana al alma
Qué otro modo más acertado que esta liquidez encarcelada
nada más apto
arriba las manos, que es en realidad un abajo las manos
las cabezas
los cabellos
las rodillas
solo falta que te cuelguen el teléfono
y no recordar que alguien lo haya hecho
¡si es para reírse!
para matarse de la risa
con las manos en el pecho dentro del ataúd
y luego bajarlas al estómago
haberse muerto de risa
bajarlas al sexo
haberse muerto
de deseo, de picazón, de añoranza
como si todo fuera una broma
las bromas también disfrazan
los sabores
o la hinchazón terrible de esos párpados
de un gato que se suicidó tres veces
y las tres veces
cayó parado —el muy imbécil.
Denisse Santisteban
Ante-Vida
Te vi
y los segundos que llevaba
entre las manos
se me plasmaron en la piel
como tiempo detenido.
Te reconozco
desde milenarias ante-vidas,
en la profundidad
del océano de tus ojos,
en el sol de tus fuertes brazos,
en tu boca de infinito.
Me detuvo
el deseo,
la pasión extrema
y también el temor
de descubrir que en esta existencia
alguien más es uno contigo.
¿Ser o no ser?
Primero pienso, luego desisto
y resisto,
resisto estoicamente
para no beber del aire
que hoy es de otra sangre,
que siglos atrás renaciera
de mi química más pura
de mi esencia más básica
de mi tú que ya no es mío,
de lo que hay de mí en tu ser,
de mí o lo que queda de mí
desembocando en los caudales
de las venas de tu alma,
de mi yo que de ti fluye,
de mi tú que me hace falta.
Mirtha Mansilla
Zarah en dulce diciembre
Tu voz arrulla mis sueños en dulce diciembre
mis manos aferradas al alba de tus días y en
mi historia el murmullo de tus labios al rose
tenue de tus caricias dormidas en mi espalda
Mi niña, te robas con dulzura mis abrazos y
en tu largo cabello negro la primavera se
recuesta para silbarte al oído un mil
te quiero
Giovanna Pollarolo
A veces ocurre
te despiertas a medianoche
enciendes la luz y la luz no se enciende
caminas a oscuras, adivinando.
O te quedas pensando
tratando de olvidar que tienes sed.
O frío
tanto, tanto frío
sabes que necesitas una frazada pero no te levantas
prefieres no levantarte
esperas que venga el sueño. Esperas, esperas.
El sueño tarda pero termina por llegar.
Y al día siguiente
sin saber por qué
aprietas el interruptor
y el foco se enciende
recuerdas el frío y ves una frazada, estaba a la mano
ahí, a un paso.
Puede ser que te preguntes
¿qué me habrá pasado?
o no te preguntes nada porque ya es de día;
dices: ya pasó la noche y no quiero pensar
pudo haber sido un sueño.
Y te lo echas a la espalda, como todos los sueños.
Lourdes Aparición
Mamaqocha
Mamaqocha
que nos pariste en esta tierra bendita
nacimos de tus extrañas y doradas dunas que rodean tu rostro
donde el wayra grita que la independencia fue creada en tu vientre
porque sabemos que morir aquí es volver a nacer
desde niña correteo por este desierto
mis manos encajan con su historia
con el candelabro
cerro colorado
sus momias
los zorros jugueteando en la reserva
y todo lo que se encuentra
y se pierde
Pertenece a este pecho
Llamado Paracas
Mamaqocha
El wayra hoy a susurrado en una tarde de Marzo
que Paracas
es una bahía construida por los provincianos y provincianas residentes
de Huancavelica / Ayacucho/ Apurímac/ Puno/ Cusco
de todos esos pueblos donde cantan
somos libres, seámoslo siempre
por eso llegamos a Paracas
porque la libertad tiene nombre de lluvia
pero de arena
tiene forma de charco
pero de bahía
como un hijo que crece
y crece
y crece
y nunca deja de crecer
que se alimenta de los peces que suelen acompañar madrugas frías
y si allá en la sierra conocimos al apu
mientras sembrábamos papa y cortábamos tuna
aquí encontramos a la madre que nos faltaba
la mamaqocha
mamacocha me contó
cuando acampé allá en Yumaque
que te ha visto llorar dentro del mar
que a veces jalas las redes
como quien trenza los cabellos de tu hija
desde que convertiste este desierto en tu casa
que nos ve de noche pidiendo un deseo a una estrella fugaz
aunque a veces los fugaces somos nosotros
quienes dejan que la vida pase
como una ola en la orilla de Lagunilla
y que a veces nos ve reírnos en el Chaco
construyendo castillos de arena los domingos
como quien construye sus sueños en Santa Cruz, Las Antillas o Paracas.
Tilsa Otta
Gore
Tengo un problema
y tomo conciencia:
mi corazón es estéril e irradia ondas sonoras.
Mis huellas digitales –tengo testigos-
se están resquebrajando desde que era pequeñita
y podía sentarme en el carrito del supermercado.
No me sale amar
(dios sabe que he intentado)
pero la piel es una necesidad,
como la sangre para un vampiro,
alimenta mi soledad y al mirarme suspiro:
por qué soy totalmente esa parte de mí que nadie puede ver?
Andrea Cabel
[En breve cárcel]
Muera lo que deba morir; lo que me callo.
Antonio Gamoneda
Invades el camino,
De punta a punta,
Como una rueda
Y tu nombre mastica una espera
Sentada
Sobre el lomo de un erizo,
Con la mirada en la puerta,
Con tus carencias latiéndote en los ojos
Con tu esperanza en un nombre de estómago amplio
Y mi necesidad de salir del borde del suelo
Para olvidar tu abandono para acariciar por dentro
esta voluntad donde pende una línea
como una boca que se abre frente a la voz de un animal que llora.
Te encuentro entre grandes voces semejantes a la mía
Estirando los muros con latas rellenas de piedras
Cubiertas de frutas secas
dulces como el rostro de una anciana
dulces como la mordida de una tormenta
el camino bordeado de plantas de sed, de rostros muertos,
Mírame, llena de puertas cerradas
cubierta de una infancia mal curada
mírame frágil
sabiendo de mi tiempo como una habitación rota
como un colchón sumiso al tiempo
a un cuerpo solitario
nadando entre rabia
y pudor
nadando
austero
inválido.
Virginia Benavides
El signo que resuena en esta lengua azul, en este aleteo mudo, en esta insonoridad no es más que el descifre de resanar una lengua agrietada. Si es que resanar significa un ancla. Si es que ancla es el roce de fondos que se evaporan apenas se quedan. Así, resuena y resana son vetas del creer, un presente como filo oxidado pero dispuesto al tajo incertero, a la fijación de un instante que se deshace en alas de luciérnaga, vida. Y lengua, atravesabas la herida del sin estar, la ausencia de luz donde la cura se vuelve una procesión de ruidos, una estratagema del buzo por no salir a flote, solo en la danza del que lanza señales de hundimiento. Como una música tribal para aliviar la grieta y fertilizar la tierra nueva, semilla huera, el arte de suspenderse en pez que no ez
Enidsa Novoa
Soy el todo
Un día desperté,
me di yo con que era todas las sensaciones,
todas las tristezas
todo el amor
entrelazado.
Era también el viento encauzando una idea nueva.
Era la vida sintiendo todo el mundo.
Fui y soy la duda de quien no sabe qué hacer.
Yo soy la nieve y el granizo que cae sobre las veredas de la ciudad.
Soy el frío que cala
y la lluvia que todo lo limpia.
Soy la tierra que la recibe
porque también dará fruto
yo soy la tierra que recibe la nieve porque también tengo la semilla que brotará.
Yo soy la tierra que recibe el granizo
que se deshiela
y siento el frío como un calor que desprende las raíces.
Yo soy el viento frío que sopla sobre el rocío de las hojas en los arbustos de la ciudad
y las huellas de los zapatos definiendo el hielo en las pistas.
Yo soy la nieve sobre los árboles
que cae lento sobre tu rostro
y deja brotar el calor en ti,
el calor que hace mover la ciudad, que hace mover la vida.
Soy todos los sonidos del mundo
los sonidos que escucho al despertar,
los momentos en los que se oye el trinar de algún pajarito cerca al balcón.
Soy esa sensación de pestañeo ante un pensamiento certero.
Soy la luz que entra en tu mirada cuando estás por cambiar de perspectiva.
Soy esa forma tuya de ver la vida
y también tus dudas y certezas.
Soy el llanto de un recién nacido y la piel de gallina de una
madre al dar a luz.
Soy la vida proyectándose en sus ojos
y la oscuridad cuando se siente sola.
Soy el abrazo reparador
y la distancia necesaria.
La mirada esquiva y el suspiro de alivio.
Soy las ganas de escapar del ladrón cerca de mi barrio
y los pies de aquel loco que camina siempre por el mismo sitio a la misma hora.
La sonrisa de un padre al ver después de horas a su hijo en casa.
Soy el apuro de un empleado por terminar su jornada.
La nostalgia de un recuerdo
y el júbilo de los amantes al entregarse mutuamente.
Soy la voz de un cantante ciego recurseándose en Jr. de la Unión y la esperanza
del vendedor de fósforos por acabar su mercadería.
El llanto del niño que ya quiere dormir,
la voz de la gente muda
y la percepción de los que no oyen.
Puedo ver en ti todo lo que me aqueja
y todo lo que me hace feliz.
Soy todas las sensaciones del mundo
y todos los seres afuera mis espejos.
Marianna Espezua
Primera dosis de Anafranil
Tengo miedo de mí misma
y este irremediable deseo de sacarme el cuerpo
me canso
de querer
ser todo
y no ser nada
Niego la realidad,
no sé ni veo nada
solo la guerra de siempre
mientras estamos aferrados
a una paz
a esta estúpida paz que nunca existió
de la que todos creen saber hablar
¿hablar?
como si supiéramos hablar en realidad.
Pero, el lenguaje…
Sí, ya lo sé
el lenguaje es también un cuerpo en ejercicio
el lenguaje me descubre enredada en dos brazos que no me pertenecen
que esperan que me parezca a ellas.
No saben que soy un sapo y no ellas,
ninguna ni ellas.
Soy un sapo que comete el pecado
imperdonable
de reafirmar su nombre y perder.
Soy un sapo
que quisiera saltar sobre una aguja
que me atraviese aún más a Latinoamérica en el pecho
como si así pudiera reinventarme
como un trapecio vació
yendo y viniendo…
Es cruel saborear el final
estando con los pies en la partida.
Me preguntaba,
¿existen las canciones que se hacen personas?
Resulta
que solo eras la proyección de toda variedad de ternura
pero las proyecciones mienten.
Y entre nos, sé que en realidad hoy también me estoy muriendo.
Nunca me escuché en ese piano
pero sí
pensé en postear una canción en mi muro,
dije a todos
en silencio
que un día el buen Mao se escondió en tu mochila
mientras tú te quedabas eterno y callado mirando todo y nada
desde tu carpeta.
Es que mi vida es una herida que no se termina de cerrar
la beso cada vez que me da la cara
la beso intensamente
hay alguien
casi siempre hay alguien
menos hoy
que necesito a todos
en esta tarde que no basta.
Sin un sol en los bolsillos
creo que nunca cabré en esa mochila
ni hablaré con Mao sobre los eunucos enamorados
Miro mis manos
mientras con mi lengua toco mi paladar
herido
no encuentro nada
excepto el vacío que va comiendo mi garganta
hasta dejarme ansiosa y triste
sin lluvia y triste.
En la inconsciencia
reconocías que había dos niñas entre mis ojos,
tú cantabas una balada triste
hablabas de la distancia y de febrero.
Y la tristeza se acaricia
sagradamente
en silencio, bajo un árbol o desde una ventana
filuda,
nacionalizada sudamericana.
A ti te acaricié
yo era una bestia herida.
–soy una bestia
estoy herida–
¿Recuerdas cuando te conté que soñaba nacer sin sentimientos?
Y me fregué
porque conocí la revolución desde la sangre
logré soñar con cazar arañas que se agotaban con la libertad.
No busco que me salven del infierno,
no quiero salvación
nunca la quise
estoy más allá del bien y del mal
hay una locura inherente en el amor.
¿Sabes qué es amor?
Yo admito que no
solo sé que mi mente también es un ser frágil
que no necesita a dios.
Yo soy mi dios.
Y bueno…
es normal que se caiga el corazón de tanto usarlo.
Laura Rosales
[El sueño de la ciclista]
Escucha estas palabras
escritas con el aguijón de una libélula
y el sueño en lo más hondo de ti
se desprenderá de su armadura.
Mientras mires los ojos de un perro hasta llorar
serás la niña perdida que pedalea,
llama a su madre y le pregunta:
¿Qué es esta magia?
¿Qué es esta música que chirría?
Alumbras con tu aliento a los automóviles
para elevarte a un cuadro sin escaleras
tu ascenso es incontenible en la montaña
como la humareda embravecida de los trenes invisibles
parecida al grito de mi soledad.
Libélula viajera
en el espejismo condensado de los sueños
has cabalgado sobre ruedas durante siglos
en la memoria de la ciudad de las semillas
en Lima la dura, sin brújula ni mapas
aún avanzas con el mar del alba en la garganta
en casería del vórtice
sobre el artefacto
de tu dicha.
Thalía Tumes
Las falsas promesas
Tengo una vida que es pensada
una mente que es nuestro lugar de afecto
Coartada suficiente
para secar mis ojos oceánicos todas las mañanas,
enfriar estas ganas incendiarias,
observar la torpeza de mi cuerpo,
abrazar la torpeza de tu recuerdo
Con estos versos curo cuidadosamente mi corazón de repuesto
¿Quién eres tú
capaz de llevarme a las alturas en una mesa vacía?
¿por qué demora el tiempo
de tus promesas de madrugada?
¿oyes cómo mi poema va hacia ti
porque de ti yo vengo?
Victoria Mallorga
oleaje
soy, por tanto, la marea creciente
aunque no sea este mi puerto,
y no exista como antes al borde de su boca.
los minutos luz de mi ausencia se reproducen sin huella en las orillas.
si tengo que decir adiós,
que sea breve,
que sea frío,
que llore el agobio de arrastrar el mar conmigo.
Nora Curonisy
Sur
Vuelvo volví volveré
he vuelto al Sur
a mi mar de amar
sin premura sin antojos
encerrada en el útero materno
me recojo en posición fetal
cierro el huevo sueño
no se escapa ni un murmullo
ni un resuello de la mar
el olor me envuelve
miles de años y allí está
mirando hacia afuera
los destrozos los maltratos
inocente su sustancia hermosa
fuerte dura
permanece siendo parte de él
cuántos de mis amores acogiste
cuántos de ellos cuántos
hoy nadie escucha nadie canta
nadie percibe el aroma del café
abro el huevo
dejo entrar la ráfaga marina
los martilleos del golpe en los botes
los aleteos de las gaviotas
el hambre de los pelícanos
la furia de las olas
el rumor del ya no están
salgo sin miedo
todavía paso a paso
sigo siendo parte de él
vuelvo volví volveré
aquí estoy
respirando el mar bajo el cielo
Eldi Toro
Ánima Mía
Contemplo celajes esplender el ámbar
Jardín crepuscular
Se alargan las sombras silentes
saturan volátiles jazmines y azahar
Insomne oscuridad sacude las sienes
Sollozo convulso signa vigente ausencia
Abate su espíritu / el nervio doblega
Favorable sueño auxilia el sentido
Alborada fría de un dígito más
Consuelos fugaces/ Soledad de agenda
Súplica al Alto conforta el día
Crece cercanía al Ánima Mía.
Patricia del Valle
Amanecer
Amanece en la urbe
desde mi ventana
veo edificios con fondo
azul añil
como árboles erguidos
en el campo
las luces y las calles
en alborotado desconcierto
van al compás de mi corazón
entre nubes que avanzan
envolviendo los sentimientos
cubriendo todo aquello
que permanece oscuro.
De aquí veo la ciudad
así como los deseos y
así como los deseos y
la voluntad de los hombres
con algunas otras
pequeñas grandes revelaciones
la ternura serena mi agitado corazón
que voló hacia algún lugar lejano
durante la noche
Tania Temoche
Son multitud
Marcho por calles y avenidas
Busco esperanzas en los ojos cansados
Reconozco a jóvenes entre el humo asfixiante
Abro camino, me rozan unas manos, agitan mi cara
Entonces corro entre la niebla autoritaria
Vuelan latas plateadas sobre mi cabellera agitada
¿Por qué mierda me golpean a muerte?
¡Oye camarada puedo ser tu hermana o tu madre!
Ya sé, mi protesta te importa un comino
¡No seas el de pies de rata, hombre!
Grito contra la corrupción que devora
El futuro de nuestros hijos
Me resisto a ser la sombra que cae
Al gemido de la naranja putrefacta
Me sumo a los trinos del parque
Que le ponen el pecho al despotismo
Y allí están los jóvenes
Con sus primaveras
A las cinco de la tarde
Llenando la plaza
Con su cantos y pancartas
¡Son multitud hombre!
Están desalojando al olvido
Ellos ganarán la batalla
Carolina O. Fernández
Inédito
Alguna vez los usureros del tiempo fueron condenados
el tiempo pertenecía solo a Dios
Leon Battista Alberti arquitecto de Florencia
escultor del renacimiento, hijo de mercaderes,
anunció las pertenencias del hombre
la fortuna, el cuerpo ajeno, el tiempo.
Mama Coya Anahuarque, bella soberana,
caminante en compañía de sus hijos
y un perro, escultores de Abya Yala, disfrutaban
de la lluvia en las vetas de sus ojos terrenales
Cuando el mal tiempo arrasó
la lluvia, especies y piedras sagradas,
el cuerpo y trabajo de las bellas mujeres,
hombres y seres diversos de este mundo
se convirtieron en pertenencias privadas del hombre
venido de ultramar
Leda Quintana
Casa umbría III
A Rosalía y a Celia, mis raíces maternas ancashinas, “cuando eran niñas“
Abril siempre fue el mes más bello
desprende sótanos
Una lámpara debajo de las frazadas
hiende leda un denso tul
La niña ovillada en su cama
Grita sin voz
Pide ayuda
No puede hablar
Pero
lee
respira
ecos oscuros, sonámbulos
del lugar más alejado de la quinta
La niña camina
A tientas
es de noche
llega a su tercera casa
respira la luz de su Cordillera Negra
abre el zaguán de la casa de Huasta
mira el pozo en el que se cayó su hermano
-y su hermana muerta –
escucha el granizo
una rueca en movimiento
el huso de silencios de su abuela que ahora fuma
Un oráculo
-la humareda-
las cenizas caen como anillos y collares
con ellas la anciana unge los dedos
y el cuello de la nieta
cierra los ojos
sus manos arrugadas
hilan con vigor
versos en el aire
un tejido en tres tiempos:
el primer esposo perdido
sus seis hijos
(dos murieron casi al nacer)
su segundo esposo
un único amante al que nunca volvió a ver
su nieta con la que duerme todas las noches
un bisnieto de abril
una hermana perdida
La abuela Rosalía vuelve a prender su cigarro Inka
Lee lo que vendrá
Y escribe
Hojas perdidas de su corazón a pie
Sus manos cuidan flores en su nueva casa de Jesús María
Sus manos enseñan a su nieta
A hilar una nueva casa
Una casa con zaguán / sótano/ muchas ventanas
Hilar
Porque urge púrpura la niebla
Y hasta la desesperación requiere un cierto orden
Una mujer de cabellos negros y largos
se encuentra con la niña
Ellas escriben juntas
-con la saliva de sus madres y de sus abuelas-
intentan
hilar/se
y con los ojos de las cenizas
de todas sus casas en sus manos
Navegar
Rocío Silva Santisteban
El hombre más pobre del mundo
El hombre más pobre del mundo
… es una mujer
peruana, africana, india,
quizás una mujer campesina
una mujer que fue violada por el primer marido
embarazada una y otra vez explotada durante el embarazo olvidada durante la lactancia y el parto
una mujer que cortó el cordón umbilical con sus propios dientes que a los treinta se quedó sin marido sin caficho sin pelo
y después los hijos uno por uno
la olvidaron a la vera del camino
una mujer que murió y no fue enterrada
cuyo rastro se perdió sobre la arena
una mujer que ni siquiera es un viento
una mujer de quien no queda ni huella
solo un eco
un eco sordo
un resentimiento negro sobre la tierra.
María Belén Milla
I
Para Christophe
Las posturas de tus ojos en verano
habitaron por entero mis resquicios,
con la dignidad mítica
y quieta
de los mármoles
en los mausoleos romanos.
Había sido
en aquellos días
la roca dormida
en tu caridad de bosque
asida al fin más íntimo
de tus planetas.
Yo, que había cargado
todo este tiempo a cuestas
el trasnochado esfuerzo de alimentar
al embrión de mi cisne
solo con tus dedos
de ciruelas
maduras.
¡Si tan solo
mi soledad de convento,
de largas y amanecidas
plumas, ya extendidas,
recordase que tu amor
se mecía libre en mí,
junto a la célebre danza
de las palmeras!
Quizás vendría
una vez más
tu calidez de rosa
a señalar con el tallo húmedo
mis tristes geografías
y el aire calmado de Kefalonia
nos despediría una vez más
como a dos
aves
cansadas.
Andrea Castillo
Sin titulo
Lo innominado no puede ser poseído
Ni refrenado
Ni establecido con pulcritud
El mar mueve su cuerpo por sobre la atadura de las palabras
Por sobre el contenido pálido de la mirada que trata de aprehenderlo
No es lo mismo un cardumen devorándolo desde el interior
Que un bañista flotando bajo el techo del cielo
O un perro ladrando al músculo espeso de sus olas.
Por eso el mar respira por sus peces y algas
Sus eternas resacas, sus vivas cicatrices
Deja salir espuma y bramidos de sus fauces
Engulle la línea fija del futuro
Los lejanos colores por donde se pierden los barcos y los días
-Yo diría que no somos más que estas jaulas
Tratando de interpretar las sombras y los sueños-
Por eso la naturaleza cuenta la constante metáfora de la vida Y sus imágenes sobre la realidad
Pero el hombre ya abandonó “La cueva”
Y no entiende, ni obedece, más que a sus palabras
Himen roto y oráculos de contradicciones
Que asume que las voces
Que sólo sus voces
Son las ciertas.
Valeria Román Marroquin
pequeña reunión de promesas que todavía no están en vídeo
“En la catequesis
me decían
no jures jamás
niña idiota.”
Berta García Faet
no es ninguna novedad que mis palabras
valgan lo mismo que cinco céntimos
para los niños pobres en las latas del supermercado
una vez llegué muy ebria a casa, y tú estabas tan molesta conmigo
que decías cosas como:
“cuando eras mucho más chiquita prometiste que no ibas a tomar de grande
porque el alcohol
es malo
es horrible,
debí grabarte,
ahora mírate
no tienes vergüenza”
qué peligroso es prometer
y qué triste no tener cámaras como testigo
te digo la verdad:
me hubiera gustado mucho que me grabaran
apagaría la televisión,
pondría los videos
con todas las promesas rotas
y mis nietos pensarán
-esa historia ya me la sé, vieja loca
al final todos mueren-
una vez le dije a mi madre
que nunca
jamás en toda mi vida
prendería un cigarrillo
dije que esperaría al correcto
dije que sería
como en las telenovelas mexicanas
dije que el hombre existe más allá
de la televisión
cuando comenzaron a brotarme las tetas dije
que solo
el amor podría verlas
cuando aprendí a mentir me olvidé de llorar
dije
muchas cosas que ahora están ahogándose en el lado vacío de mi cama
y todavía quisiera creer en ellas
pero
se siente tan bien
torcer el cuello de una paloma
se siente tan bien
pisotear una flor
digo muchas cosas porque necesito hablar conmigo,
tengo que decírtelas
porque hay demasiado silencio
acumulándose
en estas manos
o es que a veces
me da vergüenza el frío
me da susto besar al fantasma con el que duermo
pero siento que estás aquí para matarme
será tu palabra contra la mía: no tenemos pruebas en vídeo
para ir al tribunal
y todos los acusados ya se fueron de la sala:
hemos perdido, mamá
he cerrado la puerta con llave
he dejado de contar los días
y los nombres
y las caras
en especial, pierdo mucho tiempo tratando de mirarte a los ojos
y sí,
no tomo
no fumo
no aplasto hormigas en la pared,
yo no soy así
soy peor
Ethel Barja
vigilia
1
las hojas ennegrecidas
señalaron el camino
ir por el fuego negado
en el crepúsculo y el alba
el buey respiraba lento
y su mirada madura
traspasaba nuestros párpados
hacer brotar los surcos
ver el tallo en nuestros pechos
la tierra
es una ubre en vela
ávida mandíbula
orilla en la que jugamos
con el astrolabio de papel
2
parpadea tu retrato sin fondo
en la orilla de mi garganta
bajo el ritmo de este mortero
des-pier-to
el pálpito de la piedra
entramado de voces que nombran
SE BUSCA
nuevamente el alimento
que ya sin motivo
la madre prepara
nutrirá la memoria
y este grito
ají recién triturado
sonará más allá de sí mismo
rostro en TV
SE BUSCA
a esta hora que un niño
se lleva la cuchara a la boca
enumeras tus posesiones
cicatriz en el costado
este no es Disney channel
el suelo libera un silbido
el espejo puesto para atrás
el reloj enterrado
ningún servicio a la comunidad
vengan con su llanto
es la hora del rito
talk show a las 21 horas
Denisse Vega
Concierto del ángel
Busqué a mi ángel. Lo encontré
en las arenas de una rendida memoria.
No me reconoció. Todo hallazgo fue entredicho,
línea a línea fui borrándome hasta el primer asombro.
Es el precio del ángel, me lo advertiste,
en cuanto te vea habrá de calcinarte,
y toda destreza aprendida contra insalvables poderes
te traicionará.
Por eso guarda lo que mejor de ti hayas traído
para la ofrenda inútil,
será escarcha en sus ojos glaucos.
Aprende a destilar olivo en la chirriante música,
a distinguir tenues grafías en uniones cada vez más dudosas.
No es belleza lo que tus ojos admiran
y tus labios fácilmente pronuncian.
Busqué a mi ángel y lo perdí,
lo recuperé cuando afirmé que no era mío.
Su lengua de cedro me dibujó en el paralelo arco de los días,
su evocación que no llama a nadie,
rápido olvida y renombra impasiblemente las cosas.
Nuevos rostros antiguos fueron sucediéndose
y el ángel fue alimento de mi carne.
Todas las voces llegaron tensadas al final
de la garganta oscura.
Mariela Dreyfus
Poética
No que el poema
sea un artificio
para inundar la ciudad
frágil y palpitante
como un sexo enamorado.
Ni que estas líneas
te envuelvan
pálido monstruo aparecido
al final de las edades.
Sólo nuestros cuerpos voraces
y al centro mi memoria
compitiendo con una máquina de pinbol
súbitamente enloquecida.
Hemos cogido el instante
y yacemos desnudos
burdos semidioses.
Doris Morosimato
Escena de familia /con mujer adentro
Desvistes tu cuerpo
palpas en silencio el origen de tus pechos,
no te detiene el ruido de sus voces
avanzas sigilosa hacia la punta de tu miedo.
Tu familia cena esta noche la misma rutina,
trafica en la mesa los escombros de un día deshecho
Tú bajas hacia tu vientre caliente que te espera
como un negro pájaro la noche se instala en tu pubis
aletea y empieza a llover sobre tus muslos
Tu padre, ruidosamente, traga la sopa y eructa
tu madre se queja y hace lo mismo
tus hermanos se miran y la imitan
Tú te dejas caer sobre tu nuca
mansa, te abandonas al placer de tus orillas
Una boca escupe sobre el piso
Tu boca se abre lentamente
Otra boca lanza groserías
Gimes, no te explicas
Alguien arrastra los pies y sale a la calle
Dentro de ti otra tiembla cuando tiemblas
rehace el perfil de tu cintura
por la curva de tus nalgas se resbala
Tu padre derrama el vino sobre la mesa
Tú te derramas en un suspiroMaldice a tu madre, tira la puerta y se marcha,
tu madre limpia y se llena de grasa
Tú, de rocío
Recoge los viejos trastos y su viejo destino
Tú aprendes a amarte con ésa que te imita
Tu madre llama, se enfría la sopa
Abres la puerta, miras a la mesa
y del triste cajón de tus quince años
extraes una sonrisa.
Carmen Ollé
de Noches de adrenalina (1981)
Tener 30 años no cambia nada salvo aproximarse al ataque
cardíaco o al vaciado uterino. Dolencias al margen
nuestros intestinos fluyen y cambian del ser a la nada.
He vuelto a despertar en Lima a ser una mujer que va
midiendo su talle en las vitrinas como muchas preocupada
por el vaivén de su culo transparente.
Lima es una ciudad como yo una utopía de mujer.
Son millas las que me separan de Lima reducidas a sólo
24 horas de avión como una vida se reduce a una sola
crema o a una sola visión del paraíso.
¿Por qué describo este placer agrio al amanecer?
Tengo 30 años (la edad del stress).
Mi vagina se llena de hongos como consecuencia del
primer parto.
Este verano se repleta de espaldas tostadas en el
Mediterráneo.
El color del mar es tan verde como mi lírica
verde de bella subdesarrollada.
¿Por qué el psicoanálisis olvida el problema de ser o no ser
gorda / pequeña / imberbe / velluda / transparente
raquítica / ojerosa…?
Del botín que es la cultura me pregunto por el destino
¿Por qué Genet y no Sarrazine?
o Cohn Bendit / Dutschke / Ulrike
y no las pequeñas militantes que iluminaban mis aburridas
clases en la U
ELSA MARGARITA SIRA
Marx aromaba en sus carteras como retamas frescas
qué bellas están ahora calladas y marchitas.
No conozco la teoría del reflejo. Fui masoquista
a solas gozadora del llanto en el espejo del WC
antes de que La muerte de la Familia nos diera el alcance
La desnudez de los senos, la obscenidad del
sexo, tienen la virtud de operar aquello con
lo que de niña no has podido más que soñar,
sin poder hacer nada
Bataille
Margarita Elsa Sira se perdían en la avenida Venezuela
y colocaban carteles en la noche sobre paredes musgosas.
De día interrumpían las clases de metafísica con rabia
y aplaudíamos esos cabellos sudorosos y negros sobre
la espalda.
El que más se lava es el que más apesta como los buenos
olores son testimonio de una mala conciencia
como el grito es la figura de la timidez.
HOTELES de Lima
en ellos la ciudad se pulveriza mediante el silencio
inventor de palabras y como la lluvia que ahora cae
sobre Menorca son sólo INSTANTES!
Losas empotradas en paredes metálicas sin luz
estudiantes = habitaciones inmundas
lavabos + amasijo de pelos & residuos de grasa
llegan hasta mí para impugnar esta limpieza
que me somete maniáticamente.
Despierto y me levanto de un catre viejo
estoy inclinada en el WC, el culo suspendido
he venido del brazo de mi compañero de clase por un solo
motivo
buscando a Sira a Elsa a Margarita.
La militancia no es una casa vieja del Rímac
pobre o hedionda
y aquí sin espejos ni tazas de mayólica aguantas
las ganas de orinar
o revientas.
La impotencia es silenciosa y corta
el flujo-
La lluvia cae sobre el espacio abierto del jardín
y estás dentro.
Bajo el cobertor
en brazos de la mística
el infeliz muere en la esquina rosada
gritan los pájaros fruteros violados
Dónde está el peso mayor del estar allí
en el estar o en el allí?
En el allí –que sería preferible llamar
un aquí- debo buscar primeramente mi ser?
Bachelard
Pues aquí estás tú, HOTELES de madrugada bañador
caminando en el azul metálico de una calle desierta
regresas y ventoseas en tu lecho
y otra vez aquí / allí = viento / molotov / pezuña del poli
Margarita Elsa Sira esta frase se cansa de evocarlas.
July Solís
Hastío
Silla cánsate de fingir que esperas a alguien
Papel cánsate de esa idea cuadriculada o rayada
Mesa cánsate de soportar dos codos en tus anclas
Cuarto cánsate de tu boca apolillada; ¡golpea!
Persona cánsate de remachar el alma, ¿no ves que el frio le hace cosquillas?
Poema cánsate de ser silla mesa cuarto papel persona
Persona cánsate de ser poema
Giuliana Llamoja
Animales nocturnos
Has abierto la puerta pero no hallaste a Aleister Crowley
Escarbaste en el lecho de las vastas galerías
El jadeo de las antiguas y cálidas flores mutiladas buscándolo
La angustia ignota de quien va solo a la batalla del contagio con todo placer
Se escondió en el follaje sin tibieza susurrando su hambre
Y el goce de las desdichas que gritan el pecado de la bestia que liquidó el lenguaje
De los cristianos que insisten en murmurar mis defectos
Y reconocer la perfección del vals
Que danzan los cuerpos con un bastón ilegible en su brutal extrañeza
Te conjuran
Tú que perseguiste el sacrificio de las águilas en el fuego de las sábanas
Mírate aterido ebrio tras los sórdidos despojos
Como el soldado que pacta con el enemigo
Entregaste mi túnica mi demencia pronunciada por
El ulular de los lirios torpe cuerpo de actitud temblorosa y
Aquí estoy en
Cada esquina como un monumento
Graznando partituras perversas en la que copa que el
Vino derrama
En las cenizas
Tras el inocente resplandor que ocultan las legiones de
Ángeles coléricos de primitivos mortales condenados
Por el salvaje instrumento de tortura que
Escarba en parentesco de los cuervos y los ídolos que
Han hecho de su ruina un sudario destinado a
Secar la sangre armoniosa que recorre
El albredrío de los ahogados en las legiones ocultas
Para atravesar el cesped destruyo animales nocturnos
Fieras sacrificadas por Aleister Crowley Imagino tus dominios
El sendero que persigo
Hoy tomaré tus piernas las hundiré entre las raíces de cualquier árbol e Invocaré tu nombre
Bautizaré a tus hijos y los coronaré con
La baba que expulso en la orilla
Con la rabia que se inocula en la puerta que no terminas de abrir
Trataré de expresar lo que nadie sabe
Las abluciones y los remedios mágicos
Que harán de ti un hombre puro
Y serás todo claridad
Tu origen bárbaro no te traicionará ni las palabras extranjeras que
Pronunciadas por un gélido epitafio nos
Digan that is enough that is enough ya basta ya basta
Es la humedad de la desgracia el invencible relámpago sepultado en el lenguaje
Donde te hallas desnudo y con frío
¡Agitemos la hiedra de las paredes!
Los agujeros de los muros
El sermón de los curas que ahogan niñas para la ceremonia de su iniciación
Y hay una mujer que canta
Cuyo eco madura en la fuerza de cualquier garganta
Con el ruido seductor de la belleza de un trueno en pie y
Una estatua bendecida por las niñas ahogadas por los curas
Con mi dedo rozo tu cráneo Aleister Crowley
La mitra que gobierna nuestra casa devastada por
Aquellas vírgenes más puras que esta grieta
Pero yo te llamo ven a mí y yo te llevaré a todas ellas
Escanciaré vino en su sexo sinfónico
Alistaré sábanas blancas misterios gozosos
Cerraré sus ojos para siempre
No quitaré mi mano
Estaré lista para impedir que profanen el sacrificio de tu eternidad
Y no podrán con mi delirio
Porque es demasiado tarde para arrancarnos los ojos y
Desmembrar esta córnea si intentan capturar mi luz
Mañana tomaré tu cuerpo
Escribiré con tus pies mi rostro mutilado por el tiempo
Y seré más de una en la harina de tus huesos
Gloria Mendoza Borda
Un yatiri en la ciudad
Esta casa no es su casa
su otra casa
está en la ribera de un río lejano
allí aguarda
su taika
y la luna
Ruperto Chupas
ha llegado ha sembrar la lumbre
en el sueño de los hombres
preconizante
yatiri aymara
confundido en el movimiento de la ciudad
dónde queda el puerto?
dónde quedó el navegante?
verás historia en naipes?
detrás de la marea
desde la orilla
auscultamos tu vida
poeta
solecismando
desde los acantilados
del gran lago
esta casa no es su casa
este saco
no es su poncho
buscaremos la lumbre
que golpea con el viento
el fondo de la tierra florecida
Ruperto Chupas
anticipándose a las estrellas
y las olas
convocando a la lluvia
predice la historia de los pueblos
Ruperto Chupas
yatiri aymara
seguirá el curso de las aguas
el silencio alborotado
desde las voces desorbitadas
de las balsas
casas de barro de los achachilas
Ruperto Chupas
avizora nuestra vida en coca
este no es tu espacio
ni tu otra casa
ni tu otra lengua
Ruperto Chupas
en vano busca
la imagen dormida de sus ovejas
en copos de nubes
una invasión poderosa
cubre nuestros ojos de las fieras.
Teresa Orbegoso
Lima
Dibujo la sombra de mi hermano muerto. Siento su odio, su vocación para el daño. Me detengo en el lugar de sus ojos. En sus ojos hay agua, barro, olvido. Me miro al espejo: se parecen a los míos. No hay alma. La distancia entre nosotros aumenta. Es la vida, el vidrio, la astilla, el espejo. Trazo la línea de su nariz con la forma de un muro. Era lo bastante grande para hacer notar su culpa, su vergüenza. Sus labios gruesos piden agua. En ellos quedó embalsamado su abandono. Espiralado, su cabello, enredado como sus actos, renunció a vivir aquí. No hizo falta seguir, multiplicar. Su rostro existe a costa de lo desconocido. Fertilidad quebrada que llegó un minuto tarde para lo real. Su rostro se da vuelta. Solo negrura. Maraña. No hay palabras, sólo descanso. Estaciones. Velocidades. Mi guía es él, mi hermano, mi enemigo. Su coro de tigrillos encerrados en una valija. Su risa exagerada, la música insistente de su silbido, su forma chueca de caminar. Lo que debería ser oquedad, se va llenando con sus hirientes guayaberas, sus mancuernas, sus ajíes, sus arañas disecadas, sus escupitajos sobre el plato principal. Algo respira, no refleja. Tuvo su nacimiento mientras lo veía. Es Lima, la otra ciudad, la que no nos deja salir.
Katherine Estrada Aguirre
Wicop – wicop
Sábado a las cuatro,
cadáveres que pasan y repasan
auscultando mis pulsaciones,
sin amor,
con deferencia reprimida.
Ya es la hora y no hay vuelta que darle,
regresaré quizás a la era de las mentiras verdaderas,
aquellas de las que huí ayer,
desnudándome sobre fríos tabladillos,
en puntillas, y con la austera mochila.
Estaré contigo, lejos,
entre el estupor de las almas egoístas,
y la proeza de haber sobrevivido.
No le huiré más al arte,
al carajo con las tarjetas perforadas,
la tarde me susurra wicop- wicop,
predestinada,
dulce y enérgica como mi madre,
quien presiente los ruidos expectantes
de mi estómago,
cuando procesa su última rutina.
Zoila Capristán
Alfabeto de piedra
En el lado oscuro no existe Satán
coexiste Eva masticando la manzana.
un pordiosero extiende sus manos hacia Dios
Zaratustra agrieta las tranqueras de la ceguera.
Eva imperturbable ajena a las cadenas no asoma mirada de reproche
lleva en su desnudez un manto de virgen
y copula en lechos de espinas negras
que emergen desde la hondura de su corazón.
Las melodías poseen llaves de quebrados recuerdos
desciende la angustia y la mortandad
ha callar el rumor del sol que me fragmenta
y en quimera de difunto sueño que nunca existimos.
Ellos desvelan los sentidos en un alfabeto de piedra
miden con monedas la distancia
entre el polvo y las estrellas
el discernimiento de los misterios y otras cositas componen sus días
mientras yo; subterránea a mi sombra hurgo la razón del absurdo.
En el lado oscuro un hombre santo, vencido por su codicia, se convierte
en el lado oscuro habita un hombre que nació pequeño, que ordena matar a los rendidos.
En el lado oscuro convivo con mi santidad.
Rosina Valcárcel
Tarareando baladas
La vida deseó cerrarnos
El orden del universo
Difícil amor Oscuro cielo
El espacio sideral
Palabra tardía
No ha sido breve el invierno
Se fue como llegó
Noviembre casual
Cántico / ramo amatista / aquelarre
Ojos náufragos contemplan
Dos mujeres incandescentes
Frente al juego de ajedrez
Dejan fluir el corazón
Bailan jóvenes incautos
Muchachas pálidas de labios carmesí
Y sandalias claras
Cartesianos militantes
Y alquimistas clandestinos
Marce pisa la tierra
Fresca y alborotada
Tarareando baladas turquesas
En medio del caos y la noche
Sin hacer ruido
Entre la fe y el porvenir
Una ronda de niños en la Plaza Central
Ilumina el verano bajo el vuelo de los pájaros
Avanti / Iluso modo de persuasión
De lejos evoco su cabellera
Insensata / Cuarzo del deseo
Bella Arena ámbar
(La adolescencia perdura).
Marina Irkalla
3
Un eco es percibido por un pájaro
que piensa que este mundo iniciático
es exactamente el mismo mundo
donde ha vivido 365 días
El eco de los árboles que imagino
lo resplandece todo
El canto de los árboles es amarillo
y viaja eternamente
aunque ella y yo solo lo escuchemos
un momento
La luz es voz
y se desvanece
Verónica Morante
Claroscuro
Hay días de noches claroscuras
o corpórea sin magia ni flores
No te atreves a espiar
el asalto de tu desnudez
expuesta a la sombra de lo certero
En cinegética detrás del telón
los comediantes despedazan su sórdido parlamento
visten nuevamente la piel del fauno
husmean, ultrajan y rasgan la tuya
Te cercan hacia el talud de dos zarpazos
Te despojan promesas
e inhuman el rimero festivo
con instinto tanático
Aúllan sobre la inerme sublimidad
de la magia y
de las flores
Carmen Luz Gorriti
Ay Dios
suspiras
¡ay dios!
un beso
saboreado
otro en el meñique
chupado
con saliva
ay dios
desde el cuerpo
vientre
te mueves
me alejo
abres los ojos
me disfrazo
luz al fondo
atrás
las cosas de siempre
en la juntura
te alejo
te entretengo
encaje
tu arquitectura
ay dios
puño caliente
bombea
abajo
adentro
adentro
globo hirviente
dolor
lo
(no)
vivido
la burla viene en arcadas
no crees en el dolor
no crees en nada
Ondas tus dedos
líneas en el aire
hermosa
naturaleza de la mácula
de cemento
increíble belleza
tu regalo
¡Me habías olvidado!
me río de ti
te ríes
ola caliente
nudo sobre la cola
te elevas
ensanchas
ovillas
curvo tu estructura
dices
me río de ti
tu río
culebra
me río
te ríes de mí
el espasmo te eleva
anhelas caes
orgasmo de llanto
orgasmo de sola
orgasmo de él
Y llegan las preguntas
piensas mucho mamita
estoy
haciendo meandros
cálidos placeres tu cuerpo
largo
más largo y me levanto
a mirar el horizonte que espera
Te enrollas
me estiro
gozas
te suspiro
haz memoria
nunca me he ido
te asombro
tu boca puede besar
uno por uno
los dedos
amante de piel
tu boca quiere
ser besada
ay dios
tienes preguntas
una quinientos años
me llamas icaro
llamo a tu materia
mapa de corto aliento
territorio y duda
comarca desconcertada
disfrazas nuestra fiesta
no recuerdas la agonía
preámbulo de nada
círculo cerrado tu razón
trae mi muerte
rebobinas el llanto
de mundo
de hijos
de hombre
de cántaro vacío
que se estrecha
atrapa
un segundo
qué rico
y desaparece
como la selva talada
planeta enfermo el sueño roto
como el otorongo
tu otorongo hambriento
Desvanece la oscuridad
del origen
sin huellas sin razones
Me deslizo
te dejo
cáscaras de colores
sostén
blusa
falda
sólo has acariciado ropa
(hombre)
corazas eran
cortos los dedos
miedo
ya no quieres llevar
la armadura
desangrarte bajo la manta
já
media arcada de risa
porque la fiesta son tus dedos
de serpiente
Se estremecen las junturas
se extiende
encoge
tuerce
camina sobre sí misma
ay
el placer en la tierra
de tu carne
dura sólo un instante
se escapa
en la falsa existencia de esa materia
que aún sobrevive
ay dios
quema el llanto
confirma la pena
mujer de negro
mujer esfinge
que se pierde
y busca el sentido
Ya me sabes
ay dios ay dios
Nota:
Los poemas aquí recopilados responden a una lectura y selección personal. No tienen carácter de canon poético. Sin embargo, los poemas aquí presentes mantiene esa línea metafísica de la composición, yendo más allá de la simple descripción. La totalidad de los escritos responden a ese reconocimiento de las artes literarias producidas por mujeres. Por ello, buscando una manera de hacer mérito a esta obra es que se decide recopilar estos poemas después de una larga lectura e investigación, pero que responde a criterios propios. Por lo tanto, esta muestra es personal y sin ánimos de lucro ni de soberbia, solo el reconocer la gran tradición femenina en las artes líricas del país. Los poemas han sido extraídos de las siguientes páginas y se respetan las obras anteriores, así como el trabajo de recopiladores, editores y poetas, a este Vol. IV de La arquitectura de la palabra.
Créditos: