Infancia, terremoto y espacio público: una lista de colectivos y comunidades

En el mes de julio de este 2019, el colectivo madrileño La Parcería, Infancia y Familia visitó la Ciudad de México para el evento «Las desprincesadoras. ¿Cuál realeza? La tribu es ésta», que planearon junto con el Proyecto Desprincesamiento; «una propuesta de encuentro familiar con la premisa de ejercer la crianza acompañada, afectiva, feminista y antirracista, reapropiándose del espacio público a través del juego libre y el aprendizaje intergeneracional, para integrar una comunidad de crianza respetuosa». Así, en la Plaza Río de Janeiro de la Colonia Roma se llevaron a cabo lecturas, actividades y talleres, tales como «Los sueños no tienen género» o «En-señas comunicando el amor».

Fue precisamente esta visita la que me hizo pensar en otros proyectos mexicanos en los que se relacionaran infancia, lectura, juego, inclusión y espacio público. Lo cual me recordó inmediatamente al terremoto del 19 de septiembre de 2017, y su importancia para el desarrollo de algunos de ellos. Topos LIJ fue quizá el más visible. Con la iniciativa del escritor Luis Téllez, se creó una comunidad de escritoras, escritores, ilustradoras, ilustradores, editores, editoras, promotores y promotoras que al ver en la literatura un refugio, editaron algunos libros (que pueden descargarse de forma gratuita en la red) y visitaron los albergues para compartirlos personalmente con las familias que en ese momento acababan de enfrentarse a diversas pérdidas. De modo que, de forma incidental las calles se convirtieron en un foro abierto.

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Imagen: Topos LIJ

Así fue también que nació Historias que abrazan, una página hecha por promotores y promotoras culturales, entre ellos el catedrático Rafael Mondragón, que sabían del trabajo de acompañamiento que brigadistas estaban haciendo desde la lectura en voz alta, la cultura y el arte en albergues y espacios comunitarios; y que tuvo como objetivo sistematizar manuales y materiales de trabajo; así como «construir un acervo público con sugerencias de implementación de libros para niños, ejercicios, guiones y secuencias didácticas». Este proyecto se ha hermanado también con uno chileno: Infancia en dictadura, que busca a través de creaciones infantiles reconstruir la historia de quienes vivieron la época de la dictadura militar en Chile.

Además, pensé en el programa de Ludotecas Móviles que, aunque no nació a partir del terremoto, me parece importante destacar. Éste se realiza gracias, de nuevo, a promotores y promotoras de lectura en zonas periféricas y en coordinación con Secretaría de Cultura de la Ciudad de México. Esto con el afán de crear y alimentar espacios descentralizados donde las niñas y niños puedan acceder a los libros sea de forma directa o por medio de actividades en presencia de autoras y autores o narradores y narradoras orales; y donde también se abre un espacio para el juego por medio de los mismos. Y que se emparenta con la Comunidad de Indagación Nictímine, un proyecto de filosofía con niñas y niños que promueve la actitud filosófica y habilidades dialógicas, críticas y de pensamiento en diferentes espacios.

Y aunque es obvio, valdría no olvidar el acervo infantil de la Biblioteca Vasconcelos de Buenavista y la importancia que tiene no sólo para la infancia sino para la inclusión, y que hasta el año pasado organizaba lecturas de cuentos infantiles en Lengua de Señas Mexicana, y ofrecía una cartelera inclusiva y como complemento a la Sala de Lengua de Señas. Actividades que se han puesto en pausa y que quizá es sólo posible, por ahora, encontrar en el Centro Cultural España, donde tienen un programa denominado DiscapacidadES y que integra exposiciones, cursos, talleres, servicios de intérpretes y paseos por el Centro Histórico especializados.

Este breve recuento es, en realidad, un agradecimiento a las personas que lo hacen posible. Y sé que les traerá a muchas y a muchos la memoria de otros tantos proyectos con estas intersecciones que me gustaría conocer y destacar más adelante, porque en el contexto en el que vivimos actualmente permiten que las niñas y los niños, y los y las jóvenes, aunque sea por un breve periodo de tiempo, sientan que los espacios y la calle no son sitios violentos sino zonas abiertas a la colectividad, el juego y la convivencia.

[Ilustración de portada por Miguel Zamora]
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